Trump, China y el Medio Oriente – Por Roie Yellinek (BESA)

RESUMEN: Donald Trump fue intensamente criticó con respecto a China durante toda su campaña y las tensiones entre los dos países muy probablemente aumenten ahora que ocupa la Casa Blanca, pero sólo en las esferas económica y diplomática. Sin embargo, el Medio Oriente, incluyendo a Israel, pudiera ser arrastrado hacia el conflicto como zona de confrontación entre las superpotencias debido a los recursos naturales de la región, las rutas marítimas que se entrecruzan y la importancia geoestratégica general.

Desde que Donald Trump ganara la carrera presidencial de Estados Unidos, el tema de las relaciones entre Estados Unidos y China ha sido una de las prioridades por ambas partes. El tema le preocupa más al presidente que el terrorismo islámico, Vladimir Putin y otros temas más apremiantes que el mundo enfrenta. Esto no debería sorprendernos. Durante toda la campaña, Trump señaló una y otra vez a China. Sus ataques muy a menudo ocurrieron durante sus discursos en las decadentes ciudades industriales en los estados del “Cinturón de Pobreza”, donde posteriormente logró inesperadas victorias.

La postura de Trump tiene como base la pérdida de 2 a 2.4 millones de empleos en Estados Unidos entre 1999 y el 2011 que este afirma fue robado por los chinos. Esto ocurrió, afirma, debido a la transferencia a China de muchas empresas y fábricas que solían operar en suelo estadounidense. Esta transferencia es interpretada por Trump como un acto de saqueo. La falta de control internacional de la moneda china yuan es otro elemento de su caso en contra de China: los exportadores chinos pueden obtener ventaja sobre sus competidores de otros países debido al control del gobierno chino sobre su tipo de cambio oficial, que no posee relación con las tasas internacionales.

Tras las elecciones, los desacuerdos comenzaron a emerger rápidamente entre Trump y el liderazgo chino.

El 3 de diciembre de 2016 Trump recibió una llamada telefónica del Presidente taiwanés Tsai Ing-wen. La llamada duró tan sólo diez minutos, pero su importancia no fue en la duración ni incluso por su contenido. Desde 1979, cuando el Presidente estadounidense Jimmy Carter transfirió la embajada estadounidense de Taipéi, capital de Taiwán, a Pekín, la capital de China, no se había documentado ninguna conversación entre los jefes de estado estadounidenses y taiwaneses.

Aunque esto sugiere falta de contacto, los dos países si tienen relaciones, tal como señaló Trump a través de su cuenta en Twitter: “Interesante ver cómo los Estados Unidos le vende a Taiwán billones de dólares en equipos militares pero yo no debería aceptar una llamada de felicitaciones”. A lo largo de los años, los Estados Unidos de hecho han vendido y siguen vendiendo, billones de dólares en armas a Taiwán. Su extenso comercio bilateral alcanza decenas de billones anuales (US $86.9 billones en el 2015). Además, los Estados Unidos protegen la seguridad de Taiwán y la integridad de su gobierno democrático contra cualquier amenaza externa, incluyendo las reiteradas amenazas de Beijing.

La llamada telefónica no fue el final de ello. Una serie de tuits por Trump y respuestas a estos publicados en los diarios chinos propiedad del estado, extendió el altercado. Lo mismo ocurrió con la confiscación por parte de las fuerzas chinas de un buque submarino no tripulado estadounidense que navegaba en aguas internacionales en el Mar de China Meridional.

El 22 de diciembre de 2016 las autoridades estadounidenses anunciaron que el portal de compras en la red Tao-bao, perteneciente a la empresa gigante china Alibaba, está siendo colocada de nuevo en la lista negra de negocios “cuestionables” que supuestamente venden productos falsificados tras haber sido retirada de la lista en el 2012. El portavoz de Tao-bao expresó su pesar por la decisión y se preguntó si era el resultado de la tensa atmósfera política entre los dos países. Trump anunció el mismo día que el economista Peter Navarro, quien adopta una postura rígida contra China en temas comerciales será nombrado jefe del nuevo consejo de comercio que será establecido en la Casa Blanca.

El 3 de enero de 2017 en respuesta a la afirmación por parte de Corea del Norte de que se encontraba a punto de desarrollar un arma nuclear que pudiera apuntar hacia los Estados Unidos, Trump tuiteó, “no va a suceder!” Este luego añadió: “China ha estado sacando cantidades inmensas de dinero y riqueza de los Estados Unidos en un comercio totalmente unilateral, pero no ayudará con Corea del Norte. Muy lindo!” En respuesta, Xinhua News (la agencia de prensa oficial de China) publicó un artículo atacando la “adicción de Trump por la plataforma Twitter” y afirmando que sus tuits rompen los protocolos diplomáticos de larga data.

¿Continuará probablemente la lucha entre China y Estados Unidos? Sí, pero es muy probable se enfoque sobre temas económicos y diplomáticos y es poco probable que resulte en violencia o que estalle una guerra. Las partes son los dos mayores mercados del mundo y los principales socios comerciales. Tienen demasiado que perder y no lo suficiente como para ganar de la guerra, un hecho que ambos parecen apreciar.

En lo que respecta al Medio Oriente e Israel, Trump necesitará tiempo para familiarizarse con todos los temas relacionados a China, el Medio Oriente y sus relaciones con los Estados Unidos. Por lo tanto, es muy probable que no ocurran acontecimientos significativos en los próximos meses. En un futuro más lejano, si las partes deciden continuar atacándose verbalmente una a otra, el Medio Oriente e Israel pudieran encontrarse a sí mismos en el centro de atención.

Los Estados Unidos y China tal vez deseen determinar su equilibrio de poder utilizando al Medio Oriente como campo de pruebas. De esta manera, la nueva administración estadounidense podría, por ejemplo, anunciar que de ahora en adelante dejará de asegurar las rutas marítimas internacionales a menos que se le pague una tarifa, o solo garantizará la seguridad de la Marina estadounidense. Tales declaraciones darían lugar a un rápido aumento de los precios del petróleo, gas y el transporte marítimo en un grado que pudiese provocar poner un alto a las actividades. Esto sería especialmente difícil para China, ya que paralizaría su economía local. El Medio Oriente, donde se encuentran las mayores reservas de petróleo y gas del mundo, podría verse a sí misma arrastrada en el caos ante tales anuncios.

Durante su campaña, Trump dejó clara su convicción que cualquier acción estadounidense en el extranjero debería venir con un precio. Si este repite tales declaraciones ahora que está en el poder, los actores pro-norteamericanos, incluyendo a Israel y los aliados estadounidenses en las cercanías de China, podrían verse debilitados. El poder de China sobre sus rivales se fortalecería, ya que esos rivales quedarían indefensos por un distanciamiento por parte de los norteamericanos.

Un anuncio en este sentido pudiese obligar a los aliados de China a exigir cada vez con más insistencia que Pekín les asegure que intervendrá a su favor si es necesario. Sin embargo, China se ha abstenido sistemáticamente de intervenir en países extranjeros y es difícil imaginar que el liderazgo chino cambie esta postura debido a las declaraciones de un presidente estadounidense.

El General de División Jin Yinan, uno de los más destacados estrategas militares chinos, comentó que “Trump puede ser bueno para las relaciones entre Estados Unidos y China si se concentra en su promesa de ‘hacer grande de nuevo a Estados Unidos’ en lugar de interferir a través de la política exterior tal como lo han hecho otros presidentes. Este puede que no interfiera tanto como lo hubiese hecho probablemente Hillary Clinton”. Y tal vez sea bueno para las relaciones entre Estados Unidos y el Medio Oriente, incluyendo a Israel, si cada parte se apega a sus propios asuntos.

 

 

Roie Yellinek es estudiante de doctorado en el departamento de estudios del Medio Oriente en la Universidad Bar-Ilan.

 

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