A pesar de los continuos esfuerzos por mejorar las relaciones entre Fatah y Hamás, no existen esperanzas serias de reconciliación entre estos dos bandos, en un futuro previsible. Ante estos antecedentes, cabe destacar los intentos de Hamás y otras organizaciones opositoras de desafiar la postura de la OLP como único representante del pueblo palestino y la antigua postura de Fatah dentro de la OLP. La población palestina, que vio a la OLP como su único representante, entiende que ya no puede ignorar el dominio de Hamás, que ha competido con Fatah por sus corazones y mentes desde el año 1987. Por su parte, a Fatah se le nota muy preocupado por este desarrollo y ve esta misma manera de pensar como una amenaza existencial para la “gran empresa” que este ha creado.
Parece ser que después de todos los intentos y pasos históricos tomados por la OLP, así como también los fracasos que ha experimentado la arena palestina, existe un reconocimiento público cada vez mayor que no hay más remedio que acordar la combinación de las dos estrategias de lucha – las de Fatah y Hamás. Fatah se resiste a aceptar esta realidad de un “empate técnico” que perjudica su postura y paraliza el sistema palestino. No obstante, será difícil para la OLP continuar sirviendo como “el único representante del pueblo palestino” y a su vez la Autoridad Palestina, como gobierno interino palestino, se debilitará aún más. El debilitamiento de la estabilidad en la arena palestina y el incremento de las tensiones entre los bandos supondrán un desafío de seguridad para Israel al que no ha enfrentado en los últimos años.
Desde el más reciente fracaso al esfuerzo de Egipto para reconciliar a Fatah con Hamás, la tensión entre las dos facciones palestinas se ha intensificado enormemente. El 22 de diciembre de 2018 Abu Mazen anunció la disolución del Consejo Legislativo Palestino, donde Hamás ha tenido la mayoría desde las elecciones del 2006. El 6 de enero de 2019 este instruyó al personal de la Autoridad Palestina en Rafah abandonar el cruce fronterizo, lo que obligó a Egipto a cerrar el cruce y regresar al acuerdo que existía en la práctica antes del retorno de los funcionarios de la Autoridad Palestina en octubre de 2017, es decir, la apertura del cruce por cortos períodos de tiempo. Desde ese entonces, el discurso entre la Autoridad Palestina y Hamás se ha ido deteriorando: repleto de acusaciones mutuas y de antagonismo, se ve marcado por una falta de voluntad para renovar el diálogo.
Estas tensiones surgieron en una conferencia de las facciones palestinas celebrada en Moscú el 12-13 de febrero de 2019 por invitación de la cancillería rusa. El grupo Yihad Islámica se opuso emitir una declaración conjunta al final de la conferencia, logró persuadir a Hamás a tal efecto y bloqueó cualquier anuncio, para alarma de los anfitriones. Entre otras cosas, el grupo Yihad Islámica y Hamás se negaron a señalar en la declaración que “la OLP es el único representante del pueblo palestino”. El grupo Yihad Islámica sostuvo que la OLP ha cambiado y que sería posible unirse a este y verlo como el único representante nacional solo si realiza una reorganización y regresa al “camino correcto”, queriendo decir, cancela la declaración de independencia palestina y los Acuerdos de Oslo y renuncia a los logros políticos acumulados hasta ahora.
En contraste Azzam Al-Ahmad, presidente de la delegación del Fatah en estas conversaciones y miembro del Comité Ejecutivo de la OLP, afirmó que reconocer a la OLP no puede ser condicional y que la OLP, con todos sus compromisos y acuerdos firmados, es la única organización; este también llamó patanes ignorantes a los miembros del grupo Yihad Islámica. El hecho que Hamás fuese dominada por el grupo Yihad Islámica – una organización a escala menor que Hamás en la jerarquía de organizaciones – es sorprendente, ya que existe una rivalidad entre ellos que ha provocado conflictos en más de una ocasión. La rivalidad entre ellos se basa en parte en los cambios que se han producido en los últimos años en el enfoque de Hamás respecto a la OLP, lo cual se ve reflejado en su plataforma política más reciente publicada el 17 de mayo de 2018, que afirma que “la OLP es el marco nacional de todos los palestinos”.
El sentido que prevalece es que a pesar de los continuos esfuerzos para una mejora en las relaciones Fatah-Hamás, ya no existen esperanzas de reconciliación para un futuro previsible. Cabe destacar en este contexto los intentos por parte de Hamás y otras organizaciones opositoras de desafiar la postura de la OLP como el único representante del pueblo palestino y la antigua posición que tiene Fatah dentro de la OLP. Fatah por su parte, se le ve muy preocupado por este desarrollo, encuentra difícil creer que existen aquellos quienes incluso consideran socavar la condición “sagrada” tradicional de la OLP y ve esta manera de pensar como una amenaza existencial para la “gran empresa” que ha creado y rechaza abiertamente estas llamadas que, según voceros de la organización, han sido expresadas por individuos inexpertos.
Sin embargo, un punto de no-retorno nuevo fue cruzado, el cual no había sido probado previamente, incluso durante los años de la Primavera Árabe. Manifestantes en la Franja de Gaza, alentados y organizados por Hamás, han realizado manifestaciones que incluyeron llamados a remover a Abu Mazen. El cántico “arhal” – “¡fuera!” – que fue entonado en las manifestaciones ocurridas en Plaza Tahrir en El Cairo contra el régimen de Hosni Mubarak también fue entonado en las calles de Gaza. Aunque esta llamada parte de la frustración e ira acumulada hacia Abu Mazen por no pagar los sueldos y salarios de los funcionarios en Gaza y por recortar los presupuestos, desde la perspectiva de Fatah, la Autoridad Palestina y de la OLP, este hecho es un precedente muy peligroso.
Incluso si esta convocatoria no crea un impulso que congregue a las masas de manifestantes, crea una dinámica peligrosa que pudiera socavar el reconocimiento de la OLP como el único representante del “problema palestino” y la capacidad de traducir este reconocimiento en procesos políticos. Hamás también administra su propia política exterior independiente y le recuerda a las audiencias en todos los foros que Abu Mazen o el representante de la OLP y/o la Autoridad Palestina no representan al pueblo palestino, lo que hace que se incrementen las tensiones internas organizacionales en la arena palestina.
Del mismo modo, ante la rivalidad está la política promulgada por la administración Trump en los últimos dos años y durante algún tiempo también por Israel, lo que debilita considerablemente a la Autoridad Palestina, la vacía de contenido y fortalece a Hamás y a los otros rivales nacionales de la Autoridad Palestina. La administración Trump adoptó en efecto la postura de Israel sobre el tema del conflicto con los palestinos, recortó casi toda la ayuda estadounidense a los palestinos, canceló el presupuesto que las administraciones anteriores le proporcionaron a la UNWRA y en esencia, determinó que el problema de los refugiados existe Sólo en una medida mínima. Además, al trasladar la embajada estadounidense a Jerusalén, la administración Trump adoptó una postura mucho más cercana a la de Israel que a la de los palestinos. Desde entonces, la relación entre Abu Mazen y la administración Trump se ha visto gravemente afectada.
La retórica de la administración hacia él es extremadamente crítica y lo presenta como alguien que retrasa y bloquea la paz, en vez de un líder que busca lograr un acuerdo – tal como lo ven otros en la comunidad internacional. Por su parte, Abu Mazen ha expresado en varias ocasiones una falta de confianza en la administración Trump y ha declarado que ya no puede ser patrocinador o mediador exclusivo en ninguna negociación entre Israel y los palestinos. Además, Abu Mazen se niega a reunirse con los enviados de la administración al Medio Oriente, forcejea con ellos vía los países árabes y en efecto, se ha retirado a si mismo del entorno de influencia estadounidense.
Es muy cierto que las otras facciones palestinas respetan a Abu Mazen por su oposición a las ideas que emanan de la administración Trump. Khaled Mashal, ex-presidente del buró político de Hamás, dijo incluso recientemente que Abbas es admirable por la forma en que se ha enfrentado a la política estadounidense. Sin embargo, se está dando cuenta que la OLP no tiene ningún poder sin el respaldo estadounidense e israelí y simplemente está perdiendo su relevancia.
El 26 de febrero, Hani Al-Masri, un muy respetado y leído escritor a quien no se considera que esté asociado a Abu Mazen o a la corriente islámica, llamó a abstenerse de entonar los peligrosos canticos de “arhal” dirigidos a Abu Mazen, pero, al mismo tiempo, pidió a Fatah, la organización central de la OLP, que se diera cuenta que ya no es ningún primerizo entre iguales y que la paridad entre las dos facciones principales dentro del movimiento palestino requiere que deje de actuar de manera independiente.
Fatah, sin embargo, se resiste a aceptar esta realidad de un “empate” que perjudique su postura y paralice el sistema palestino. Abu Mazen continúa exigiendo la total subordinación de Hamás a la Autoridad Palestina: “un gobierno, un arma, una ley”. Este cree que solo la unidad palestina podrá hacerle frente al “Acuerdo del Siglo” del Presidente Trump. A pesar de estar consciente de que solo el respaldo israelí, estadounidense e interno-árabe puede fortalecer su demanda por la unidad de armas y de gobierno, este se adhiere a los compromisos internacionales que asumió la OLP y teme una libanización de la arena palestina, que no le permitirá cumplir con estos compromisos.
Durante el año pasado, los temores de Abu Mazen se han incrementado respecto a lo que este ve como un intento por parte de los estadounidenses, respaldados por Israel, de establecer una entidad palestina independiente solo en la Franja de Gaza, en lugar de buscar renovar las negociaciones sobre todas las Áreas B y C según fuese necesario por los Acuerdos de Oslo. Por su parte, Hamás se adhiere a la distinción entre “las armas de la resistencia” a las que no está dispuesto a renunciar ni deponer “mientras la ocupación continúe” y la otra arma, es decir, la vigilancia y protección del orden público, al que no le tiene ningún interés. Su liderazgo cree que tiene el apoyo popular para esta posición, pero se le ve muy preocupado por la presión económica de Abu Mazen, a la que aún no ha podido encontrado una solución.
Luego, esta es una realidad que la OLP nunca antes ha experimentado. La población palestina, que vio a la organización como su único representante, entiende que ya no puede ignorar el predominio de Hamás, que ha estado compitiendo con Fatah por sus corazones y mentes desde el año 1987. Parece ser que después de todos los intentos y pasos históricos tomados por la OLP, así como también por los fracasos que ha experimentado la arena palestina, existe un reconocimiento público cada vez más amplio de que no existe más remedio que acordar la combinación de las dos estrategias de lucha: las de Fatah y las de Hamás. El tema del “día después de Abu Mazen” se centra principalmente en la pregunta de cuál camino será el que conduzca al pueblo palestino y no la pregunta de quienes heredarán sus diversas labores.
El aporte hecho por la administración Trump a esta discusión es altamente crítico, debido a su mayor estímulo hacia los rivales de Abu Mazen. Sin el respaldo israelí y el apoyo estadounidense, la base que Abu Mazen y el liderazgo de la OLP utilizaron para maniobrar ha sido confinada al fracaso. Parece ser que el estancamiento político se profundizará y sin un logro verdadero para los palestinos dentro del marco del Acuerdo del Siglo de la administración Trump, la sensación de fracaso en Ramallah también se profundizará.
Bajo estas circunstancias, será difícil para la OLP continuar sirviendo como “el único representante del pueblo palestino” y la Autoridad Palestina, como gobierno interno palestino, se debilitará aún más. El debilitamiento de la estabilidad en la arena palestina y el incremento de las tensiones entre los bandos supondrán un desafío de seguridad para Israel al que no ha enfrentado en los últimos años. Si bien Israel puede determinar el resultado de la lucha interna-palestina en Cisjordania en favor del bando nacional/Fatah/la OLP, esto implicaría socavar gravemente la legitimidad y debilitar a este bando y es altamente dudoso que pueda por ende continuar coordinando la seguridad con Israel en su formato actual.