RESUMEN: Varios indicadores han generado optimismo que las tensiones en el Medio Oriente pueden estar comenzando a aminorar. El problema es que muchos de esos indicadores son especulaciones y ninguno sostiene la posibilidad de una resolución permanente a múltiples problemas. De hecho, los contornos de una próxima ronda de volatilidad y violencia ya se encuentran visibles.
Los optimistas ven signos esperanzadores que el Medio Oriente puede estar saliendo de un oscuro túnel de violencia, guerras civiles, conflictos sectarios y debilitantes rivalidades regionales.
El Estado Islámico (ISIS) está al borde de una derrota territorial en Siria e Irak. Arabia Saudita puede estar buscando a tientas una salida a su devastadora intervención militar en Yemen. Los países del Golfo están emprendiendo una reforma económica y social encaminada a prepararse para el fin de la era petrolera.
Los Estados del Golfo pudieran verse forzados a encontrar una solución para salvar su pellejo de la crisis que ya lleva más de tres meses enfrentado a una alianza de los Emiratos Árabes Unidos-Arabia Saudita contra Qatar. Incluso puede haber un esfuerzo para reducir las tensiones entre el reino e Irán.
Hamás, la facción islamista que controla Gaza, dijo que está dispuesto a negociar con el Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas sobre un gobierno conjunto de la Franja y avanzar hacia las elecciones que ya tienen tiempo vencidas.
A primera vista, éstas parecen ser razones de optimismo. Pero no tan deprisa. Los optimistas basan sus esperanzas en arenas movedizas y sugerencias tentativas que los protagonistas pueden estar buscando maneras de salir de esta incomodidad.
La realidad más alarmante es que ninguno de los indicadores involucra acciones que confronten a las raíces de los múltiples conflictos y problemas del Medio Oriente. De hecho, algunas de las soluciones a discutir suman algo un poco más acomódativo, mientras que otros preparan el escenario para la siguiente fase del conflicto y lucha.
Las conversaciones entre las facciones palestinas en pugna han fracasado repetidamente. No está claro si Hamás estará listo ahora como parte de un acuerdo para así colocar su ala armada bajo el control de Abbas, una demanda clave del presidente palestino que los islamistas han rechazado hasta ahora. También queda por ver cómo responderá Israel. Israel, junto a los Estados Unidos, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, ve a Hamás como una organización terrorista.
Más allá de Palestina, los contornos de los conflictos futuros son ya discernibles. Si los rohingya en Myanmar son el grito de guerra del mundo musulmán en el siglo XXI, los kurdos pudieran ser una de sus principales temas divisivos.
Las disputas por territorio, poder y recursos entre musulmanes sunitas, chiitas y kurdos que alimentaron el surgimiento del ISIS en Irak están resurgiendo con su desaparición. En un giro irónico, una encuesta reciente mostró que los sunitas se mostraron, por primera vez, más positivos sobre el futuro de Irak que la mayoría chiita del país.
La reconstrucción de las ciudades sunitas al norte destruidas por la lucha contra el ISIS será clave para mantener una apariencia de unidad iraquí. Sin señales de una reconstrucción masiva, las viejas heridas que han impulsado insurgencias durante más de una década pudieran reactivar a ISIS en nuevas formas. “Todo lo escrito está boga de que habrá otro ISIS”, dijo el ex-canciller iraquí y político kurdo Hoshyar Zebari.
La chispa inicial en la olla amenaza con ser el hecho de que los kurdos iraquíes están seguros de votar a favor de la independencia en un referéndum unilateral programado para el 25 de septiembre. Si el tema de la independencia no provee suficiente explosivos por sí mismo, la insistencia de los kurdos en incluir en el referéndum a la étnicamente mezclada y rica en petróleo ciudad de Kirkuk y sus áreas adyacentes, alimentaron aún más el fuego.
El referéndum y la disputa sobre Kirkuk reabren el tema de cuáles son las fronteras del Kurdistán iraquí. Ellos lo harán aún si los kurdos optan por no celebrar un voto inmediato sobre la independencia y sigan mientras tanto formando parte de una federación iraquí.
El tema pudiera desbordarse aún más a la ya frágil existencia de Irak como estado-nación unido. El Presidente iraquí Haider Al-Abadi ha denunciado el referéndum. Sus esfuerzos por persuadir al parlamento iraquí de derrocar al gobernador de Kirkuk Najmaldin Karim por respaldar la encuesta, así como los llamados a que el parlamento le retire la confianza al presidente iraquí Fuad Masum y despida a ministros y a otros altos funcionarios de ascendencia kurda, pudiese empujar por la borda a los kurdos.
Funcionarios militares iraquíes, así como también las milicias chiitas respaldadas por Irán alineadas al ejército han prometido evitar que el referéndum se celebre en Kirkuk. “Kirkuk le pertenece a Irak. De ninguna manera nos daremos por vencido en Kirkuk, incluso si esto fuera causa de un gran derramamiento de sangre” dijo Ayoub Faleh alias Abu Azrael, comandante de la División Imam Ali, una milicia iraquí chiita respaldada por Irán.
Tampoco la lucha será contenida necesariamente a Kirkuk. Las fuerzas del gobierno kurdo e iraquí están compitiendo por el control de las áreas de las cuales ISIS fue expulsado, extendiéndose hacia el oeste a lo largo del norte de Irak. El Sr. Al-Abadi advirtió que intervendría militarmente si el referéndum, que este describió como inconstitucional, provocase violencia.
Añádase a eso la congregación de los kurdos por parte de Irán, Turquía y los Estados Unidos. Estados Unidos respalda al gobierno iraquí, aunque fue Washington quien puso a Kurdistán en camino hacia la independencia cuando permitió que el enclave autónomo emergiera bajo una zona protectora de exclusión aérea que mantenía a raya a las fuerzas de Saddam Hussein. Al romper con Estados Unidos y sus aliados árabes, Israel ha respaldado la independencia kurda.
El jefe del servicio de inteligencia turco Hakan Fidan y el comandante de la fuerza iraní Qassem Soleimani, han advertido a los kurdos sobre las visitas al Kurdistán iraquí para alejarse del referéndum. Irán ha amenazado con cerrar sus fronteras a la región.
Al describir el referéndum como “un tema de seguridad nacional”, el Primer Ministro turco Binali Yildirim dijo: “nadie debería dudar de que tomaremos todas las medidas necesarias en este asunto”. Turquía teme que la independencia kurda estimule las aspiraciones separatistas entre sus propios ciudadanos kurdos, que representan hasta el 20% de su población. También sospecha que un Kurdistán independiente pudiera albergar a kurdos turcos insurgentes que ya operan desde la región.
El Sr. Abadi aludió a la posible intervención militar turca y/o iraní para prevenir de esta manera el surgimiento de un Kurdistán independiente al sugerir que el referéndum sería “una invitación pública a los países de la región para violar las fronteras iraquíes”. Este dijo, los turcos están muy enojados porque tienen una gran población kurda dentro de Turquía y sienten que su seguridad nacional está amenazada porque es un gigantesco problema para ellos. Y, por supuesto, los iraníes están en el mismo trazo”.
La búsqueda kurda de alguna forma de autogobierno es probable se manifieste en Siria también. Estados Unidos respalda a una milicia kurda siria alineada con militantes kurdos turcos en su lucha contra ISIS. La milicia que se enorgullece a si misma de sus mujeres combatientes es una de las fuerzas que sitian la capital del EI en Raqqa.
Los kurdos esperan que el fin de la guerra en Siria los deje con una región autónoma muy parecida a la de Irak en la frontera con Turquía, una aspiración que Turquía, al igual que Irak, se opone con vehemencia. Los kurdos, que han sido blancos de ataques por la fuerza aérea turca, esperan beneficiarse por la escasez de pilotos de la fuerza que resulta de las purgas masivas a raíz del fracasado golpe de estado del año pasado contra el Presidente Recep Tayyip Erdoğan. Para compensar el déficit de pilotos, la fuerza aérea ordenó el mes pasado a todos los pilotos de caza que volaban para las aerolíneas turcas que se reportaran a servicio.
Los kurdos pueden proveer el primer punto de inflexión para otra ronda de volatilidad y violencia, pero hay otros. Es probable que las divisiones sectarias y otras divisiones étnicas arruinen a Irak y Siria una vez que la actual ronda de combates se aquiete.
Mientras intenta encontrar una salida para salvar su pellejo de su infeliz invasión a Yemen, que ha empujado al país al borde del abismo, Riad tendrá que hacerle frente a un país populoso en su frontera, muchos de cuyos ciudadanos albergan un profundo enojo por la devastación y el sufrimiento humano causado por los sauditas, consecuencias que tomará años revertir.
Similarmente, la querella de tres meses entre Qatar y una alianza liderada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos probablemente dejará cicatrices profundas que dificultarán la integración entre los seis estados que conforman el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), la única organización regional funcionando en el Medio Oriente antes de la crisis. El fracaso de las conversaciones entre Qatar y sus detractores, mediadas por el Presidente estadounidense Donald Trump, incluso antes de que comenzaran, sugiere que la resolución de la crisis no está a la vista.
El enfrentar la crisis de Qatar y la guerra en Yemen simplemente se suman a los dolores de cabeza del príncipe heredero saudita Muhammad bin Salman mientras este se prepara a sí mismo para en algún momento suceder a su padre enfermo, el Rey Salman. El Príncipe Muhammad, quien es popular entre los jóvenes del país en expectativas de un cambio económico y social, ya ha tenido que dar marcha atrás en parte a ese cambio prometido. Los prestamistas extranjeros han indicado además una falta de confianza a medida que se dirigen hacia las salidas en lugar de explorar nuevas oportunidades.
Además, el Príncipe Muhammad ha manifestado su preocupación por la oposición a las reformas propuestas dentro de la familia gobernante Saud, su determinación de evitar el cambio político y su disposición a gobernar con puño de hierro. Prominentes estudiosos religiosos con importantes seguidores y activistas han sido arrestados en las últimas semanas, mientras que los miembros disidentes de la familia gobernante han sido sometidos a arresto domiciliario.
El punto de vista optimista puede ser que el Medio Oriente se encuentre a seis años de una era de cambios políticos, económicos y sociales. Si los criterios históricos son aplicables, esto equivale a un tercio de un proceso de transición que puede tardar hasta un cuarto de siglo para que comience a funcionar. Existen pocas razones para creer que el próximo cuarto de siglo será menos volátil o violento.
El Dr. James M. Dorsey, socio destacado no residente del Centro BESA, es investigador distinguido de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam en la Universidad Tecnológica de Nanyang de Singapur y co-director del Instituto para la Cultura del Participe en la Universidad Würzburg.