Imaginen esta situación. Usted tiene un hijo con leucemia y vive en la Franja de Gaza. Israel está justo al lado y ellos poseen la cura: pero Gaza es ‘territorio enemigo’. Imagínense conseguir tres permisos para llegar a Israel…
Imagen: Una madre palestina con su bebé en el hospital Sheba en Israel. Foto: Lucy Lyon
Imagínense tener que quedarse con su hijo durante seis meses mientras este recibe tratamiento, lejos de su familia y amigos y no poder salir de las premisas del hospital por “razones de seguridad”.
Imagínense que está frente a un médico que sólo puede aconsejarle en hebreo o en inglés, ninguno de los cuales ustedes hablan.
Imagen: Una madre palestina con su hijo quien está siendo tratado en un hospital israelí a través del Proyecto Rozana. Foto: Lucy Lyon
Imaginen los inmensos costos, miles de dólares para salvar a su hijo, pero su esposo, el único sostén de la familia, gana sólo $400 al mes como obrero a medio tiempo. Uno no puede permitirse siquiera un taxi desde el puesto de control hasta el hospital.
Y solo imaginen que a nadie en realidad le importa ninguno de estos escenarios.
Ahora imaginen que alguien, en algún lugar, “si se preocupó”. Y luego alguien hace algo al respecto. Ese alguien se llama Melburnian Ron Finkel.
Finkel creó el Proyecto Rozana, una iniciativa multi-religiosa que recauda fondos para tratar a niños palestinos gravemente enfermos de Cisjordania y la Franja de Gaza en hospitales israelíes. Yo vine con otros directores del Proyecto Rozana para ver personalmente el funcionamiento del programa.
Imagen: Trabajadores voluntarios en carreteras israelíes ayudan a guiar y llevar a padres palestinos y a sus hijos en el hospital a través del proceso. Vivian Silver, quien conduce a las familias hasta y desde el hospital, tiene puesta una blusa color rojo. Foto: Lucy Lyon
Las instalaciones en Ein Kerem del hospital Hadassah, del lado occidental de Jerusalén, están hasta el tope tratando de satisfacer las necesidades médicas del año 2017 basados en la planificación realizada en el 2007.
Sin embargo en Hadassah y muchos otros hospitales en Israel, chicos tanto de la Cisjordania ocupada como de Gaza son tratados con la mejor atención disponible.
Imagen: El escritor y miembro del consejo del Proyecto Rozana, Gareth Andrews, en la frontera con Gaza. Foto: Michael Krape
Mientras caminaba por los diferentes departamentos pediátricos de Hadassah, vi gente desbordarse por todas partes: niños, padres, médicos, enfermeras, cuidadores y traductores. Las pañoletas y vestidos holgados junto a la sombría vestimenta de los judíos ultra-ortodoxos.
El tratamiento puede no ser de una solución rápida y durante este periodo de tiempo, ciudadanos judíos y palestinos de Israel y palestinos de Cisjordania y Gaza se juntan por primera vez.
Imagen: Un chico de Gaza con el Profesor Michael Weintraub en el Hospital Hadassah, Jerusalén. Foto: Lucy Lyon
Padres comparten sus preocupaciones con otros padres. Todos quieren que sus hijos se recuperen. En pocas palabras, eso es todo.
El Profesor Michael Weintraub, Jefe del Departamento de Pediatría Hemato-Oncología en Hadassah, ve todo esto… “Yo regreso a casa todos los días tras constantes problemas y presiones resultantes y me siento reconfortado por haberlo hecho”.
Weintraub es un importante defensor de las capacidades médicas como medio para proveer un camino a una mejor comprensión entre israelíes y palestinos. Un buen hombre.
Los muros entre los territorios ocupados e Israel son físicos y psicológicos. Pero con lo mejor de la buena voluntad, esto sucede. Fuimos al infame punto de control Erez, el cruce norte entre la Franja de Gaza e Israel.
Los chicos palestinos y sus cuidadores, madres, abuelas y ocasionalmente padres emergen del control fronterizo israelí luego de pasar por un viaje a través de Gaza y luego pasar por el control fronterizo de Hamás y luego el control de la Autoridad Palestina antes de atravesar hacia Israel.
Y entonces sucede algo maravilloso. Encuentran a voluntarios de la organización Camino a la Recuperación.
Este fue establecido hace 10 años por un notable hombre, Yuval Roth. En 1993, su hermano Udi fue asesinado por terroristas de Hamás. Luego conoció a un palestino que había sufrido una pérdida similar. Yuval se dio cuenta que ambos eran seres humanos de corazón y aunque su hermano había sido asesinado, “los terroristas no pudieron destruir mi corazón ni mi alma”.
Cada mañana este se une a un grupo de voluntarios israelíes en uno de los tres puestos de control hacia Cisjordania y Gaza. Estos notables, 1000 de los fuertes, utilizan sus propios autos para hacer alrededor de 100 viajes diarios a los hospitales clave capaces de proveer atención pediátrica.
Fue en Erez donde conocimos a algunos de estos voluntarios. Era temprano y ya estos iban en camino durante algún tiempo a fin de llegar hasta el puesto de control. Tenían muy poco que detallar y tuvieron que esperar pacientemente hasta que vio una “posibilidad”, tal vez un niño de seis años con su abuela. El nombre fue corroborado. Habían conectado.
Vivian Silver fue una de esas voluntarias. ¿Por qué lo hace? “Mientras uno sienta que ha estado haciendo el bien, no importa lo pequeño que parezca ser la acción”.
En los hospitales escuchamos más. Los trabajadores de la salud en todos los niveles se disocian del conflicto que rige la frecuencia de ondas en esta región. Estos simplemente continúan con sus trabajos. Estos apagan el ruido. Están más interesados en practicar sus habilidades y proveer esperanza.
Sí, ejecutar estos programas cuesta mucho dinero. Los fondos importantes provienen de la Autoridad Palestina, aunque nunca es totalmente previsible. Pero en los propios hospitales, nadie que necesite desesperadamente ayuda será rechazado.
El Proyecto Rozana es parte importante de la cadena de dinero. Nosotros llenamos el espacio donde vemos lagunas. Poniendo gasolina en los autos de algunos de los voluntarios. Asegurándonos que se están produciendo importantes conexiones entre las autoridades de la salud de ambos lados del muro y entre Jerusalén Oriental e Israel.
Más allá de hacer contribuciones financieras directas a esta maravillosa historia, Rozana está llegando a otras áreas de apoyo. Se necesitan más traductores en los hospitales para asegurarnos que se están tomando las decisiones correctas y estas sean entendidas.
Los cirujanos palestinos y el resto del personal médico están siendo “entrenados” en hospitales israelíes para que puedan llevar este nuevo conocimiento a su propio pueblo. No sólo eso, estos desarrollan relaciones profesionales para el futuro. Los médicos palestinos de los territorios ocupados están recibiendo ahora segundas opiniones sobre los problemas médicos vía WhatsApp de sus contrapartes israelíes. Parte de esta financiación proviene de Rozana.
Rozana en su centro es emancipación total. No estamos para hacer valer nuestro punto de vista. Simplemente estamos tratando con gente y estamos obteniendo resultados.
Fuimos a Cisjordania para ver si estos programas realmente funcionan. Ramallah es el centro bullicioso de facto de la Autoridad Palestina y se encuentra a sólo 10 kilómetros de Jerusalén. Pero pudiera ser un mundo a distancia.
Se dispuso que nos reuniéramos con tres familias que se beneficiaron del tratamiento médico. Se organizó un intérprete, pero apenas se utilizó. Los chicos estaban felices y saludables y sus padres se sentían aliviados y agradecidos.
Sus viajes a Israel comenzaron con temor y aprensión, temor por el bienestar futuro y aprensión de sus hijos en cuanto a cómo los israelíes los tratarían.
Pero el amor de sus hijos superó su miedo y la recuperación de sus hijos significó que sus enemigos se convirtieron en sus ayudantes, si no en sus amigos. Estos fueron efusivos cuando hablaron sobre los voluntarios de la organización Camino a la Recuperación. Estos regresaron a sus comunidades para contar historias diferentes de las que les habían enseñado de los israelíes.
Estos pasaron suficiente tiempo en los salones israelíes para descubrir que hablaban un lenguaje común, el lenguaje de la crianza de los hijos, el lenguaje de la familia, el lenguaje del amor y la vida.
Gareth Andrews es fundador de Life Again, una organización que ayuda a los hombres que luchan contra los retos y cambios.
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