Inmediatamente después del anuncio de la retirada de Estados Unidos del acuerdo nuclear por parte del Presidente Donald Trump, el Departamento del Tesoro estadounidense publicó un documento en su portal que detalla las sanciones contra Irán que los Estados Unidos intentan restituir. El documento indica que, en la práctica, se espera se restauren todas las sanciones impuestas por los Estados Unidos en vísperas del acuerdo PIDAC. Para permitir que el sector empresarial estadounidense y de todo el mundo se adapte a este cambio de política, se estipuló que algunas de las sanciones volverán a surtir efecto dentro de 90 días y las sanciones restantes se reanudarían en 180 días.
Aunque Irán ha delineado una serie de metas económicas en los últimos 2 años, desde que se levantaron las sanciones en el 2015, Irán no ha visto el inicio de ningún proceso que estimule un impulso fundamental a su fortaleza económica actual en comparación con su fortaleza económica en el 2012. Al contrario, en una serie de áreas importantes, su situación ha empeorado, en parte porque los grandes bancos internacionales y las empresas extranjeras temían una reimposición de sanciones. Se espera que las nuevas sanciones agraven aún más la ya difícil situación económica de Irán, incluso si la administración estadounidense no recibe cooperación internacional total.
La inflación y el mercado de divisas
Las sanciones que se espera entren en vigor el 6 de agosto de 2018 incluyen la prohibición de vender dólares al gobierno iraní y la prohibición de suministrar servicios financieros para la compra, venta o tenencia sustancial de rials. Estas medidas, que pretenden bloquear el acceso del sistema financiero iraní a las transacciones en dólares, profundizarán la actual crisis cambiaria de Irán y acelerarán el aumento de la inflación.
En los primeros meses del 2018, las expectativas públicas en Irán respecto a la reimposición de sanciones causaron que el valor del rial cayera bruscamente en su comercio dentro del mercado libre. Esta fuerte caída en el valor del rial dio como resultado la aparición de una brecha de decenas de porcentajes entre la tasa de cambio determinada por el mercado y la tasa de cambio oficial, indicando una pérdida de fe pública en la economía local. Para detener esta tendencia, el 11 de abril de 2018 el Banco Central de Irán anunció la unificación de la tasa oficial y la tasa de mercado y estableció una tasa de 42.000 riales por dólar.
Desde el anuncio sobre los tipos de cambio unificados, el Banco Central de Irán devaluó su moneda dos veces durante el mes de mayo. También instituyó una serie de restricciones a los movimientos y transacciones. La reimposición de sanciones obligará al Banco Central a continuar actualizando rápidamente el tipo de cambio y a endurecer aún más las restricciones al movimiento de capitales. La ya esperada continuación de la espiral descendente del rial dará como resultado un aumento en los precios de las importaciones y, como resultado un incremento en la inflación.
La inflación es uno de los problemas estructurales de la economía iraní. A excepción de 2 años, el país experimentó una inflación de 2 dígitos cada año entre la Revolución Islámica en 1979 y el 2015. En el 2013, durante la presidencia de Mahmoud Ahmadinejad, la tasa de inflación anual de Irán aumentó a 34.7%, en parte debido a las sanciones sobre el sistema financiero iraní que resultó en un aumento en el costo de las importaciones. El Presidente Hassan Rouhani logró reducir la inflación a 9.1$% en el 2016 y a 9.7% en el 2017.
La tendencia a la disminución en la inflación que comenzó en el 2014, incluso antes de que se levantaran las sanciones, es en gran medida el producto de una política monetaria moderada. El levantamiento de las sanciones ayudó a reducir la inflación debido a la reducción inmediata de los precios de importación y la creación de un espacio presupuestario, lo que permitió al gobierno frenar el ritmo de los préstamos del Banco Central (financiar la deuda utilizando los préstamos del Banco Central es uno de los factores estructurales que causan inflación en Irán).
Las sanciones que entrarán en vigencia en agosto también incluyen una lista de prohibiciones sobre la provisión de servicios financieros al mercado de bonos del gobierno, que Irán recientemente comenzó a desarrollar en un esfuerzo por reducir la vinculación entre la deuda y la inflación. El gobierno iraní esperaba implementar varias reformas que le permitan continuar reduciendo la inflación y al mismo tiempo fomentar las inversiones locales y extranjeras. La reimposición de sanciones evitará que el gobierno logre este objetivo.
Desempleo e inversiones locales y extranjeras
Aunque la economía iraní creció en un 12.5% en el año 2016 y 4.3% en el 2017, los últimos 2 años no fueron testigos de un descenso constante y significativo en el desempleo, que en el 2017 se situó en poco menos del 12%. La incapacidad del gobierno para crear nuevos empleos, a pesar del crecimiento económico, puede explicarse en parte por la centralidad del sector energético en la economía. El gobierno iraní esperaba que, paralelamente al atraer las inversiones extranjeras directas, que le permitieran introducir medidas mejoradas de eficiencia para la producción petrolera y de gas natural, el levantamiento de las sanciones conducirá al crecimiento de las inversiones extranjeras directas en sectores no relacionados a la energía y a su vez, un menor desempleo.
Sin embargo, e incluso antes de la decisión por parte del Presidente Trump de retirarse del acuerdo, las preocupaciones entre las compañías extranjeras respecto a las inversiones en Irán, dentro de un contexto de incertidumbre política y económica, el impacto de las sanciones estadounidenses que no han sido levantadas y las fallas económicas estructurales previnieron la rehabilitación del mercado laboral por medio de las inversiones extranjeras directas. Aunque el levantamiento de las sanciones resultó en un incremento del 66% en las inversiones entre el 2015 y el 2016, el alcance de las inversiones totalizó menos de $4 billones.
Esta cantidad equivale a menos del 1% del producto iraní y muchas veces reduce el alcance de la inversión extranjera anual que Irán estableció como objetivo principal para el período 2016-2021 en su 6to plan quinquenal de desarrollo. Puede esperarse que la reimposición de sanciones retrase aún más el regreso de las empresas de Occidente al mercado iraní. Muchas compañías que en los últimos dos años decidieron invertir en Irán se espera suspendan sus tratos comerciales allí.
Las sanciones que entrarán en vigor el 4 de noviembre de 2018 incluyen una serie de sanciones a empresas extranjeras que brindan servicios de seguros a las compañías portuarias y navales iraníes y a las compañías petroleras iraníes. Los Estados Unidos también tienen la intención de renovar sanciones a los gobiernos privados y organismos financieros gubernamentales que celebran acuerdos contractuales con el Banco Central de Irán, así como también con otras instituciones financieras iraníes que esperan cancelar pagos por transacciones en diferentes áreas, incluyendo las ventas de petróleo. La prohibición de acuerdos contractuales con tales entidades principales en los ámbitos energéticos, la industria y la banca iraní hará que sea difícil para las compañías extranjeras invertir en Irán sin violar las sanciones estadounidenses.
En mayo de 2018 la empresa Total anunció que no podía continuar su proyecto para el desarrollo de la Etapa 11 del campo gasífero South Pars, que firmó en julio de 2017, una clara evidencia de preocupación respecto al efecto de las sanciones sobre los esfuerzos de Irán por establecer relaciones con empresas expuestas al sistema financiero de los Estados Unidos. El anuncio de Total a los medios de comunicación enfatizó que sin la recepción de una renuncia a su derecho por parte de las sanciones estadounidenses, este tendría que enfrentar dificultades económicas, dado que los bancos estadounidenses son responsables del 90% del financiamiento de sus actividades.
Demandas similares han sido presentadas por varias compañías europeas tales como Simmons de Alemania, ENI y Danieli de Italia y PGNiG de Polonia, que ya han anunciado sus intenciones de poner fin a sus relaciones con Irán una vez que las sanciones entren en vigor. Estas decisiones fueron tomadas a pesar de las declaraciones de los líderes de la UE sobre su intención de tomar medidas para reducir el daño a las empresas entre las empresas europeas e Irán causado por la aplicación de sanciones secundarias.
Tales medidas incluyen la restitución de un estatuto de bloqueo que prohíbe a las empresas europeas cumplir con las sanciones estadounidenses, la financiación de actividades comerciales en Irán a través del Banco Europeo de Inversiones y la actividad financiera con Irán a través de varias instituciones financieras que tienen la capacidad de trabajar alrededor de la prohibición de las relaciones contractuales con el Banco Central iraní.
Las compañías europeas no involucradas en actividades comerciales directas con Estados Unidos también han estado preocupadas por las sanciones, ya que violar las leyes estadounidenses pudiera dificultarles la entrada al mercado estadounidense a futuro y dado que el uso mismo del dólar las vincula al sistema financiero estadounidense. El gigante automotriz francés PSA, que no vende automóviles en los Estados Unidos, anunció en junio que había comenzado a suspender las inversiones de Peugeot en la empresa conjunta con compañías automotrices iraníes, con base a su deseo de evitar violar las sanciones estadounidenses. El competidor francés Renault, que tampoco participa en actividades directas en los Estados Unidos, anunció que permanecería en Irán y de que “tenemos futuro en Irán”. Sin embargo, también aclaró que reduciría significativamente sus actividades en Irán y que contactaría directamente a los Estados Unidos para examinar acciones que pudieran colocarle en situaciones difíciles.
La partida de grandes empresas europeas de Irán pudiera conducir claramente a un aumento en las actividades de las empresas ubicadas en Rusia y China. Sin embargo, incluso si esto ocurre, Irán tendrá dificultades para compensar la pérdida de inversiones europeas, que esperanzadamente, mejoraría el mercado laboral.
Sistema bancario
Desde que se levantaron las sanciones, ha habido un aumento en el número de conexiones entre los bancos iraníes y los bancos internacionales (corresponsalía bancaria) y en su disposición de proveer cartas de crédito a las transacciones de exportación. Al mismo tiempo, la mayoría de los acuerdos contractuales no involucran a los principales bancos y el número de acuerdos contractuales en el 2017, que fue de 238, fue menor que los 633 concluidos en el 2006. En el 2006, las sanciones estadounidenses sobre el sistema bancario iraní ya eran resultado de una disminución constante de las conexiones entre los bancos iraníes y los bancos alrededor del mundo. Presumiblemente, aumentar la presión sobre el sistema financiero también tendrá esta vez resultados similares.
En el 2016, Irán fue reconectado a la red SWIFT, lo que le facilitó la cancelación de pagos internacionales. Ante la oposición europea a las medidas estadounidenses, aún no está lo suficientemente claro el cómo afectarán las sanciones ante la capacidad de Irán para seguir liquidando pagos a través del modo SWIFT, que tiene su sede en Bruselas. El informe más reciente del Fondo Monetario Internacional, publicado antes de que se anunciara nuevamente la imposición de las sanciones, planteó la posibilidad de que Irán fuese desconectado del sistema debido a su violación a las regulaciones relacionadas con el lavado de dinero. En los últimos meses, se revelaron dificultades respecto a los acuerdos contractuales con varios bancos internacionales y el cobro de pagos a través de las exportaciones también ha encontrado dificultades.
En los últimos dos años, como parte de los intentos por cumplir con las regulaciones internacionales relacionadas a la prohibición de financiar el terrorismo y el lavado de dinero, Irán comenzó a aumentar la transparencia de su sistema bancario. Una mayor transparencia reveló la profundidad de las dificultades que enfrentan los bancos en Irán, muchos de cuyos balances contienen tasas de préstamos de doble dígitos en mora.
Irán ha comenzado a examinar la posibilidad de rehabilitar el sistema bancario a través de acuerdos de deuda, que requieren de desembolsos presupuestarios considerables. La incertidumbre económica probablemente evitará que el gobierno se comprometa a gastos presupuestarios innecesarios a corto plazo, lo que significa que el débil estado del sistema bancario iraní no será rectificado en un futuro cercano. Las fallas en el sistema bancario constituyen otro obstáculo para los intentos de rehabilitar la inversión local y para alentar el empleo dentro del sector privado.
Comercio y dependencia de las exportaciones de petróleo
En los últimos meses, Irán ha reanudado un ritmo de producción y exportación de petróleo comparable al ritmo que tuvo en el 2011, con exportaciones de petróleo que alcanzan aproximadamente a 2,5 millones de barriles diarios, en comparación con solo 1,4 millones de barriles diarios en el 2015. Aunque Irán ha disminuido algo su dependencia del petróleo en los últimos años, su economía sigue siendo extremadamente vulnerable a las medidas que dificultarían las exportaciones de energía. Los ingresos del petróleo constituyen el 35% de los ingresos totales del gobierno y la exportación de petróleo y gas natural representa alrededor del 64% de las exportaciones totales de Irán.
El impulso del esfuerzo estadounidense de perjudicar las exportaciones petroleras iraníes se enfoca en la renovación de las sanciones a las partes que interactúan con el Banco Central de Irán con el objetivo de cancelar los pagos por las transacciones petroleras. Bajo la administración Obama, Estados Unidos hizo excepciones respecto a estas sanciones a instituciones financieras de países que redujeron su tasa de compra de petróleo de Irán en un 20% cada 6 meses. Los países de la Unión Europea no aprovecharon esta opción en el 2012 y la fuerte caída en la compra de petróleo iraní por parte de los estados miembros de la UE fue debido a la decisión de la UE de unirse para aumentar las presiones sobre Irán.
Todavía no está muy claro que será lo exento a las políticas de la administración estadounidense respecto a las interacciones financieras relacionadas esta vez al petróleo. El Departamento del Tesoro recomendó que los países que consideran la ayuda futura y las exclusiones de las sanciones relativas al petróleo comiencen a reducir de una vez sus compras de petróleo a Irán dentro del lapso de 180 días.
Si la administración otorga de hecho estos exentos, muy presumiblemente la tasa de disminución de las exportaciones petroleras iraníes será menor que en el 2012. De manera similar, el ignorar deliberadamente lo adoptado por Europa con las últimas medidas estadounidenses es de clara importancia y posee el potencial de moderar una de las medidas que durante la última ronda de sanciones causaron el mayor daño a Irán. Al mismo tiempo, es muy posible que la declaración del secretario de estado respecto a la implementación de sanciones adicionales indique que Estados Unidos intentará enfocar su esfuerzo sobre las exportaciones petroleras iraníes endureciendo su política relativa a liquidar las transacciones petroleras.
Es difícil evaluar la cantidad de barriles que serán restados del mercado mundial debido a las sanciones impuestas sobre Irán. Sin embargo, las tendencias indicadoras de las dificultades previstas en las exportaciones ya son perceptibles. La empresa danesa Maersk, que posee la mayor flota de petroleros del mundo, anunció su intención de suspender sus envíos de petróleo desde Irán a partir del 4 de noviembre, 2018. Se espera que la dificultad de liquidar las transacciones en dólares estimule los esfuerzos del gobierno iraní para llevar a cabo transacciones en otras monedas.
Incluso antes de la declaración de Trump, el gobierno iraní anunció que el euro reemplazara al dólar como la unidad de medida en los informes del gobierno. El Banco Central de Irán firmó incluso un acuerdo de intercambio de divisas con el Banco Central de Turquía y declaró su intención de firmar acuerdos similares con otros bancos centrales. Las sanciones previstas prohíben todo comercio significativo con Irán en oro y riales de una manera que dejará a muchos de los socios comerciales de Irán sin mucho entusiasmo para la firma de acuerdos de intercambio de divisas o el reemplazar el petróleo iraní por oro.
Los $120 billones en reservas de moneda extranjera de Irán, suficientes para 15 meses de importaciones, le brindan un margen para maniobrar y salir a flote, lo que le permitirá participar en importaciones incluso en el caso de una reducción significativa de las exportaciones. A corto plazo, es probable que Irán no sufra una crisis que conduzca a una escasez de bienes básicos importados. Sin embargo, el deseo de evitar una rápida erosión de sus reservas en divisas dará lugar a una mayor supervisión de las importaciones, que bien pudiera sentirse en los mercados de Teherán.
Efectos políticos
Los efectos de las sanciones no se limitarán al área económica y su efectividad también debe ser examinada respecto a las políticas del régimen y a la opinión pública.
Es difícil evaluar los posibles efectos de las nuevas sanciones económicas sobre la política del régimen. El régimen iraní, bajo el liderazgo del Líder Supremo Ali Jamenei, ve la decisión del Presidente Trump de retirarse del acuerdo nuclear como prueba de su convicción fundamental de que el programa nuclear fue solo una excusa de Occidente para presionar, aislar y debilitar a Irán a fin de sentar las bases para un cambio de régimen en Teherán.
En un discurso que celebra el 35 aniversario de la Revolución Islámica, Jamenei sostuvo que Estados Unidos continúa con sus esfuerzos de lograr un cambio de régimen en Irán: “Los funcionarios estadounidenses dicen públicamente que no buscan un cambio de régimen en Irán. Eso es una mentira. Estos no dudarían ni un segundo si pudieran hacerlo”. En otra ocasión, enfatizó que los esfuerzos de Occidente por hacer frente a la amenaza de un Irán con capacidad nuclear se basan en una mentira, ya que Occidente le teme a un Irán islámico y no a un Irán con capacidad nuclear.
Sin embargo, Irán no es inmune a la presión. Su acuerdo para regresar a la mesa de negociaciones en el pasado bajo influencia de las sanciones y aceptar las restricciones relacionadas a su programa nuclear es indicativo de su disposición a moderar sus posturas en respuesta a las presiones. Las sanciones que causaron graves daños a la economía iraní y una mayor frustración entre la población también aumentaron la presión sobre el régimen para que aceptara concesiones, por temor a que la continuación de la crisis económica pudiera socavar con el tiempo su estabilidad.
Al mismo tiempo, la disposición del régimen para desviarse de su política dependerá de su evaluación subjetiva respecto a los peligros y oportunidades que este enfrenta. Esta evaluación puede cambiar de acuerdo a la visión de las diferentes facciones dentro de la élite iraní. Es probable que elementos radicales respondan a una mayor presión externa con un mayor desafío, a fin de neutralizar las posibles amenazas a la estabilidad del régimen y disuadir a los enemigos de la República Islámica. Por otra parte, elementos más pragmáticos dentro del liderazgo pudieran muy bien mostrar voluntad de moderar las posturas del régimen y adoptar una política mucho más moderada.
Al menos a corto plazo, puede esperarse que la retirada estadounidense del acuerdo fortalezca a los opositores del Presidente Rouhani, quien se opuso al acuerdo nuclear desde el principio y argumentó que la política conciliatoria del gobierno tuvo como resultado un acuerdo de rendición, en el que Irán aceptó concesiones dolorosas sin percibir nada a cambio. Las sanciones económicas también pudieran fortalecer aún más al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, cuya participación en proyectos económicos aumentó en el pasado debido al cese de las actividades de las empresas occidentales en Irán.
Aunque se espera que las presiones económicas aumenten, aún es demasiado pronto para evaluar si será suficiente para moderar la política del régimen en temas que perciben como esenciales para su seguridad nacional y su propia supervivencia. Jamenei, cuyo enfoque a las negociaciones sobre el tema nuclear fue sospechoso desde el comienzo, ve las dificultades de implementar el acuerdo como una prueba a su afirmación de que a Occidente y en especial los Estados Unidos, no se les puede confiar.
Este también lo ve como evidencia de que una mejora económica solo puede lograrse a través de una “economía de resistencia”, basada principalmente en reducir la dependencia iraní de elementos extranjeros. No es coincidencia de que el Líder Supremo declare el nuevo año iraní (que comenzó el 21 de marzo) como “el año de apoyo a los productos iraníes”. Además, desde la perspectiva de Jamenei, la capacidad nuclear militar es una póliza de seguro necesaria para la supervivencia del régimen.
Por lo tanto, es posible que bajo fuerte presión económica, el régimen esté dispuesto a llevar a cabo unas renovadas negociaciones sobre secciones específicas del acuerdo en materia nuclear (por ejemplo, cuánto tiempo estarán vigentes las restricciones al programa nuclear de Irán) o sobre ciertos aspectos de su política (por ejemplo, el alcance de los misiles que puede desarrollar o la participación iraní en las áreas geográficas que considera menos importantes, como Yemen). Sin embargo, es muy dudoso que acepte conceder activos que considera esenciales para sus intereses nacionales y especialmente para su supervivencia, tales como la opción de un programa nuclear militar, su capacidad de misiles de largo alcance y su influencia en Siria e Irak.
El impacto de las sanciones sobre la opinión pública iraní es desigual. El incremento de la presión económica resultante por sanciones más fuertes pudiera intensificar la actual protesta popular que ha sido continua en Irán en los últimos meses y pudiera fortalecer las críticas públicas hacia las políticas del régimen. Al mismo tiempo, también es probable que sea más fácil para el régimen movilizar el apoyo público en contra de Occidente. La población iraní no es monolítica y no defiende una visión uniforme sobre temas que están actualmente en la agenda nacional.
A pesar de la creciente alienación entre diferentes segmentos de la población y el régimen, la población iraní expresa a menudo su voluntad de ajustarse al régimen en caso de que cree que pudiera dañar intereses esenciales o su dignidad nacional tales como, por ejemplo, desafíos a la integridad territorial de Irán o amenazas a un ataque militar. Muchos ciudadanos albergan una actitud hostil hacia todas las expresiones de condescendencia y presión por parte de Occidente ejercidas en un esfuerzo por obligarle a aceptar los dictámenes occidentales.
Las sanciones económicas que la comunidad internacional le impuso a Irán ya han sido utilizadas por Teherán para movilizar el apoyo público en contra de Occidente con cierto grado de éxito. Aunque los iraníes se han opuesto al alto precio de las continuas sanciones, muchos han adoptado un enfoque crítico hacia Occidente, el cual se percibe en gran parte como responsable de su difícil situación.
Una encuesta Gallup en diciembre de 2012 indicó que el 47% de los ciudadanos iraníes culparon a los Estados Unidos por su difícil situación económica, mientras que solo el 10% creía que su propio gobierno era el responsable.
Una encuesta publicada en julio, 2017 por la Universidad de Maryland halló que la población iraní continuaba oponiéndose a ceder a los dictámenes de Occidente. Los resultados de la encuesta también indicaron que una clara mayoría de la población iraní apoya las medidas de represalia iraníes en caso de violación del acuerdo nuclear por parte de Estados Unidos.
El 55% de los encuestados dijo que si Estados Unidos anula el acuerdo, Irán debería reanudar su programa nuclear y no limitarse a sí mismo a una apelación a las Naciones Unidas, aunque la mayoría de los ciudadanos iraníes (el 76%) siguen apoyando el acuerdo.
Además, a pesar del potencial de las sanciones como medio para presionar al régimen iraní, también pudieran retrasar el avance hacia cambios políticos significativos. Este es el resultado del impacto severamente perjudicial que poseen sobre la sociedad civil y la clase media iraní, considerado uno de los principales agentes de cambio dentro de la sociedad iraní. La erosión de la clase media iraní bajo el régimen de sanciones causó graves daños a uno de los principales centros de poder del bando reformista.
La crisis económica ha obligado a la clase media a centrarse en la lucha por la supervivencia cotidiana y la ha mantenido demasiado ocupada para continuar la lucha por promover sus libertades políticas junto al cambio político deseado. Además, la crisis económica ha intensificado la dependencia de la clase media al gobierno, ya que la mayoría de los iraníes de clase media son empleados del sector público. Como resultado, hay menos posibilidades de que pongan en peligro su seguridad económica y laboral a través de su participación política y civil.
Conclusión
Las demandas iniciales contra Irán, así como también el hecho de que en un tiempo relativamente breve los Estados Unidos pretenden restablecer todas las sanciones que gradualmente le fueron impuestas a Irán en el pasado y que también amenazan con imponer sanciones mucho más severas, sugieren que incluso sin un acuerdo internacional de cooperación, el daño económico de las sanciones ya se dejará sentir a corto plazo.
Incluso antes de que las sanciones entren en vigencia, se espera que intensifiquen la crisis cambiaria de Irán, aceleren la inflación y perjudiquen el alcance de la inversión extranjera. La necesidad de prepararse para las sanciones obligará al gobierno iraní a desviarse de las reformas necesarias que ya han alcanzado los primeros signos de éxito y de imponer una política fiscal y monetaria moderada.
La disminución anticipada en el flujo de inversiones extranjeras dificultará la creación de nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, esto no dará lugar a un rápido aumento del desempleo o una disminución inmediata en el alcance de la producción de energía. Por otra parte, el éxito de las medidas destinadas a perjudicar el sistema bancario y atacar las exportaciones petroleras iraníes pudiera traducirse rápidamente en un aumento del desempleo, una fuerte disminución de los ingresos del gobierno y presiones inflacionarias adicionales.
La resolución estadounidense sigue siendo la variable más importante que determinará hasta qué punto estas medidas son exitosas. Aunque la Unión Europea y otros países podrán retrasar el impacto de las sanciones, el aumento de los esfuerzos para eludir las sanciones dará como resultado que Estados Unidos en realidad las intensifique, así como también la anulación a la posibilidad de ser exentos, incluyendo exenciones a la prohibición de compromisos contractuales con el Banco Central de Irán para la liquidación de las transacciones petroleras.
Las intensas medidas por parte de Estados Unidos pudieran causar considerables conmociones e impulsar a la economía iraní de regreso a la posición en la que se encontraba en vísperas al acuerdo nuclear. Sin embargo, incluso bajo las actuales sanciones, el gobierno iraní se verá obligado a volver a su política restringida que implementó entre los años 2013 y 2015.
En el pasado, esta política ayudó a frenar la inflación en cierta medida y a mantener un marco presupuestario más o menos razonable. Sin embargo, requirió que los líderes tomaran medidas impopulares y que tuvieron un impacto perjudicial en las actividades económicas. Más allá de las dificultades políticas que plantea tal política, su éxito en prevenir un deslizamiento hacia una hiperinflación junto a un impacto perjudicial a la estabilidad presupuestaria dependerá de la intensidad de la conmoción producida por las sanciones.
En conclusión, Irán ha enfrentado importantes desafíos económicos en el pasado. Además, a lo largo de los años, la población iraní ha desarrollado la capacidad de adaptarse a la crisis económica y el régimen todavía posee muchos medios de represión en caso de que las protestas se extiendan. El impacto de las sanciones sobre los ámbitos político y público dependerá no solo de la intensidad de las sanciones sino también del éxito que se persiga: cuanto menores sean las aspiraciones, mayores serán las posibilidades de éxito.
Si la administración estadounidense se esfuerza por derrocar al régimen iraní, la probabilidad de que esto suceda será muy débil incluso bajo fuertes presiones económicas. El cambio de régimen dependerá de un gran número de factores que no están necesariamente influenciados por las intervenciones externas, tales como la interacción entre los centros del poder político y de seguridad en Irán, la voluntad del régimen de utilizar medios de represión contra actos de protesta y la capacidad de la población de organizarse a sí misma para realizar una protesta efectiva.
Por otra parte, si el logro pretendido se limita a un acuerdo iraní para llevar a cabo negociaciones respecto a temas específicos que no requieren que conceda sus activos estratégicos o intereses esenciales, tales como su opción en materia nuclear y el desarrollo de misiles superficie-superficie: es mucho más probable que se realice, aunque solo sea por el hecho de que Irán parece aspirar a esperar su momento, a través de negociaciones, hasta que, entre todo lo demás, haya un nuevo presidente en Washington.
El Dr. Nizan Feldman es investigador en el INSS. El Dr. Raz Zimmt es investigador en el INSS.