Respecto al futuro de Jerusalén – Por David M. Weinberg

RESUMEN: Una mirada de cerca a la situación en Jerusalén Oriental revela acciones contradictorias: La islamización radical frente a una integración más de cerca con la Jerusalén judía. Ambas tendencias simultáneamente se encuentran en ascenso. A pesar de las complicadas circunstancias, la Jerusalén unida bajo una soberanía israelí exclusiva es la clave y no un obstáculo para la paz y la seguridad en la ciudad.

  1. La islamización en Jerusalén

Los fuegos artificiales y las fanfarrias del júbilo por la liberación de Jerusalén han puesto por debajo del radar las realidades de una situación ingobernable en Jerusalén Oriental. Las alarmas deberían estar sonando respecto a la nefasta intensificación en la participación de la Turquía de Erdoğan y otros grupos islámicos radicales en los asuntos políticos y sociales de Jerusalén Oriental.

Los detalles de estos desarrollos oscuros se pueden encontrar en una reciente exposición publicada por el Dr. David Koren y Ben Avrahami, consejeros en temas de Jerusalén Oriental para la Municipalidad de Jerusalén. Su artículo, “Los Árabes de Jerusalén Oriental entre Erdogan e Israel”, publicado en la nueva revista intelectual hebrea Hashiloach (Vol. 4, en mayo, 2017), proviene de una familiaridad íntima con los intereses contradictorios, tensiones y desacuerdos que informan sobre la vida cotidiana en Jerusalén.

De acuerdo a Koren y Avrahami, ha habido una erosión significativa en el estatus de los veteranos mukhtars de Jerusalén Oriental y la influencia de las infraestructuras políticas de Fatah y de los líderes de la Autoridad Palestina. Han surgido de dicho vacío elementos identificados con Hamás, con la facción norte del Movimiento Islámico en Israel y con la Hermandad Musulmana en su contexto más amplio.

A través de una serie de asociaciones cívicas, organizaciones sin fines de lucro y organizaciones base, muchas veces a nivel de vecindarios y a veces mucho más extensas, estos invierten decenas de millones de dólares anuales en actividades (misioneras) dawa, principalmente empresas benéficas y programas educativos con el fin de atraer a los jóvenes hacia los valores islámicos.

Existe una línea directa, dicen los autores del artículo, del dawa cívico a la radicalización y el alistamiento activo en la lucha armada contra Israel. Esto incluye a las redes sociales activas que glorifican a terroristas, mártires y prisioneros y que explícitamente llama a una resistencia violenta contra Israel. Estas redes fueron también la fuente de difamación y libelo de que Al-Aqsa está en peligro por culpa de los judíos y sionistas y por la difusión de un increíble volumen de desinformación relacionada con las acciones israelíes en el Monte del Templo.

Los autores piden por una atención especial a la creciente participación de la Turquía de Erdoğan, siendo este el patrón principal de la Hermandad Musulmana a nivel mundial. Turquía goza ahora de una popularidad sin precedentes entre los residentes de Jerusalén Oriental, escriben los autores. El apoyo público de los turcos a la causa palestina y la adopción del tema de Al-Aqsa y su decisión de inyectar millones de dólares a Jerusalén Oriental, ha obtenido para ellos gran simpatía y apoyo.

Los turcos financian gran parte de las actividades dawa en la ciudad, junto al Jeque Ekrima Sa’id Sabri como el principal agente turco (él es un antiguo gran muftí de Jerusalén nombrado por la Autoridad Palestina y hoy es el representante más prominente de la Hermandad Musulmana en la ciudad). El consulado turco en Jerusalén, la agencia de asistencia del gobierno turco y una serie de organizaciones turcas que poseen sucursales locales en Israel o en Cisjordania, están directamente implicadas también en estas actividades subversivas. Como resultado, banderas turcas ondean por todas partes en Jerusalén Oriental y prominentemente también sobre el Monte del Templo.

Los turcos también han inyectado sumas significativas a aquellos que apuestan por el Monte del Templo, para diversas actividades tales como grupos de recitación del Corán, transporte de feligreses hacia y desde la mezquita, festividades iftar en Ramadán, campañas de renovación y limpieza y similares. En general, las fuerzas islamistas en el Monte del Templo operan, intencionalmente o no, en beneficio de Turquía y en detrimento de Jordania. Estos pueden creer que el reemplazo de la presencia jordana por una presencia turca sería un acto de bienvenida y un acontecimiento muy positivo.

El principal perdedor aquí es Jordania, que durante mucho tiempo disfrutó del estatus de Guardián de los Santos Lugares y protector de los árabes de Jerusalén. Este es también el contexto de las intensas actividades de la Autoridad Palestina en el ámbito internacional, y especialmente en la UNESCO, que pretendía, aparentemente, proteger los lugares santos islámicos en contra de una toma del lugar por parte de los israelíes. Esta táctica permite a la Autoridad Palestina transmitirles a sus críticos que es el verdadero defensor de Al-Aqsa y de Jerusalén contra la amenaza de “judaización”, mientras que al mismo tiempo corroe el papel histórico de Jordania como guardián del Monte buscando contrarrestar la emergente dominación turca sobre el tema del Monte del Templo.

También debe prestársele atención a otra fuerza que va en incremento en Jerusalén, el Partido Liberación Islámico o Hizb ut-Tahrir, que posee varios miles de seguidores en la ciudad. Este grupo salafista, al igual que ISIS, busca proclamar un califato islámico global desde Al-Aqsa. Este grupo ha adquirido una influencia creciente en las premisas universitarias de toda Cisjordania, incluyendo la Universidad Al-Quds, cercana a Jerusalén. El Jeque Issam Amira de la Mezquita Al-Rahman en Beit Safafa es el predicador más sobresaliente del grupo y disfruta de libertad de movimiento, de actividad y de expresión sobre el Monte del Templo.

Mientras el Partido Liberación no es partidario del yihad violento, algunos miembros del partido pudieran “avanzar” de una mentalidad salafista a una perspectiva salafista-yihadista y unirse a las filas de ISIS. Esto podría explicar, dicen Koren y Avrahami, la presencia de células de ISIS y de agentes de ISIS en Jerusalén, tales como Fadi Al-Qunbar, quien llevó a cabo el ataque terrorista por arrollamiento en Talpiot Oriental a comienzos del 2017 y la célula de ISIS que fue capturada en el campo de refugiados Shuafat varios meses antes.

En resumen, la desintegración de las organizaciones e instituciones nacionalistas seculares palestinas en Jerusalén Oriental, junto al letargo israelí, han facilitado el surgimiento de facciones islamistas y de actores extranjeros hostiles.

La ampliada presencia extranjera en el corazón de la capital de Israel toca los acordes más profundos sobre el tema de la soberanía israelí en la parte oriental de la ciudad; y esta presencia no puede ser eliminada fácilmente.

Mi conclusión a esto es que Israel debe moverse vigorosamente para “recapturar” a Jerusalén Oriental. Si bien las medidas de seguridad significativas y determinadas maniobras diplomáticas son claramente obligadas, Israel también tendrá que asumir plena responsabilidad por los servicios que necesitan los residentes árabes de Jerusalén Oriental junto a importantes repercusiones presupuestarias.

  1. Fomentar la integración en Jerusalén

Koren y Avrahami también presentan un lado más optimista de la situación. A diferencia de la islamización descrita anteriormente, estos describen una tendencia compensatoria que gana fuerza entre los árabes de Jerusalén Oriental. Muchos árabes, dicen ellos, están avanzando hacia una mayor integración con la sociedad israelí.

Para entender esto, uno debe conocer las cifras y la situación legal.

Existen unos 320.000 residentes árabes en Jerusalén (más 50.000 residentes de Judea y Samaria que residen ilegalmente en la ciudad o por virtud al hecho de la reunificación familiar). Estos constituyen aproximadamente el 37% de la población de Jerusalén y el 20% de los árabes dentro de las fronteras generales de Israel. Cerca de 100.000 árabes de Jerusalén viven en vecindarios caóticos que se encuentran dentro de los límites municipales de Jerusalén, pero están del otro lado de la valla de seguridad.

Los árabes de Jerusalén son relativamente muy jóvenes y en situación de pobreza. Según el Instituto Nacional de Seguros, el 83% de los chicos en Jerusalén Oriental están por debajo de la línea de pobreza, frente al 56% de los chicos árabes israelíes y el 39% de los chicos judíos israelíes en Jerusalén Occidental.

Los residentes de Jerusalén Oriental poseen el estatus legal de residentes permanentes, que en la práctica es el mismo que el de los extranjeros que desean vivir en Israel durante un período prolongado. Este estatus les otorga el derecho a vivir y trabajar en Israel sin la necesidad de permisos especiales (a diferencia de los palestinos en Judea y Samaria). También les da derecho a prestaciones bajo la Ley de Seguros Nacionales y la Ley Nacional de Seguros de Salubridad. Como residentes permanentes, son elegibles para votar en las elecciones municipales pero no en las elecciones nacionales.

Obviamente, estos beneficios sociales y de salud ocupan un lugar destacado entre las razones por las cuales los palestinos prefieren vivir dentro de los límites municipales de Jerusalén, aunque pudieran obtener viviendas más baratas y mejores en otros lugares.

Los árabes de Jerusalén Oriental “están entrelazados en una maraña de contradicciones”, escriben Koren y Avrahami. “Estos afirman su identidad nacional palestina junto a una demanda sin precedentes por la ciudadanía israelí; lanzan piedras al tren ligero mientras lo utilizan; acosan a visitantes en el Hospital Hadassah en el Monte Scopus pero valoran la atención que los árabes reciben en sus clínicas y salas; protestan contra la aplicación de las leyes de planificación y construcción en los barrios árabes, a la vez que piden una mayor presencia policial allí para mantener el orden público; realizan campañas contra cualquier manifestación de normalización con Israel en concordancia con un tremendo interés en el aprendizaje del hebreo y una creciente preferencia por el certificado de matriculación israelí en lugar del ofrecido por los palestinos…”.

Koren y Avrahami creen que cada vez más residentes de Jerusalén Oriental entienden de que no existe otra alternativa al control israelí de la ciudad sobre el horizonte y que siempre estarán mucho mejor bajo la administración israelí. De hecho, el último estudio del Instituto Washington en Jerusalén Oriental, realizado en junio del 2015, halló que el 52% de los residentes árabes preferían ser ciudadanos de Israel, mientras que sólo el 42% quería ser ciudadano del estado palestino, incluso después de un acuerdo de paz.

Tal como se mencionó, existe un gran aumento en el número de habitantes de Jerusalén Oriental que rellenan y presentan solicitudes para la ciudadanía israelí; más de 1.000 en el 2016. Otros indicadores de pertenencia son los muchos programas para aprender hebreo que se han establecido en Jerusalén Oriental en los últimos años; La creciente preferencia de enviar a los chicos a las escuelas que luego conducen a la matriculación en una escuela secundaria israelí; y la creciente demanda en Jerusalén Oriental a los programas preparatorios pre-universitarios subvencionados por el gobierno israelí.

Los habitantes árabes de Jerusalén también han respondido con entusiasmo a la apertura por parte de la municipalidad en Jerusalén Oriental a centros de empleo, consejos comunitarios a nivel de vecindarios y a una incubadora de alta tecnología.

Además, se ha hecho referencia al importante esfuerzo que realiza la municipalidad de Jerusalén para reducir las disparidades y mejorar el nivel de servicios e infraestructura en los barrios árabes, con énfasis en las carreteras (más de 50 millones de NIS al año) y a las aulas de clase (500 millones de NIS durante la próxima década).

“Ante nuestros ojos”, escriben los consejeros municipales de asuntos árabes, “incluso las manifestaciones de protesta de los habitantes de Jerusalén Oriental en la Plaza Safra, frente al Ayuntamiento no son incomodidades, sino un fenómeno que es ya acogido y que expresa un reconocimiento de facto de que la municipalidad es la dirección adecuada para resolver sus problemas. Este es el fruto de la normalización”.

“Creemos que, a pesar de su identidad nacional palestina, amplios sectores de la población árabe de Jerusalén Oriental han llegado a alcanzar una actitud pragmática respecto a las autoridades israelíes. Cada vez más, estos ven a Israel no sólo como un culpable al que hay que achacarle toda la responsabilidad por sus dificultades, sino como la única fuente posible para resolver sus problemas y cambiar para bien sus vidas.

“Existen muchos palestinos en Jerusalén Oriental que han alcanzado el nivel instrumental de aprovechar las ventajas ofrecidas por la mitad occidental de la ciudad y ahora desean participar en la sociedad israelí a un nivel mucho más profundo, aprendiendo de esta, relacionándose con ella e incluso uniéndose a ella. Una expresión de esto es el creciente número de adolescentes de Jerusalén Oriental que realizan su servicio civil luego de salir de la escuela secundaria”.

Koren y Avrahami argumentan que Israel debe invertir en estas tendencias favorables, ya que posee implicaciones estratégicas tanto para la unidad de la ciudad como para su situación de seguridad. “En otra próxima década o dos, los adolescentes que hoy se involucran más profundamente con la sociedad israelí serán los pragmáticos que moderaran a la sociedad palestina”.

Durante las recientes rondas de violencia, estos denotaron que profesores y directores salieron a las calles para que sus alumnos frenaran sus emociones y evitaran atacar a personas inocentes, tanto árabes como judíos. “En décadas futuras, quizá a estos profesores se les unan empresarios, activistas comunitarios y figuras culturales que se esfuercen por introducir un respeto mutuo y sensibilidad a la turbulenta realidad de Jerusalén”.

  1. ­­¿Por qué Jerusalén no puede ser dividida?

Las propuestas para la división política de Jerusalén son discutidas internacionalmente con poca conexión a la realidad. Estos planes fueron desarrollados con el objetivo de permitir que sectores de la ciudad se convirtieran en la capital de un estado palestino; y para algunos israelíes, tales planes también significan que están destinados a librar a Israel de las partes problemáticas del sector oriental.

Una consideración exhaustiva de estas propuestas lleva a la conclusión de que son inviables, imprudentes y sobre todo, injustificadas.

El peor plan es el del ex Miembro del Knesset Jaim Ramon (de los partidos Laborista y Kadima) para una retirada unilateral israelí de 28 barrios predominantemente árabes en Jerusalén Oriental. Ramón hará que Israel corte calladamente a 200.000 árabes de la Jerusalén israelí y construirá un muro inmenso e impermeable entre las dos partes de la ciudad.

Esto le ahorrará a Israel unos tres billones de shekels israelíes (850 millones de dólares) en servicios a cortes a realizar a los árabes, argumenta Ramón y reducirá el porcentaje de árabes en la Jerusalén judía del 40% al 20%.

La propuesta de Ramón para la división brutal y unilateral de la ciudad es reminiscente a la desastrosa retirada de Gaza, con la adición quizás de cocodrilos dentro de una fosa en Jerusalén y con zonas de asesinatos al estilo Berlín a ambos lados de la frontera.

Sin duda, la horripilante idea conducirá a una posible situación de seguridad peor. La beligerante clausura de Jerusalén en una soberanía árabe y judía hundirá la ciudad en una batalla. Jerusalén se convertirá en el centro de las fantasías islámicas radicales; Una ciudad que haría de Belfast en su peor momento se vea como un paraíso.

La razón principal de esto es que cualquier sección de Jerusalén bajo dominio árabe sin una presencia de seguridad israelí se convertirá inmediatamente en la Zona Cero para las feroces guerras que se libran dentro del mundo árabe sobre el estilo de vida islámico, su ideología y legitimidad.

Cada una de estas fuerzas buscará probar su supremacía y reforzar su legitimidad obteniendo control y luego atacando a Jerusalén Occidental. ¿Qué mejor manera de probar la lealtad a la causa islámica que atacar al remanente de la presencia israelí en la ciudad (incluyendo la Antigua Ciudad) desde una base de operaciones a ras de la brillante barrera de Ramon?

El plan de Ramon también ignora el argumento estratégico que el control israelí total sobre la llanura principal de Jerusalén es el eje de la mayor postura dentro del tema de seguridad del país.

Tal como lo han escrito el Mayor General (ret.) Gershon Hacohen y el Profesor Efraim Inbar del centro BESA, Jerusalén hace la función de ancla del eje crítico oeste-este que va de la llanura costera hasta el Río Jordán.

El que Israel retenga a largo plazo el arco estratégico desde Yafo hasta Jericó, afirman ellos, requiere del dominio israelí en Jerusalén y sus alrededores. Esto debería ser reforzado por el asentamiento en la Zona E-1, la expansión de Maale Adumim hacia el este y el refuerzo de la presencia militar y civil de Israel en mantener una frontera defendible en el Valle del Jordán.

Otro plan, que cuenta con el apoyo de varios elementos políticos palestinos, redistribuirá la ciudad en barrios independientes con municipalidades separadas palestinas e israelíes.

Ninguna barrera física dividirá las dos partes de la ciudad y una agencia conjunta coordinara las funciones entre las dos alcaldías. De alguna manera, la seguridad en general permanecerá en manos israelíes.

Koren y Avrahami creen que la mayor oposición a esta propuesta será expresada por los propios árabes residentes de Jerusalén, que ven a la Autoridad Palestina como un régimen corrupto y fracasado que no posee ningún compromiso de prestarles ningún tipo de servicios a los ciudadanos.

Estos sospechan que los árabes de Jerusalén huirán de la parte oriental a la parte occidental de la ciudad en tal situación, a fin de mantener sus beneficios que Israel les ofrece en el área de salud, educación y seguridad social y disfrutar de las libertades culturales y políticas israelíes.

Estos argumentan que el plan de “dos municipios” tampoco funcionará porque ignora la rutina compartida de la vida cotidiana que se ha desarrollado en la Jerusalén unida en áreas tales como el transporte, empleo, la atención sanitaria y compras. Esto hace de la división municipal algo dificultoso de llevar a cabo e injusto, si no imposible.

“Una mirada al mapa de la ciudad pone de manifiesto que los barrios árabes y judíos están entrelazados y a veces sólo a unos pocos metros de distancia y viven de la misma infraestructura municipal. El sistema de trenes ligeros de Jerusalén, que de vez en cuando ha sido objeto del lanzamiento de piedras por manifestantes palestinos precisamente porque es un símbolo de la utilidad de una ciudad unida, es un buen ejemplo de esta realidad”.

Teniendo en cuenta todo esto, es sorprendente que muchos observadores internacionales todavía asuman que dividir a Jerusalén conducirá a la prosperidad de la ciudad y a la paz entre israelíes y palestinos.

Muy probablemente ocurra lo contrario: Una Jerusalén dividida morirá y conducirá a la violencia que succionará la sangre vital de la ciudad en todos los sentidos cultural, religiosa, económicamente y más.

Por lo tanto, Israel sin ningún tipo de descaro debería recordarles a todos que desde hace ya 50 años ha manejado la complicada ciudad con sofisticación y sensibilidad. Ha desarrollado sagazmente la ciudad de un pueblo remanso a una capital internacional verdaderamente radiante que brilla con energía y creatividad – abierta a todos.

Israel debería, quizás, ser incluso más directa, y decir verdades centrales tales como estas: Israel ha desarrollado a Jerusalén como una ciudad atractiva porque le importa; porque Jerusalén es la pieza central histórica del pueblo judío y del estado moderno de Israel.

Sin embargo, a los árabes y palestinos, realmente no les importa Jerusalén; Nunca les importó. De hecho, lo consideraran un triunfo si Jerusalén se viese destrozada por conflictos y pobreza tal como se la vio arruinada durante 1.000 años y fuese perdida a manos de los judíos en tal estado.

En resumen, una Jerusalén unida bajo exclusiva soberanía israelí es la clave y no un obstáculo, a la paz y seguridad en la ciudad. Una violenta división de Jerusalén sería patentemente imprudente, extremadamente injusta para la historia judía y un insulto indebido a la buena y justa administración de la ciudad por parte de Israel.

 

 

David M. Weinberg es director de asuntos públicos en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat y columnista diplomático de los diarios El Jerusalén Post e Israel Hayom, en los que este artículo fue publicado por primera vez.

 

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