Testimonios publicados recientemente por los clérigos iraníes reflejan su preocupación por la continua erosión de su estatus público y que ofrecen un vistazo a la creciente alienación por parte de la población hacia estos. Aunque este no es un fenómeno nuevo, la cobertura del tema en los medios de comunicación iraníes atestigua sus dimensiones junto a una mayor conciencia dentro de la institución religiosa en sus posibles implicaciones. A medida que la Revolución Islámica se acerca a su cuadragésimo aniversario, la influencia de la religión en la sociedad iraní continua reduciéndose en fuerza y la confianza pública en las instituciones administrativas del país continúa en decadencia. Ante la intensificación de la crisis económica y la incapacidad de la República Islámica en abordar adecuadamente las dificultades que enfrentan los ciudadanos en Irán, los clérigos asociados al régimen son percibidos como los principales responsables de sus fracasos. La continua erosión de su estatus amenaza con socavar la propia legitimidad del régimen y dificultar que la República Islámica garantice la continuación del “mandato del jurisprudente”, en especial cuando Ali Jamenei ya no esté en las funciones de Líder Supremo.
Los recientemente testimonios publicados por los clérigos iraníes reflejan su creciente preocupación por la continua erosión de su estatus público entre la población en general. En una entrevista el 14 de septiembre, 2018 con el diario en la red Khabar Online, el clérigo Hojjat-ul-Islam Nasser Naqavian, conocido por sus opiniones altamente críticas al sistema de gobierno iraní, advirtió que los clérigos estaban perdiendo gradualmente su estatus. En el trasfondo de la entrevista de Naqavian se puede encontrar la controversia que surgió tras las protestas de mediados de agosto por parte de los clérigos sobre los temas de la situación económica y la propagación de la corrupción en el principal seminario religioso en Qom convirtiéndose esta en una acerba manifestación en contra del Presidente Rouhani. Voces en la manifestación denunciaron al presidente y una señal advirtió que su destino podía ser el mismo que el del ex-presidente Akbar Hashemi Rafsanjani, quien murió en enero, 2017 en circunstancias que no están del todo claras. Según Naqavian, los clérigos les habían brindado apoyo a los ciudadanos, quienes dependían de ellos, confiaban en ellos y les consultaban sobre los temas personales más sensibles. Sin embargo, la participación en los asuntos políticos ha sido perjudicial para el estatus público de los clérigos y muchos ciudadanos hoy ni siquiera están dispuestos a saludarlos en las calles. La creciente brecha entre el régimen gobernante y la población iraní, sostuvo Naqavian, plantea un dilema para los clérigos, ya que les obliga a elegir entre el régimen, en el que juegan un papel importante y los ciudadanos del día a día, quienes continúan sufriendo las injusticias del régimen. Naqavian también enfatizó que no existe nada malo en que las figuras religiosas adopten una postura política o una visión crítica. Sin embargo, cuando lo hacen, debe ser dirigida a las diversas facciones políticas en oposición a una sola facción, tal como la facción reformista moderada.
Al mismo tiempo en que fue difundida esta entrevista, varios portales iraníes publicaron un editorial escrito por Mehrab Sadeqnia, profesor del seminario religioso de Qom, sobre la creciente hostilidad pública hacia los clérigos. Sadeqnia escribió que, él generalmente, se abstiene de caminar por las calles de Teherán con el tradicional atuendo de clérigo para evitar recibir respuestas hostiles del pueblo. Cuando tuvo que viajar recientemente a Teherán en el metro con su atuendo religioso, se topó con el odio de la población civil, quienes le miraron de forma hostil y en algunos casos le abordaron con comentarios despectivos, como ejemplo, cuando “un joven se me acercó y me dijo enojadamente: Déjenos tranquilos, ustedes han destruido nuestra religión”. Sadeqnia describió su inquietante experiencia durante el viaje, en el que ningún pasajero le ofreció su asiento en el tren, a pesar de su avanzada edad. “Traté de ocultar el dolor que sentía en mis rodillas, pero fue imposible. Entre las miradas que recibí, distinguí a algunos que se alegrarían verme en el piso”.
El estado de erosión de los clérigos iraníes no es un fenómeno nuevo. En años recientes, los clérigos y diarios iraníes, principalmente del bando reformista y del ala pragmática del bando conservador, han advertido un creciente sentimiento de alienación entre la población en general hacia las figuras religiosas. Estos argumentan que hasta comienzos de la Revolución Islámica, los clérigos estaban asociados a la lucha popular por la justicia social y contra la opresión política y que esto fue definitivamente un factor significativo en el apoyo que recibieron del pueblo. Hoy los clérigos están asociados al régimen islámico; En lugar de criticar a las autoridades y supervisar las acciones del gobierno, los clérigos se han convertido en los ejecutores de las políticas del régimen. Su condición económica relativamente favorable y su tendencia a no asociarse con los laicos les distancian del pueblo, que ya no les considera como representantes de la religión sino como representantes del régimen gobernante.
En octubre de 2017 el clérigo reformista Mohammad Ali Abtahi se quejó por la influencia negativa de politizar a la institución religiosa desde comienzos de la revolución. En una realidad en la cual antiguos cargos en la institución iraní, incluyendo al Líder Supremo, el presidente y el jefe de la autoridad judicial, son ocupados por clérigos, este observó que muchos ciudadanos responsabilizan a la institución religiosa por la actual crisis económica y la creciente corrupción considerándolos como la raíz del problema. En una excepcional crítica publicada en septiembre, 2017 el editor del diario iraní Jomhuri-ye Eslami, siendo él mismo clérigo, sostuvo que los clérigos se han desviado de sus roles tradicionales en las mezquitas y de los seminarios religiosos y que ahora están lidiando con temas políticos, económicos y militares que no son parte de su agenda legítima y al hacerlo, dañan y perjudican su imagen pública.
A medida que el estatus de los clérigos erosiona, la población continúa distanciándose de la religión. Esto se manifiesta, por ejemplo, en el hecho de no mantener el código de vestimenta islámico y su ausencia en las mezquitas. Un artículo publicado en septiembre de 2017 por un portal de noticias iraní llamó la atención sobre la escasa asistencia en las mezquitas, que vinculaba a la creciente tendencia de alienación entre la población en general de los clérigos, quienes prefieren los cargos administrativos en el sector público para contactar con miembros fieles de la población. Los clérigos de hoy día también se les perciben en gran medida como irrelevantes, principalmente por miembros de la generación más joven. La posición intransigente de los clérigos conservadores, por ejemplo, en su oposición a las actuaciones musicales públicas y su insistencia en el código de vestimenta islámico, los aleja de los jóvenes, quienes argumentan que su enfoque extremista es inconsistente con el estilo de vida moderno y refleja su inclinación para lidiar con problemas menores en lugar de las verdaderas dificultades de la población. El incremento de la población civil en distanciarse de la religión no se ha perdido en los altos líderes de la institución religiosa. En su sermón de los viernes en vísperas al aniversario de la Revolución Islámica en el 2014, en la ciudad de Mashhad, el predicador Ayatolá Seyyed Ahmad Alamolhoda advirtió que culturalmente, la sociedad iraní estaba peor que antes de la revolución y se quejó de que los jóvenes preferían ver películas y la televisión por satélite y escuchar música en lugar de relacionarse con los temas religiosos.
Si bien este no es un fenómeno nuevo, la creciente atención al tema en los medios de comunicación iraníes refleja sus dimensiones y una mayor conciencia en toda la institución religiosa hacia sus posibles implicaciones. A casi 40 años después de la Revolución Islámica, el impacto de la religión en la sociedad iraní disminuye y la confianza de la población en la institución religiosa se ha erosionado. La intensificación de la crisis económica en los últimos meses, el continuo fracaso de las autoridades en proveer soluciones a las dificultades económicas y sociales de los ciudadanos del país y las manifestaciones de corrupción en las esferas públicas y gubernamentales aumentan la frustración entre los ciudadanos. Buscando chivos expiatorios a quienes culpar, los encuentran dentro de la institución religiosa, el cual está asociado al régimen y es percibido en gran parte como responsable de sus fracasos. Como resultado, no solo continúa erosionando el estatus de los clérigos en Irán, sino que la religión está perdiendo gradualmente su atractivo.
En esta etapa, los clérigos de la institución todavía disfrutan de hegemonía como resultado de sus posturas de control no elegidas públicamente en las instituciones políticas. Sin embargo, la continua erosión de su estatus pudiese resultar perjudicial a la propia legitimidad del régimen y plantear un desafío importante para este. La intensificación de las críticas hacia los clérigos pudiera hacer difícil que la Revolución Islámica garantice la continuidad del “mandato del jurisprudente” y pudiera afectar la imagen del régimen, especialmente en el futuro, luego de la muerte del actual Líder Supremo Ali Jamenei.