Es en interés de Israel, Estados Unidos, Europa y es de interés también de los Estados árabes occidentales que Jordania continúe siendo estable y segura. Abdullah ha proporcionado estabilidad frente a la agitación regional.
A pesar de toda su retórica sobre el deseo de ver un estado palestino soberano e independiente en Cisjordania, eso es lo último que desea el rey de Jordania, Abdullah II, si lo que espera es conservar su puesto. Como diría mi madre, él no necesita “un loch im kopf”, y eso se aplica a la última idea reciclada por la administración Trump y que acaba de ser publicada.
Se ha encomendado a Jared Kushner, yerno del Presidente, que prepare el “acuerdo del siglo” para llevar la paz entre los israelíes y los palestinos, incluso si ninguna de las partes ha demostrado tener algún interés real en concretar tal cosa. El plan Trump, de acuerdo con los que se ha informado, en particular por boca del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, recuerda una propuesta de 1972 para una confederación entre Jordania y Cisjordania. La propuesta no imaginaba un estado palestino ni una paz con Israel.
Funcionarios israelíes negaron que el primer ministro, Binyamin Netanyahu, fuese el autor de la idea y quien se la vendió a su amigo Jared. Netanyahu ha lamentado mucho su fuertemente condicionado respaldo (del año 2009) a la solución de dos estados a favor de lo que él llama “menos que un estado”, o un estado semi-autónomo con control de seguridad israelí – una propuesta que ningún líder palestino, presente o futuro, es probable que acepte.
A diferencia de sus predecesores, la administración del presidente estadounidense, Donald Trump ha evitado respaldar la solución de dos estados, que se oponen los principales donantes republicanos judíos, Kushner y su equipo de abogados judíos ortodoxos y los evangélicos que son la base republicana del presidente.
Abdullah instó personalmente a Trump a no apresurarse a reanudar las conversaciones de paz. Él sabe mejor que nadie que ninguno de los dos lados está listo para ponerse serio, tal vez ni siquiera esté listo para comenzar a hablar sobre el comienzo de las negociaciones. Por ahora, los palestinos no pueden hacer las paces entre ellos, y mucho menos con Israel.
El embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman, le dijo en privado a un grupo de visitantes judíos estadounidenses que los poderes regionales ya no están presionando para un renacimiento de las negociaciones de paz. Agregó que el lanzamiento del plan de paz de Trump “no es inminente”, según The Jerusalem Post.
Trump también trastornó las cosas por su decisión abrupta de suspender la ayuda a la UNWRA, la agencia de ayuda para los refugiados palestinos, en lugar de eliminarla gradualmente y presionar por la reforma. Netanyahu aplaudió la medida, pero Jordania advirtió que el corte plantea “implicaciones humanitarias, políticas y de seguridad extremadamente peligrosas para los refugiados y para toda la región”.
Después que Abbas fuese informado sobre el plan de paz de Estados Unidos, agregó un nuevo giro, diciendo ante un grupo de activistas por la paz israelíes que cualquier confederación debe incluir a Israel – una ruta de puerta trasera a la solución de un estado que parece cada vez más atractiva para muchos, de cara a la intransigencia palestina y a la expansión de asentamientos israelíes. Hacer que el plan Trump sea aún más inaceptable para los palestinos sería su posible llamado a separar Gaza de Cisjordania y a Palestina y vincularla a Egipto.
El portavoz del gobierno jordano rechazó rápidamente la propuesta de la confederación y reiteró el compromiso “firme y claro” de su país con la solución de dos estados. Jordania ha dicho que no se puede hablar de confederación hasta que haya un estado palestino soberano con su capital en el este de Jerusalén y un acuerdo de paz con Israel.
El equipo estadounidense sabe que la idea de la confederación ni siquiera tiene para comenzar, pero quizás es por eso que la compraron. Podrían decir que están pensando fuera del cuadrado, como lo prometió el presidente, aunque en realidad están reciclando una vieja idea. Del mismo modo, Israel podría alabar el concepto, bajo la confianza que los palestinos sumariamente rechazarían la idea, abriendo el camino para que Trump pueda decir que trató y los palestinos, que han sido golpeados durante tanto tiempo, son el problema.
Israel no está interesado en ningún plan de confederación. El rey Abdullah lo sabe y esa es su póliza de seguro; cualquier plan de ese tipo podría ser desastroso para su reino hashemita.
Una confederación entre las dos orillas del río Jordán estaría dominada por los palestinos y sería una amenaza para el futuro del reino. Aproximadamente el 70% de la población jordana de casi 10 millones es de origen palestino, incluidos unos dos millones estimados con el estatus de refugiado. Agregue a eso casi tres millones en Cisjordania y el dilema de Abdullah se vuelve claro.
Arafat intentó derrocar al padre del rey, el rey Hussein, en el Setiembre Negro de 1970 y sólo la amenaza de una intervención israelí para evitar que Siria acuda en ayuda de la OLP impidió la toma del poder de los palestinos en Jordania.
La posición declarada de Jordania en apoyo de dos estados es exactamente lo opuesto a lo que el gobierno realmente desea, según el Prof. Dan Schueftan, director del Centro de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Haifa. El rey Abdullah impulsa la causa palestina debido a la política nacional e interárabe, pero la estadidad de los palestinos es lo último que quiere.
“Para sobrevivir, Jordania tiene que pretender que quiere un estado palestino porque los palestinos son el mayor componente de la población, pero sabe que lo primero que harían los palestinos (en una confederación) sería llamar a los iraníes”, dijo Schueftan. “El rey solo tiene que mantener la retórica de la estadidad y puede estar seguro que nada va a suceder mientras el liderazgo y las políticas actuales prevalezcan tanto en el lado israelí como en el palestino”, dijo Schueftan.
Abdullah enfrenta crecientes presiones internas de elementos radicales, particularmente la Hermandad Musulmana, así como de Irán y sus representantes, quienes llegan a Siria, Irak y Líbano. Esas fuerzas presionan continuamente a Jordania para derogar su tratado con Israel. Por otro lado, Jordania es un socio en tema de seguridad crítico de Israel. Sentado en la encrucijada de Oriente Medio, Jordania necesita que Israel se mantenga firme contra las amenazas de Siria y de Irán a su soberanía.
El Reino Hachemita de Jordania no quiere ser Palestina. Perdería su identidad nacional. A los líderes jordanos les preocupa que las conversaciones estadounidenses sobre confederación fomenten involuntariamente la toma palestina de su país por parte de los palestinos. Como dijo el difunto Rey Hussein, “Jordania no es Palestina”.