¿Qué pasó con la política de ambigüedad de Israel respecto a Siria? – Por Shmuel Even (INSS)

En el mes de marzo de 2018 y con la aprobación de la censura militar, Israel se responsabilizó oficialmente por la destrucción del reactor nuclear sirio el 6 de septiembre de 2007 en una operación contra lo que se consideró una amenaza existencial emergente. Antes del anuncio público, altos funcionarios israelíes confirmaron que, durante varios años, las FDI habían atacado envíos de armas estratégicas en Siria que iban dirigidas a Hezbollah y consideradas un peligro intolerable para Israel. Estas declaraciones oficiales han puesto fin a la política de ambigüedad de larga data de Israel sobre una serie de ataques aéreos dentro de territorio sirio.

Antecedentes conceptuales

Una política de ambigüedad es posible cuando existen varios elementos: la ejecución de ataques clandestinos, el no responsabilizarse por las operaciones y mantenerlos en secreto más allá de cualquier período necesario por razones operativas y relacionadas a los servicios de inteligencia. Con el propósito de desviarse de una política de ambigüedad, es suficiente anular incluso una sola de las condiciones. Las operaciones clandestinas son operaciones cuyos resultados son generalmente evidentes al enemigo, pero se ejecutan de una manera que oculta la identidad del atacante o que le permite al atacante el poder negarla. La presunción de responsabilidad de un ataque por parte de Israel se refiere a acciones que pueden interpretarse como el admitir que Israel llevó a cabo el ataque, desde informes en los medios de comunicación israelíes (confiando no solo en fuentes extranjeras) a declaraciones de individuos importantes bien informados, es decir, altos funcionarios y portavoces israelíes.

La política de ambigüedad de Israel frente a Siria

Luego del ataque al reactor nuclear sirio en septiembre de 2007 Siria responsabilizó a Israel, pero negó la naturaleza del objetivo. Damasco afirmó que el blanco atacado era una estructura militar no utilizada y que los informes de los Estados Unidos sobre un ataque a una instalación nuclear o un ataque contra un convoy de armas destinado a Hezbollah eran falsos. Esta respuesta reflejó la preocupación de Siria de que el descubrimiento de su participación en un programa nuclear conduciría a una reacción por parte de Occidente, que no le fue perdonado a Libia o a Irak por el mismo tema. Siria declaró que conserva su derecho de responder al ataque, pero hasta la fecha no ha reaccionado. Parece ser que la moderación tomada por Siria fue ayudada por la ambigüedad de Israel. Una ambigüedad similar también fue utilizada en ataques posteriores en suelo sirio, atribuidos a Israel, destinados principalmente a detener los envíos de armas avanzadas desde Irán a Hezbollah en el Líbano, lo que Israel considera una amenaza (“intolerable”) de muy alto nivel para su seguridad.

Abandonando la política de ambigüedad sobre Siria

Luego del ataque al reactor en septiembre de 2007 se encontraron tanques de combustible de aviones desacoplables, con escritura hebrea, en suelo turco e Israel se vio obligada a emitir una disculpa a Turquía. Además, fuentes dentro de la administración estadounidense filtraron comentarios a la prensa y altos funcionarios políticos israelíes se refirieron a una operación en los medios de comunicación, ya sea directamente guiñando el ojo y con un codacito (“Si es que hubo una incursión, esta fue necesaria”).

Con el paso del tiempo, los medios de comunicación extranjeros revelaron más información sobre el ataque al reactor nuclear sirio, incluyendo detalles basados en conversaciones con israelíes bien informados. Uno de los informes principales fue una exposición exhaustiva publicada en la revista The New Yorker en el 2012. Informes extranjeros iniciales en el exterior fueron de utilidad para Israel, ya que le revelaron a la comunidad internacional el hecho de que Siria había estado involucrada en el desarrollo de armas nucleares y Siria no tuvo otra alternativa, sino la de cumplir con una inspección por parte de la AIEA. Luego, fue posible darle importancia a los informes, como disuasión en el contexto iraní. Además, los informes del exterior sirvieron como argumento frente a los censores israelíes para poner fin a lo secreto del asunto.

La política de ambigüedad israelí sobre Siria continuó evitando cualquier presunción de responsabilidad por otros ataques aéreos en Siria atribuidos a Israel contra las armas destinadas a Hezbollah en el Líbano transportadas a través de territorio sirio. Bashar Al-Assad nunca respondió a los ataques. La ambigüedad ayudó a Siria a mantener moderación, aunque la razón principal de la restricción parece haber sido la preocupación de Siria por involucrar a Israel en la guerra mientras todavía se encontraba atrapado en la guerra civil que estalló en el 2011.

El General de División Amir Eshel, comandante saliente de la Fuerza Aérea de Israel, se refirió a tales tácticas en una entrevista con el diario Haaretz en agosto de 2017. Según Eshel, en los últimos cinco años, las FDI han atacado los envíos de armas destinadas a Hezbollah y a otras organizaciones en otras arenas cercanas más de 100 veces. Este mencionó que los ataques se llevaron a cabo “bajo el radar” para no arrastrar a Israel hacia una guerra. La entrevista, que puede interpretarse como que Israel asumió amplias responsabilidades por los ataques (sea esta o no su intención), fue dada luego de una serie de mensajes disuasivos relacionados con los ataques a Siria emitidos por el escalafón político. Por ejemplo, en marzo de 2017 el Primer Ministro Binyamin Netanyahu declaró que “si los servicios de inteligencia lo dicen y existe la probabilidad operacional, nosotros atacamos y tales ataques continuarán”. El Ministro de Defensa Avigdor Liberman, dijo que la amenaza de los misiles de precisión es “intolerable” y que Israel debe actuar para contrarrestarlos.

La divulgación del ataque al reactor nuclear

En este contexto, el 21 de marzo de 2018 el interventor militar autorizó la publicación de detalles sobre la destrucción del reactor nuclear en el 2007. Para la población israelí, que conocía los detalles previamente publicados en el extranjero y citados en Israel, el principal ítem de interés noticioso fue el de Israel en asumir responsabilidad vocal por el ataque. Las grandes preguntas formuladas en el discurso público fueron cuanto bien le hizo la publicación a Israel y si esta podía causarle algún daño. Los partidarios de la revelación afirmaron que “la población tenía derecho a saber” cómo se tomaba las decisiones del gobierno. También enfatizaron la necesidad de más lecciones aprendidas en la institución de seguridad y la comunidad de los servicios de inteligencia y la importancia de la disuasión. Los opositores de la revelación afirmaron que esta le permite al enemigo conocer el itinerario por el cual el reactor fue descubierto por la inteligencia israelí. En el contexto de la “guerra crediticia”, el Ministro de Defensa Liberman, dijo que “parte de [la información filtrada] causó daños sustanciales a la seguridad de Israel”. También se dijo que la asumir vocalmente la responsabilidad del ataque al reactor nuclear no se alineaba con el interés de Israel en aliviar las tensiones en la plaza y fue susceptible a ser tomado en cuenta en futuras consideraciones en lo referente a una respuesta.

Desde el punto de vista propio del interventor, que posee estatus soberano, la decisión de permitir la publicación fue hecha ante la dificultad de continuar argumentando en la Corte Suprema de Justicia en contra de la publicación y previa consulta con la institución de defensa. El interventor opera sobre la base de una directriz que dice que el principal interventor militar no posee autorización de prohibir la publicación de información a menos que parezca que la publicación le causará verdadero daño a la seguridad del estado.

Finalmente, el comité ministerial sobre el otorgarle permiso para la publicación a los actuales y anteriores empleados públicos autorizó la publicación del libro de Ehud Olmert (En Primera Persona, 2018), que entre otras cosas, se refiere al ataque. Al mismo tiempo, el comité superior no es sustituto del interventor, su área es muy limitada y no pretende determinar los cambios en la política de seguridad y de asuntos exteriores del país en nombre del gobierno, tales como poner fin a la política de ambigüedad.

Importancia y recomendaciones

Las filtraciones fueron la razón principal del daño a la política de ambigüedad, incluyendo los diversos juegos en semántica desempeñados por los principales políticos en los medios de comunicación y el uso de canales de publicación extranjeros más allá del alcance del interventor israelí. Aparte del tema de si asumir responsabilidad por el ataque fue justificado o inevitable, lo cual va más allá del alcance de este artículo, parece ser que Israel asumió la responsabilidad de la acción a través de la oficina del interventor, que parece haber realizado su operación de la mejor manera que pudo.

En el futuro, lo mejor es que la decisión sobre las políticas de esta naturaleza, así como también las decisiones de suspenderlas, se hagan dentro del gabinete de seguridad política y bajo la supervisión del subcomité del Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa del Knesset. Otra opción es ampliar el área de acción del comité ministerial de publicaciones para incluir la política de divulgaciones. Estos foros serían sabios para discutir las siguientes preguntas:

¿Es presumir responsabilidades por parte de Israel susceptible a convertirse en una única consideración entre muchas por parte de un régimen enemigo sobre si responder tarde o temprano, o incluso reducir el “alcance de la contención” ante futuras actividades por parte de los israelíes?

¿Puede el presumir responsabilidades por un tema determinado afectar la capacidad de Israel de continuar haciendo uso efectivo de la estrategia de ambigüedad en esta área a futuro, en otras áreas y en otros temas? ¿Si es así, cómo?

¿Cómo afectará sistemáticamente el asumir responsabilidades ante las reacciones de terceros y las luchas de Israel en la arena internacional?

Las decisiones políticas también simplificarán el trabajo del interventor, no solo para retener información, sino también para divulgarla. Más allá del aspecto legal, parece ser que la directriz del interventor (establecida por el Tribunal Superior de Justicia en 1989 en un contexto diferente) no es adecuada para los casos en que es difícil para el Estado afirmar, con alto grado de certeza, que cierta revelación afectará la conciencia y las acciones de un gobernante enemigo; sin embargo, está claro que si existe tal efecto, esto pudiera tener repercusiones significativas. Por lo tanto, es mejor relacionarse con las expectativas de daño de una revelación dada. Al mismo tiempo, se recomienda establecer diferentes categorías para autorizar publicaciones que impliquen asumir responsabilidades. Parece ser que existe una diferencia esencial entre “asumir responsabilidades”, expresada en el permiso para publicar artículos basados en fuentes anónimas de información en Israel y una publicación altamente sonora de la institución israelí acompañada de declaraciones disuasorias, que puedan ser entendidas por el enemigo como autorización para un acto de guerra contra este y un desafío otorgado a este. Estos temas deberían discutirse en el gabinete y en el Comité de Asuntos Exteriores y de Defensa del Knesset.

La actual política de ambigüedad sobre Siria respecto a los ataques por parte de las FDI descrita anteriormente ha sido suspendida o al menos ha perdido importancia en su significado, porque incluso si Israel continúa aplicando una política de ambigüedad específica respecto a operaciones particulares, ya ha asumido una responsabilidad general. No obstante, en acciones similares en el futuro, es mejor que Israel mantenga el más bajo perfil posible.

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