RESUMEN: La ineficacia y torpeza de Israel para frustrar a Hamás en el frente de Gaza, incluso si este persistentemente empeora la vida de los 20.000 ciudadanos israelíes que viven en las zonas “circundantes a Gaza”, es realmente una vergüenza nacional. Sin embargo, el Primer Ministro Binyamín Netanyahu tiene razón en que este dolor debe ser soportado mientras Israel se enfoca en la amenaza iraní y en el frente norte de Israel.
Es vergonzoso que Israel permita que el enviado de Qatar distribuya dinero en efectivo por Gaza – efectivo que ciertamente llega a las arcas de Hamás – solo para ser devuelto a través de un violencia incitada por Hamás a lo largo de la cerca fronteriza.
Es vergonzoso sentarse y observar el cómo Hamás innova continuamente nuevos medios de violencia – primero, manifestaciones semanales; luego hostigamientos diarios utilizando ruido, humo, basura y excrementos; luego globos incendiarios; luego globos con explosivos; y ahora drones cargados de explosivos – mientras que a las FDI se les ve congeladas en sus respuestas.
Es vergonzoso ver al enemigo utilizar medios baratos y abundantes a fin de socavar los profilácticos israelíes cuyos costos, como los de la cerca y el muro subterráneo, suman ya cifras en billones.
Es difícil ver al ejército israelí, una vez famoso por sus atrevidas innovaciones y coraje, volverse (o parecer verse) impotentemente defensivo.
Sin embargo, el enfoque del Primer Ministro Binyamín Netanyahu – tan impopular y emocionalmente desagradable como pudiese ser, es geoestratégicamente correcto. El frente sur debe permanecer por ahora lo más tranquilo posible, incluso a costa del castigo de extorsión que Hamás le impone a los habitantes de Sderot y a las comunidades vecinas y a los kibutzim. Es el enfoque correcto incluso a costa de la vergüenza e indignación que la mayoría de los israelíes sienten al ceder ante tal extorsión.
Para comprender esto, uno debe reflexionar sobre los objetivos estratégicos de los principales actores respecto a la zona del frente sur.
Como mucho, el objetivo más importante, desde la perspectiva estratégica de Israel, es Irán.
Irán quiere provocar una guerra en el frente sur de Israel para desviar la atención de su acumulación estratégica de fuerzas en Siria, Hezbollah en el Líbano y en Irak. El objetivo de tal acumulación a largo plazo es solidificar la amenaza de misiles contra Israel. Para lograr tal fin, Irán está utilizando al grupo Yihad Islámico como herramienta para provocar que Hamás e Israel provoquen un conflicto a gran escala.
Esto también explica el por qué Egipto se ve tan enérgicamente involucrado en mantener tranquilo y en calma el frente sur. Al igual que Jerusalén, El Cairo (junto a los otros estados sunitas) quiere que la candela esté sobre Irán y el frente norte de Israel.
Sin el respaldo iraní, tanto Hezbollah como Hamás se verán reducidos con el tiempo a la estatura de aquellos pequeños movimientos terroristas locales con los que Israel ha vivido casi desde su creación. Las organizaciones terroristas solo son poderosas en la medida en que disfrutan del poder de un estado que los apoye.
Uno solo tiene que comparar el destino de ISIS, que no tuvo ningún patrocinador estatal, con el de Hezbollah, un estado y ejército contenidos dentro de un estado mayor cuyo propio ejército se encuentra indefenso. ISIS, un importante fenómeno social y actor político que borró una barrera muy importante entre los principales estados árabes, sucumbió con relativa rapidez al poder aéreo ruso y aliado y a las pequeñas fuerzas terrestres que fueron llevadas al campo por los aliados o por los kurdos.
Hezbollah, al contrario, domina el Líbano, gracias al apoyo iraní.
Una de las razones por las que Israel desea que Estados Unidos y otros sometan a Irán a fuertes sanciones económicas es reducir su capacidad de financiar a Hezbollah y a Hamás. Se requiere de un frente sur tranquilo y en calma para asegurar tal enfoque.
La misma calma es requerida con el fin de concentrar la atención sobre la acumulación estratégica de fuerzas de Irán en Siria, Hezbollah en el Líbano e Irak. Naturalmente, Teherán desea que la atención se desvíe de esa acumulación de poderío, la cual está diseñada para concretar la amenaza de misiles de Irán contra Israel.
Prevenir que Irán acumule fuerzas pudiera requerir de represalias masivas en el Líbano – un resultado que produciría una campaña de deslegitimación masiva contra el Estado judío. En tal momento crítico, ¿por qué desperdiciar las preciadas reservas de legitimidad de Israel en el mucho menos letal frente sur?
El objetivo estratégico de Hamás es diferente al de Irán e Israel. El primero desea una guerra caliente en el frente sur, e Israel y sus tácitos aliados árabes sunitas no desean una guerra. Hamás quiere continuar utilizando la violencia intermitente y limitada para extorsionar la ayuda de Qatar y las concesiones israelíes, que incluyen subsidios indirectos, tales como la creación de una nueva línea de conexión eléctrica que provenga desde Israel, que Hamás sabe Israel subsidiará por un período considerable de tiempo (como siempre lo ha hecho en el pasado, en otro acto vergonzoso).
A pesar de la retórica electoral, ningún político o partido político serio está en desacuerdo con la lectura de Netanyahu a la situación geoestratégica de Israel, su firme enfoque para manejarlo, o la necesidad de cargar con el dolor y la vergüenza de un frente sur en calma.
Los detractores de Netanyahu, Ganz y Lapid (y en grado menor Yaalon), le critican severamente por no aprovechar los últimos tres años y medio para explorar los esquemas tanto internacionales como regionales que supuestamente pondrían a Gaza dentro de una trayectoria en la búsqueda de una paz.
La perspicacia y coraje de Netanyahu se destacan ante la retórica vacía de estos detractores. Deberían ellos leer al profesor Benny Miller, un astuto académico geo-estratega israelí, sobre el tema de la guerra regional y la paz en el Medio Oriente. Este afirma que las potencias externas son útiles para poner fin a las guerras y preservar las guerras frías, pero son las potencias locales las que deciden y definen respecto a la guerra y la paz.
Los enemigos de Israel saben muy bien lo que quieren y ciertamente no es la paz. Esto en cuanto a la importancia de los esquemas tanto internacionales como regionales.
Solo una continuación de la guerra, que finalizará en una victoria israelí, funcionará en el caso de Hamás – pero ahora no es el momento. Irán y el frente norte son mucho más importantes en un futuro previsible.
Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y del Medio Oriente en la Universidad Bar-Ilan y asociado investigador sénior en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat.