La celebración de la milenaria fiesta judía de Janucá, entre otros numerosos hechos históricos comprobados y estudiados, desmiente la campaña de la teocracia iraní junto a palestinos radicales y partidos de extrema izquierda, los cuales impusieron en la Unesco, la votación de una resolución que arbitrariamente anula los vínculos del pueblo judío con el monte del Templo en Jerusalén, como una forma de ilegitimar al Estado judío.
La festividad de Janucá recuerda la época de la hegemonía helena en Israel, desde la conquista de Alejandro Magno, en 332 a. C., es decir, cerca de mil años antes del nacimiento del Islam.
Cuando Antíoco IV Epífanes se coronó rey seléucida en 175 a. C., decidió obligar al pueblo de Israel a adoptar los usos helenos, de modo que a los judíos se les prohibió practicar su fe y cumplir sus tradiciones. Un grupo de judíos conocido como los Macabeos, pues los dirigía Yehudá Macabi, procedente de Modi’ín, próxima a Jerusalén, inició una revuelta contra los soldados griegos al negarse a realizar actos contra su religión. La rebelión judía creció a un grado superlativo y pese a que era una minoría frente al ejército griego y a lo peligroso de los combates, su firme decisión y estrategia, en el año 165 a.C. logró uno de los milagros de Janucá: el triunfo.
Al vencer la guerra, los Macabeos regresaron a Jerusalén y hallaron el Templo profanado, el candelabro apagado y el aceite ritual solo era suficiente para mantenerlo encendido por un día. Tardaron ocho días en fabricar más aceite apto para la liturgia. Así se produjo otro milagro: la pequeña cantidad de aceite mantuvo el candelabro encendido durante el tiempo necesario.
Desde ese entonces hasta el presente, cada año, el 25 de Kislev en el calendario hebreo, que mayormente cae en diciembre, el pueblo judío celebra tales milagros durante ocho días. El nombre de Janucá proviene del verbo en hebreo dedicar o inaugurar, debido a que los judíos recobraron Jerusalén y nuevamente purificaron el Templo.
Tenemos esperanza de que las luces de Janucá con las que se recuerdan los sorprendentes milagros que ocurrieron en la Ciudad Santa y demuestran los lazos entre el pueblo judío con la tierra de Israel, de alguna manera se renueven a fin de vencer el odio que motiva al Islam radical.