RESUMEN: La guerra en Siria ha dado lugar a muchos cambios en aquella sociedad, incluyendo un cambio perceptible en la actitud de la mayoría árabe sunita hacia Israel. Sin embargo, ese cambio sigue siendo muy limitado. Todavía queda mucho por hacer en ambos lados de la frontera para erradicar la cultura antisemita en Siria.
Imagen: Un civil herido en la guerra civil de Siria siendo transferido al Centro Médico Ziv en Israel. Foto de Simon Haddad – Centro Médico Ziv vía Israel 21C
Cuando el personaje de la oposición siria Farid Ghadry apareció ante la Knesset de Israel en el 2007 provocó la ira de muchos de sus compatriotas. La acción provocó una controversia no menos amarga que la que presenció cuando Bassam Al-Adel escapó con su avión de combate MiG-23 y aterrizó en Israel en 1989. Sin embargo, cuando la figura de la oposición siria Kamal Labwani visitó Israel hace tres años, su acción no logró causar ningún revuelo similar.
Puede que no sea coincidencia que los tres pertenezcan a la mayoría árabe siria sunita y que los tres hayan nacido en la gobernación de Idlib (al norte) o en el campo de Damasco (en el sur). Ambos fueron bastiones opositoras de la familia gobernante alauita de Al-Assad. Luego de más de seis años de guerra, un período que ha resultado en el asesinato y desplazamiento de al menos un tercio de los árabes sunitas de Siria, surge la pregunta: ¿Se adhiere aún al componente principal de la sociedad siria y a las enseñanzas del régimen que dictan que Israel es su enemigo número uno?
Los sunitas se niegan a ser llamados secta y se ven a sí mismos como los representantes genuinos del Islam. Como mayoría, nunca formaron un solo bloque unido, por lo que fue fácil penetrarlos políticamente. La guerra ha arraigado sus divisiones más que nunca.
Los árabes sunitas al norte y este de Siria fueron gobernados por facciones fundamentalistas que aplicaban decisiones religiosas. Estas regiones incluyen las gobernaciones de Raqqa, Deir ez-Zor, Idlib y grandes partes de la Alepo rural. Las milicias terroristas tales como ISIS, el Frente al-Nusra e incluso las facciones armadas que adoptaron el fundamentalismo dejaron un profundo impacto ideológico sobre estas comunidades árabes sunitas que durará por generaciones futuras. Millones de sunitas vivieron bajo las leyes de estos grupos durante casi tres años, lidiaron con ellos a diario y se involucraron con sus estructuras de gobierno. Este constante contacto dio lugar a relaciones algo normalizadas, un punto que no debe ser pasado por alto.
Es difícil creer lo afirmado que sólo una pequeña parte de los miembros de las milicias terroristas eran extranjeros y no encontraron apoyo de un segmento considerable de la sociedad. Se ha formado en estas regiones una nueva generación de lo que puede describirse como “yihadistas fénix”, jóvenes que adoptaron gradualmente un dogma fundamentalista islámico. No puede esperarse que estos posean sentimientos positivos hacia el Estado de Israel y el pueblo judío.
Los árabes sunitas que viven en las áreas controladas por Al-Assad mantienen un enfoque tradicional anti-israelí del régimen y se consideran a sí mismos como sus legítimos portadores. Además, la guerra ha impulsado su espíritu chauvinista nacional. Este es un nuevo acontecimiento ya que ellos, en particular los sunitas de Damasco y Alepo, tenían antes poca conciencia sectaria. Este chauvinismo hace que consideren las actividades de Irán y Hezbollah en Siria como algo positivo. Estos están dispuestos a apoyar a las fuerzas chiitas, a quienes estos consideran que intentan restaurar la dignidad nacional siria.
En las gobernaciones centrales de Homs y Hama, así como también en los pequeños espacios de los árabes sunitas en la región costera occidental, la supresión del régimen provocó una reacción sectaria. Muchos residentes se volvieron al fundamentalismo como un refugio a las tácticas sectarias del régimen, especialmente después que su milicia atacara a los sunitas en las regiones rurales de Homs y Hama. Esas áreas limitan con el antiguo estado alauita y actualmente están dominadas por extremistas. La gobernación de Homs, la mayor de las 14 gobernaciones de Siria, fue vaciada por completo, pero la ciudad religiosamente conservadora de Hama acordó una tregua para evitar su destrucción. Los árabes sunitas en la región costera se encuentran de esta manera dispersos en pequeños espacios aislados. Hay poco que sugiera que puedan ser parte efectiva de cualquier intento de cambiar la percepción general de Israel en Siria.
Ahora bien… los árabes sunitas en el sur son más propensos que otros a abandonar su hostilidad hacia Israel gracias a su experiencia en los últimos años, cuando Israel proporcionó ayuda e incluso asistencia militar y hospitalizó a miles de civiles heridos y a militantes de la oposición. Los sirios que están en mayor contacto con Israel están más dispuestos a revisar sus posturas al respecto. Y como las comunidades árabes sunitas al sur de Siria se caracterizan por el tribalismo, pudiera estimarse que cada herido tratado por Israel tiene de 10 a 15 parientes cercanos a quienes pueden transmitirle sus impresiones positivas.
La política del buen vecino por parte de Israel tenía como objetivo alentar el inicio de un “acuerdo de caballeros” para mantener la seguridad en el norte. En el proceso, afectó los corazones y las mentes de los árabes sunitas al sur de Siria que no ven ya a Israel como el demonio. Pero Israel debe reconocer que su estrategia de ayuda durante la guerra no será por sí misma suficiente.
Es del mayor interés de Israel que la población del sur de Siria no se vea obligada a elegir entre Assad y los extremistas y también que su animosidad en contra de Irán y Hezbollah se mantenga viva. Israel necesita del apoyo de los árabes sunitas al sur de Siria para convertir sus territorios en un “cinturón de seguridad ‘de facto’ al sur de Siria”. Tal cinturón es necesario ante los intentos de Irán para establecer un punto de apoyo cercano a la frontera y evitar los esfuerzos de los grupos terroristas sunitas para llevar a cabo ataques en contra de Israel.
Los inmigrantes sirios en Europa y los países vecinos, quienes en su mayoría son árabes sunitas, también están divididos en sus puntos de vista en base a la región de la cual provienen y sus condiciones de vida y nivel de integración en sus nuevos países. Aquellos que se encuentran en Turquía provienen principalmente del norte y centro de Siria, mientras que sus similares en el Líbano y Jordania son principalmente de las regiones central y meridional de Siria. Estos huyeron de áreas controladas por el régimen, la oposición o los extremistas y, por lo tanto, no comparten una opinión colectiva sobre Israel. Pero muchos de los que viven en Jordania y el Líbano han logrado evadir los sentimientos nacionalistas árabes debido a sus condiciones de vida en esos dos países. En cuanto a los que buscaron asilo en Europa, unos pocos co-existieron o combatieron junto a los extremistas, o están dispuestos a adoptar su ideología en el futuro. Considerando el fracaso de las políticas de integración en los estados de la UE, estos sentimientos probablemente conduzcan a una recaída en la identidad religiosa. Sin embargo, un pequeño número mostrará una tendencia a explorar “al Israel desconocido” y liberarse a sí mismos de los tabúes que les dictaron durante su crianza.
Cabe señalar que cualquier cambio en las actitudes de los árabes sunitas anti-régimen de Siria hacia los palestinos y Hezbollah se debe probablemente al hecho de que la milicia libanesa y los grupos militantes palestinos respaldaron al régimen. Sin embargo, el cambio aún puede ser beneficioso para Israel, ya que muchos sirios árabes sunitas pudieran estar dispuestos a comprender la postura de Israel hacia los palestinos desde un punto de vista nacionalista pan-árabe y hacia Hezbollah desde una perspectiva sectaria religiosa.
Se ha producido un cambio en la actitud de los árabes sunitas de Siria hacia Israel, pero es limitado en lugar de exhaustivo y en gran parte incompleto. Se requiere de un cambio en una mentalidad que ha prevalecido durante décadas y tal vez siglos. Erradicar la cultura antisemita será un proceso largo y complejo, que requerirá de paciencia por parte de Israel y una estrategia que no debe limitarse a enviar pañales o incluso algunas balas. En cuanto al otro lado, los árabes sunitas de Siria no pueden hacer amistad con Israel únicamente adoptando una postura en contra de los enemigos de Israel.
Rauf Baker es periodista e investigador con experiencia en Europa y el Medio Oriente.