Cualquiera que piense que las recientes protestas ocurridas en 100 ciudades en Irán fueron solo debido a los precios de la gasolina no le prestó atención a lo que vociferaban los manifestantes. La chispa inmediata que llevo al inicio de la Primavera Árabe fue la auto-inmolación de un vendedor de frutas tunecino en el 2010, pero la revolución de la Primavera Árabe no fue debido de la habilidad de los ciudadanos tunecinos para obtener permisos para la venta de frutas. Del mismo modo, este descontento en Irán no se debió al precio de la gasolina. Manifestantes iraníes (y amotinados) vitoreando el cantico “¡No a Gaza, no al Líbano!” “Márchense de Siria y piensen en nosotros”, e incluso entonaron el cantico de”¡Muerte a Palestina!” indica que algo mucho mayor que el precio de la gasolina provocó su indignación.
Cuarenta años después de la Revolución Islámica, un número considerable de iraníes finalmente rechaza las prioridades de sus amos.
Cuando el Ayatolá Ruhollah Jomeini consolidó el poder para sí mismo en Irán en 1979, se arriesgó a ser acusado de pecador, donde todo islamista por más diferente que sea objeta hacia cualquier gobierno que no tenga como leyes las del shaarya – “asociarse con Allah”, algo específicamente prohibido por el Corán (véanse los versículos 3:64, 12:40 y 42:41 como ejemplo). Esta acusación es especialmente relevante a las democracias. Tal como lo dijo Abu al-Ali al-Mawdudi, fundador de Jamaat-e-Islami, una de las primeras organizaciones islamistas creadas: “La democracia es la deificación del hombre”. O, tal como lo expresó el actual líder de Al Qaeda Ayman al-Zawahiri: “Las democracias hacen surgir dioses, establecen amos y le asignan socios a Allah el Altísimo”.
Así que Jomeini estableció el velayat-e-faqih (mandato del jurisprudente), que le permitió fingir que Irán estaba siendo controlado por leyes divinas, en lugar de humanas. La premisa es que Jomeini escogió a dedo a los jueces (mulas), bajo la atenta mirada de rahbar mo’azzam (el Líder Supremo) Jomeini, simplemente guiaban al país hasta que el Duodécimo Imam aparezca para marcar así el comienzo de los tiempos. Mientras tanto, para aplacar el clamor del pueblo por la libertad, Jomeini estableció un parlamento y un presidente. Habrían elecciones y una apariencia de competencia, pero a nadie se le permitirá postularse para un cargo sin la aprobación de los mulas. Este arreglo creó la ilusión de vivir en democracia mientras se mantenía un regio control administrativo.
La democracia iraní es como el paisaje de una selva pintado en una pared de concreto en un zoológico.
La democracia iraní es como el paisaje de una selva pintado en una pared de concreto dentro de un zoológico. Expertos artistas en trompe l’oeil (ilusión visual en el arte) imitan un paisaje selvático en las paredes de las jaulas donde se encuentran los leones, o un paisaje de la región polar para el recinto donde se encuentran los pingüinos, con el propósito de calmar a las bestias a través de hacerles sentir apertura y libertad. Pero cualquier león que embista sobre la jungla de concreto o cualquier pingüino que salte hacia el “océano” más cercano se darán cuenta rápidamente de la cruel lección de su cautiverio. El pueblo iraní parece haberse dado cuenta de que no son libres y que su versión de la democracia es solo mera ilusión.
Los primeros indicios de su insatisfacción con la teocracia por el que intercambiaron al shah llegaron en verano de 1999 cuando los estudiantes universitarios protestaron durante días, exigiendo mejores condiciones y mayores libertades. Luego de un video emergiera el 11-S de manifestaciones espontáneas contra Al Qaeda y el terrorismo, gente con velas y banderas estadounidenses hechas a mano gritaron “¡Abajo con los terroristas!” en ciudades de todo Irán. Finalmente, esas manifestaciones disminuyeron, solo para ser seguidas por las llamadas “protestas del fútbol” del año 2003, donde la población utilizó la excusa de que su equipo perdiera o ganara en asambleas que rápidamente se tornaron en manifestaciones contra el régimen.
Con el Movimiento Verde del 2009, el pueblo iraní volvió su atención por primera vez al disfraz de la democracia iraní.
Pero no fue hasta el Movimiento Verde del 2009 que el pueblo iraní dirigió su atención al disfraz de la democracia iraní. Las manifestaciones públicas estallaron cuando el ex-primer ministro Mir-Hossein Mousavi no ganó las elecciones presidenciales y los mulas se aseguraron que Mahmoud Ahmadinejad saliera victorioso en las elecciones. Mousavi, quizás un reformador genuino, había pasado por el proceso de selección de los mulá. Hoy vive bajo arresto domiciliario. Ya que el anterior presidente Obama pasó el año 2009 cortejando a los mulas debido a su acuerdo en materia nuclear del 2015, no solo se hizo la vista gorda, sino que le ordenó a la CIA que cortara los contactos con los disidentes que apoyaban y controlaban a la naciente revolución.
Las cosas son diferentes ahora. Durante el apogeo de las recientes protestas, el Secretario de Estado Mike Pompeo tuiteó: “Después de 40 años de tiranía, el orgulloso pueblo iraní no se queda en silencio por los abusos de su gobierno. Nosotros tampoco nos quedaremos en silencio. Traigo un mensaje para el pueblo de Irán: Los Estados Unidos les escucha. Estados Unidos les apoya. Estados Unidos está con ustedes”.
En el 2009, los manifestantes entonaron el cantico de: “¿Dónde está mi voto?” y “Devuélvenos nuestros votos”. Ahora existen informes de gente que grita: “¡No queremos a los ayatolás!” y “¡Muerte al dictador!” y de gente arrojando al suelo pancartas y carteles anti-norteamericanos. Los alborotadores han incendiado edificios del gobierno, bancos y estaciones de policía. El mes de noviembre, 2019 en Irán se parecía mucho el sello revolucionario que derribó el reinado de Mohammad Reza Pahlavi hace más de 40 años – excepto que ahora la ira es dirigida hacia los responsables de derribar al shah. De hecho, algunos manifestantes gritaron: “Oh, Shah de Irán, regresa a Irán”.
El Presidente iraní Hassan Rouhani puede que haya declarado el fin de las protestas y su régimen ha salido victorioso, pero no debería descansar demasiado en sus laureles. Incluso aquellos que critican al Presidente Trump reconocen que sus sanciones de máxima presión le están causando un grave dolor de cabeza a Irán y muchos creen que el régimen se encuentra seriamente en peligro de sucumbir desde que comenzó su revolución.
Cada día en que la gente desafía abiertamente a los mulas en las calles de Irán, le hace más difícil a los clérigos mantener el control. Si las protestas contra el régimen continúan durante todo el invierno, ¿puede una “Primavera Persa” verse a lo lejos?
A.J. Caschetta es compañero miembro de Ginsberg-Ingerman en el Foro del Medio Oriente y principal conferencista en el Instituto de Tecnología Rochester.