RESUMEN: Independientemente de sus méritos directos en el área de seguridad, la decisión por parte de Israel de colocar detectores de metales en las entradas al Monte del Templo ha sido transformada tanto por sus adversarios como por Israel en un tema de soberanía sobre el Monte del Templo. El reparto del poder allí siempre ha constituido una pendiente muy resbaladiza que al final termina en desastre. El asesinato de dos policías israelíes en el Monte del Templo es un momento apropiado para rectificar la situación reafirmando la soberanía israelí sobre el lugar sagrado.
¿Por qué es tan importante la soberanía israelí sobre el Monte del Templo? Porque los arreglos internacionales de “sociedad” sobre los puntos críticos políticos no sólo raras veces funcionan (si es que hay alguna vez) funcionaron, sino que hacen de toda la situación mucho más volátil y peligrosa. En el Monte del Templo, sólo la soberanía exclusiva de Israel puede funcionar.
Se han intentado muchas alianzas sobre áreas disputadas y estas sólo han conducido a un resultado: fracasos. En 1949, por ejemplo, la ONU intentó negociar acuerdos entre Israel y Siria sobre zonas desmilitarizadas delimitadas en el Acuerdo de Armisticio. Las tres áreas eran puntos críticos perennes sobre los cuales se derramó mucha sangre. Estas sólo se resolvieron (al igual que la mayoría de los conflictos políticos del Medio Oriente) por una victoria decisiva y el establecimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán. Antes de eso, reinó el caos. Desde entonces, ha habido 40 años de silencio.
En Jordania, tras la Guerra de los Seis Días en 1967, los estados árabes trataron de negociar acuerdos de reparto de poder sobre el territorio jordano entre la sitiada monarquía hachemita y las organizaciones terroristas palestinas. Durante tres años de negociaciones e intromisiones, se produjeron enfrentamientos masivos entre las dos partes en las que cientos o incluso miles de civiles fueron asesinados.
Esto no fue más que un preludio al enfrentamiento final cuando la monarquía dijo basta!!: soberanía ya. Ese período, llamado Septiembre Negro (1970), fue de hecho el comienzo de un año total de derramamiento de sangre. Sólo terminó cuando la monarquía jordana obtuvo una victoria decisiva.
La victoria jordana fue lograda tan decisivamente que cientos de terroristas palestinos huyeron hacia el oeste para caer en manos israelíes y así evitar el destino que les esperaba. Sólo entonces el estado jordano logró los bíblicos “40 años de paz”. Irónicamente, Ammán le exige ahora a Israel que comparta su soberanía, una prescripción que resultó desastrosa en su propia historia política.
Lo mismo ocurre con el Líbano. Los intentos árabes de inducir una sociedad sobre la soberanía entre el estado libanés y los palestinos luego de la Guerra de los Seis Días terminaron con una violencia sin precedentes. Desafortunadamente el estado libanés, a diferencia de Jordania, nunca ha podido reafirmar su soberanía. El resultado es que el Líbano sufre de una constante violencia política interna y está a punto de regresar a la guerra civil de quince años que más o menos finalizó en 1989.
En Chipre, los intentos de las potencias extranjeras para establecer el reparto de poder entre las poblaciones griega y turca resultaron en violencia y nunca han tenido éxito. La paz llegó cuando la invasión turca de 1974 logró una victoria decisiva que resultó en la partición de la isla.
Avancemos rápido hacia el proceso de “paz” de Oslo. Allí también, el paradigma fue construido sobre el poder compartido. Informalmente, en Jerusalén, la Autoridad Palestina (AP) controlaba Jerusalén Oriental a través de Orient House (la Casa de Oriente), la sede política de Faisal Husseini.
Husseini, apodado defensor de la paz, de hecho dirigió la milicia Fatah, el Tanzim, en Jerusalén. La policía de la Autoridad Palestina secuestró frecuentemente a habitantes de Jerusalén Oriental sospechosos de ser informantes o acusados por venderle tierras a los judíos, así como también a periodistas (en ocasiones más raras) que tenían una visión crítica de la Autoridad Palestina.
Los defensores del proceso de “paz” señalaron a menudo la “asociación” como un éxito. Sin embargo en septiembre, 1996 disturbios por el túnel construido a lo largo del Muro Occidental, disturbios que le costaron la vida a 25 miembros del personal de seguridad israelí que fueron asesinados por miembros de las fuerzas de seguridad palestinas estando estos fuertemente armados, disiparon esa ilusión. Nunca antes, decenas de miembros del personal de seguridad israelí habían sido asesinados en combates con palestinos en una zona controlada por Israel.
Por desgracia, doblegándose ante la presión internacional, Israel no cerró de lleno la Casa de Oriente y pagó el precio multiplicado diez veces durante la “Intifada Al-Aqsa”. En última instancia, la “cohabitación” israelí con la AP en Jerusalén Oriental llegó a su fin, al menos en el nivel puramente político, con el cierre de la Casa de Oriente en agosto del 2001 y la ofensiva de la Operación Escudo Protector nueve meses después. Una vez más, la victoria decisiva y la imposición de la soberanía israelí exclusiva sobre Jerusalén trajeron consigo una paz relativamente duradera.
Muchos en Israel, así como también actores foráneos tales como la Autoridad Palestina y Jordania, están pidiéndole ahora a Israel que repita el costoso error de perseverar en la ilusión de compartir el poder sobre el Monte del Templo. Estos quieren no sólo la cooperación israelí con el Waqf sino también un aumento considerable del personal del Waqf.
No hay duda de que Israel tomará una decisión decisiva para reafirmar la soberanía que ha perdido durante las últimas tres décadas en el Monte del Templo, al igual que libró Jerusalén de la Casa de Oriente y destruyó los santuarios terroristas en las principales ciudades de la AP en el 2002. La pregunta es, ¿Por qué esperar hasta que más israelíes y palestinos sean asesinados o mutilados antes de actuar para asegurar la victoria decisiva y la reafirmación de la soberanía israelí?
Israel es una luz para las naciones que la rodean. Sus poblaciones así lo reconocieron ampliamente cuando Israel envió a un ex primer ministro y a un presidente a prisión, una medida impensable en una región plagada de violencia y dictadura.
Ahora es el momento de que la soberanía israelí brille en el Monte del Templo, para beneficio de los musulmanes como para los judíos.
Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios del Medio Oriente en la Universidad Bar-Ilan e investigador asociado senior en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat.