La parodia de las elecciones libanesas – Por Profesor Hillel Frisch (BESA)

RESUMEN EJECUTIVO: El liderazgo iraní ha reclamado una gran victoria para la alianza Hezbollah-Amal, una alianza que respaldaba, en las recientes elecciones parlamentarias libanesas. Pero las elecciones libanesas son una parodia. En ese país, la voluntad del pueblo está completamente distorsionada por la manipulaciones organizadas por Hezbollah y su mentor, Irán.

Teherán está encantada con la supuesta victoria de la alianza Hezbollah-Amal. Pero esta victoria no fue un modelo de democracia funcionando. Más allá del hecho que Hezbollah es la fuerza militar más poderosa en el Líbano, hay pocas verdades irrefutables latentes en ese país asediado, y menos aún lo es la afirmación que dice que Hezbollah-Amal ganó las elecciones en una justa batalla democrática.

Para entender por qué las elecciones libanesas son una parodia, uno debe intentar evaluar el tamaño de la población del país. La última estimación de la Administración central de estadísticas oficial, compilada con la ayuda de las agencias de la ONU, fue de 3.157.100 personas en 2007. La CIA estima que esa cifra había aumentado a 4.132.000 en julio de 2014.

Pero “estimar” es la palabra clave. Un censo apropiado (recuento), que, en la mayoría de los estados en niveles similares de desarrollo como el Líbano, normalmente ocurre al comienzo de cada década, nunca ha tenido lugar en los casi cien años de existencia del Líbano como un estado moderno. Incluso el muy cacareado censo de 1932, que produjo la paridad ficticia entre cristianos y musulmanes, nunca mereció el nombre de censo.

Que ningún censo se haya llevado a cabo en este estado relativamente avanzado es intencional. Este pequeño y heterogéneo país tiene el tamaño de Rhode Island y está compuesto por 14 grupos religiosos y étnicos, cada uno interesado en preservar su identidad y poder exclusivos. La demografía siempre ha sido una de las cuestiones políticas más delicadas en el Líbano. No es de extrañar que la Administración central esté instalada en la Oficina del Presidente.

Es el misterio de la verdadera población del Líbano lo que expone la farsa de las elecciones libanesas.

Según fuentes oficiales, hubo 3.665.514 votantes registrados en las recientes elecciones al parlamento de 128 miembros. Si las estimaciones citadas son correctas, la población libanesa creció en aproximadamente 100.000 personas anualmente desde 2014. Esto significa que la población libanesa creció desde 4.132.000 a poco más de 4.5 millones (aunque las tasas de natalidad decrecientes sugieren un crecimiento más moderado).

Este es el problema. La edad para votar en Líbano es 18 años. La encuesta de 2007 y la posterior encuesta de población activa de 2009 indican claramente que al menos el 35% de la población tiene menos de 18 años. El 35% de una población de 4.5 millones equivale a 1.575 millones. La cantidad máxima posible de votantes registrados asciende a menos de tres millones, una discrepancia de más de 665.000 votantes registrados. Esto significa que más de una sexta parte de los votantes registrados resucitaron de entre los muertos ya que hay más personas registradas de las que podrían votar.

Aún más notable es el desglose de votantes registrados por distrito. Según datos oficiales de las elecciones, en el distrito rural de Baalbek-Hermel, que está compuesto casi exclusivamente por chiítas y es un bastión de Hezbollah, allí había más de 345.000 votantes registrados y 11 escaños. Compare esto con los menos de medio millón de votantes de los dos distritos electorales que conforman la ciudad de Beirut y sus alrededores inmediatos, que tienen un total de 19 escaños.

Sin embargo, en la encuesta de 2007, la población total de Beirut era casi el doble de la población de la provincia de Beq’a, de la cual el distrito de Baalabek-Hermel es una pequeña parte.

Lo mismo puede decirse del distrito de Nabatiya en el sur, otro bastión de Hezbollah y otro pequeño distrito de la provincia de Beq’a. Hubo 460.491 votantes registrados allí, para un total de 11 escaños, casi lo mismo que el número total de votantes registrados en todo Beirut.

Estos dos distritos, que representan a no más del 14% de la población libanesa, tenían más votantes registrados que Beirut, que representa casi la mitad de la población del país. Un voto en las fortalezas de Hezbollah vale por lo menos el doble del valor de un voto en Beirut.

Para confirmar este análisis, basta con recurrir a Google Maps para ver las áreas urbanas fuertemente concentradas de la capital libanesa y la rusticidad rural de los distritos de Baalbek-Hermel y Nabatiya.

Pero aún más increíble, en estos dos distritos había más votantes registrados que residentes. Catorce por ciento de la población libanesa equivaldría a 650.000 residentes, pero el número de votantes registrados es más de 800.000.

Incluso en Beirut, la manipulación juega a favor de Hezbollah. El este de Beirut, que es hogar de al-Dakhiya, un enorme barrio chiíta y la sede de Hezbollah, tiene ocho escaños con solo 150.000 votantes registrados. La parte occidental de Beirut, con sus considerables poblaciones cristianas y sunitas, tenía el triple de votantes registrados, pero solo recibió 11 escaños.

Como resultado de este asunto, la alianza Hezbollah-Amal ganó en los distritos de Nabatiyya y Baalabek-Hermel. ¿Qué hay detrás de esto? El liderazgo iraní, que está promocionando una victoria de Hezbollah para una prensa mundial crédula, sabe la respuesta.

Después de todo, fue ese liderazgo el que creó la máquina militar de Hezbollah y el que se aseguró que fuera la única milicia que mantiene las armas después de la guerra civil libanesa. Fue ese músculo el que le permitió a Hezbollah someter tanto al ejército libanés como a la población en sumisión, y es la fuerza que está detrás de la manipulación de las elecciones.

Las elecciones libanesas de 2018 no reflejan la voluntad de la gente. Reflejan el poder bruto de quienes portan las armas, así como la influencia de Teherán, su patrón.

El liderazgo de Irán debería contener su exaltación. Los regímenes que viven detrás de mentiras no pueden durar para siempre. Esto fue cierto para la Alemania nazi, Ceauşescu de Rumania, Saddam Hussein y la Unión Soviética. La República Islámica de Irán les seguirá.

 

El Prof. Hillel Frisch es profesor de estudios políticos y estudios del Medio Oriente en la Universidad Bar-Ilan y un investigador asociado principal en el Centro Begin-Sadat de Estudios Estratégicos.

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