La “irracionalidad racional” del Hamás – Por Mayor General (Retirado) Yaakov Amidror

Los gobernantes de la Franja de Gaza no se adhieren a las normas gubernamentales y son indiferentes a las dificultades de su pueblo, pero la idea que los habitantes de Gaza se levantarán contra ellos es simplemente falsa. Sin embargo, los informes acerca de la “avidez” del Hamás para lanzarse a una guerra contra Israel son exagerados. Las prioridades de Hamás se centran en reforzar su poderío militar y consolidar su dominio de hierro sobre la Franja de Gaza.

Un nuevo informe de las Naciones Unidas ha provocado recientemente titulares, alertando al mundo que después de una década bajo el gobierno de Hamás, la Franja de Gaza se ha vuelto casi inhabitable para los 2 millones de palestinos que lo llaman hogar.

A este informe le siguieron titulares aún más grandes que predecían que dada la terrible situación, es sólo cuestión de tiempo antes que Hamás provoque nuevas hostilidades.

Creo que las dos descripciones citadas, sea cual fuere la culpa de Israel por la crisis en Gaza, así como el presunto afán de Hamás de ir a la guerra, han sido exageradas. No hay duda que la vida del palestino promedio en Gaza es difícil, sin importar si es o no un miembro de Hamás. El grupo terrorista islámico nunca ha basado las decisiones por las que gobierna sobre lo que mejor sirve a los intereses de los palestinos, sino por sus propias consideraciones, su preparación para la guerra y la presión externa que enfrenta sobre sus actividades.

Tan importante como es lo es la estabilidad económica de Gaza, lo vimos en la última operación de Margen Protector en 2014, que estalló cuando Hamas estaba en medio de sus preparativos avanzados para un gran ataque terrorista, provocado tras varios asesinatos selectivos en Gaza y la detención masiva de sus agentes en Judea y Samaria por el ejército israelí. Según informes de medios extranjeros, la agencia de seguridad Shin Bet había advertido que el ataque era inminente. Es cierto que Hamás estaba bajo una presión económica significativa, pero no fueron las dificultades diarias de los habitantes de Gaza lo que los llevó a provocar la rápida escalada de seguridad que resultó en la campaña militar. No hay lugar para la ingenuidad en este asunto.

Tal vez este sea también el momento de desmentir otros dos conceptos erróneos optimistas acerca de Gaza y su destino potencial: La terrible situación no inducirá a los habitantes de Gaza a derrocar a Hamás, y la estabilidad económica no significa necesariamente que recibamos seguridad.

Las dificultades experimentadas por los residentes de la franja, por terribles que éstas sean, no los llevarán a iniciar un golpe de estado para derrocar al gobierno de Hamás. La organización está arraigada en Gaza y es notoria por su brutalidad hacia cualquier signo de disidencia, y los palestinos saben que no hay alternativa viable que está esperando una oportunidad para gobernar la Franja.

Por todas estas razones, es hora que todos se acostumbren a la idea que Hamás no va a renunciar a su posición dominante en la Franja de Gaza, y mucho menos conceder al presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas el gobierno y tampoco es que la población local los expulsará. Como cualquier otra organización, Hamás necesita legitimidad regional e internacional, pero no renunciará a su gobierno, su poder militar o sus medios de opresión para lograrlo.

La hipótesis que si Gaza experimenta estabilidad económica y prosperidad, Hamás se abstendría de provocar hostilidades es también infundada. Esta idea errónea se basa en la teoría que Hamás opera por normas gubernamentales y da prioridad a las necesidades y el bienestar de sus ciudadanos. Esta lógica no se aplica a Hamás.

Hamás es el único responsable

Israel tiene intereses creados en el bienestar de los palestinos. Quiere ver disminuir la desesperación palestina y que el ciudadano medio reconozca que su situación es mucho mejor que la de sus hermanos en otras partes de Oriente Medio. Este es el interés israelí con respecto a las personas que viven bajo el dominio de la Autoridad Palestina en Judea y Samaria, y en principio, también con respecto a los palestinos en Gaza, tanto desde el punto de vista humanitario como para prevenir el caos desesperado.

Pero Gaza está gobernada por el Hamás, cuyas únicas prioridades son reforzar su poderío militar y cimentar su agarre de hierro. Es por eso que todos los suministros que Israel permite a Gaza a diario para facilitar la vida normal tienen pocas posibilidades de llegar a la gente. En primer lugar Hamás se encarga de sus líderes y se asegura que tiene lo que necesita para sostener su empresa de excavación de túneles de terror y sus esfuerzos de producción de armas. A continuación, ve a las necesidades de sus miembros y luego – y sólo entonces – lo poco que queda es desviado a los esfuerzos de rehabilitación que benefician a la población.

Es por eso que el argumento que Israel es la responsable de la incapacidad de Gaza para recuperarse de su difícil situación es infundado. Hamás es el que determina las prioridades para asignar recursos en el enclave y cuanto más materiales de construcción entran en Gaza, más fácil y rápido es que Hamás restablezca sus capacidades militares.

¿Debería Israel sacrificar su propia seguridad en el altar de las condiciones de vida de los habitantes de Gaza? No lo creo. Es cierto que Israel es responsable del bloqueo, pero debe mantenerse para evitar el contrabando de armas sofisticadas en el enclave. Ya, la mayoría de las armas de la organización se producen localmente. ¿Debería Israel simplemente permitir que Hamás importara más armas por aire y por mar, o importara la tecnología que mejorara los rangos y exactitud de sus cohetes? La única respuesta lógica a eso es no.

¿Cuál es la estrategia adecuada para Gaza? Esta estrategia debe ser clara, incluso si es compleja y difícil de llevar a cabo. Por lo menos en un futuro previsible, Hamás sigue siendo la entidad a la que Israel considera como la responsable de cualquier acto de terror, ya sea un ataque directo o un ataque con cohetes de uno de los grupos radicales más pequeños, otro grupo al que Hamás está luchando para frenar.

Sin embargo, Israel también debe asegurarse que Hamás no está creciendo lo suficiente como para desafiar a las FDI de una manera que los militares no pueden contrarrestar. Es importante que Israel mantenga la capacidad de generar suficiente disuasión entre los líderes de Hamás para hacerles cuestionar el futuro de la organización si provoca la guerra.

Israel necesita que Hamás sea lo suficientemente débil como para no atacar, pero lo suficientemente estable como para tratar con los grupos terroristas radicales en Gaza. Esta línea puede ser borrosa, pero la lógica es clara. El desafío consiste en caminar esta línea borrosa.

¿Puede el Hamas ser minado hasta el punto que su existencia está amenazada? Creo que la respuesta es sí.

Para ello, Israel tendría que apoderarse de grandes partes de las zonas pobladas de Gaza; destruir millas y kilómetros de túneles de terror; localizar y eliminar a los comandantes de Hamás; y localizar y destruir sedes y sitios de producción de armas, incluso si la mayoría de ellos están ocultos en barrios densamente poblados.

Los resultados de tal operación serían difíciles de soportar en Israel, y aún más en el extranjero: las FDI seguramente sufrirían múltiples bajas; Gaza pagaría un alto precio en términos de fatalidades – terroristas y civiles por igual – que sin duda sería de miles; el bombardeo de grandes áreas causaría daños de infraestructura masivos que dejarían el enclave en ruinas totales; y aunque no se sabe si el bombardeo causaría daños a la red de los túneles, seguramente los perjuicios serían enormes.

Una vez que el polvo se asiente tras tal operación, surgiría una pregunta familiar: ¿Y ahora qué? ¿Las FDI abandonan Gaza hasta el infierno de los grupos terroristas en guerra dejados sin control por un gobernante fuerte, o se queda? ¿Será Israel responsable de la rehabilitación de Gaza, asumiendo la carga económica que esto implica, así como la carga que cualquier poder ocupante tiene bajo el derecho internacional? Estas son preguntas difíciles que subrayan el hecho que los dilemas cotidianos con respecto a lo que se debe hacer con respecto a Gaza son, por ahora al menos, mejores que la alternativa.

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