RESUMEN: Las decisiones tomadas por Israel de: 1) Contener las continuas provocaciones de Hamás en lugar de utilizarlas como motivo de guerra o de enfrentamiento y; 2) Abstenerse de una respuesta militar inmediata por el descubrimiento de los túneles de Hezbollah en territorio soberano israelí al norte de la Galilea, destaca el tema de la disuasión como factor central que afecta la imagen israelí en la región. Suponiendo que el actual modus operandi israelí es producto del trabajo racional y reflexivo de su personal militar, puede inferirse que la disuasión ya no es un factor decisivo o incluso un objetivo estratégico en los conflictos asimétricos con Hamás y Hezbollah.
Fotografía aérea del norte de Israel tomada por Hezbollah usada para documentar la ubicación de las fuerzas de las FDI, 2006 – fotografía de las FDI Flickr vía Wikipedia
La reciente ronda de hostilidades entre Hamás e Israel (noviembre, 2018) destacó el tema de si la disuasión sigue siendo un factor central que afecta la seguridad israelí a lo largo de la frontera con la Franja de Gaza.
La opinión predominante entre los comentaristas militares y la población israelí por igual sugiere que Israel posee ahora una imagen erosiva sobre el tema de la intimidación, tal vez incluso de pérdida en el poder de disuadir. El hecho que Israel no pudo cumplir con su compromiso de brindarle total seguridad a sus ciudadanos en las cercanías de la Franja de Gaza y más allá, mientras que Hamás logró mantener un gran arsenal de cohetes de largo alcance y disparar casi 500 proyectiles hacia muy dentro de Israel en menos de 48 horas, le permitió al grupo terrorista islamista clamar una victoria.
El término disuasión es utilizado con frecuencia por las instituciones de seguridad para definir el objetivo final de las operaciones militares a gran escala, principalmente cuando se refieren a las llamadas guerras asimétricas. Cada vez que se produce una conflagración militar (ya sea con Hamás o con Hezbollah), el liderazgo israelí en el ámbito de seguridad tiene en mente restaurar acciones disuasivas israelíes o de hecho consolidarlas.
Este fue el caso en la Segunda Guerra del Líbano (2006), que resultó en 12 años relativamente pacíficos hasta hoy día, así como también en la Operación Margen Protector del (2014) en la Franja de Gaza. En ambos casos, el liderazgo israelí afirmó con mucho orgullo que las FDI habían logrado establecer una disuasión efectiva, a pesar del hecho que ninguno de los enemigos había sido derrotado.
Pero no es un hecho que el principal parámetro para juzgar la efectividad de la disuasión deba ser la duración del período no-beligerante es decir (no participar en un conflicto especifico). Esto es por la sencilla razón que tal período puede ser ventajoso para los enemigos. Es muy posible que prefieran esperar su momento mientras se preparan para la próxima ronda, cuyo momento decidirán de acuerdo a sus propios intereses cambiantes.
Desde un punto de vista puramente militar, las FDI no lograron producir los resultados deseados cuando se enfrentaron a Hezbollah y Hamás en el campo de batalla a pesar de la supremacía de Israel en todos y cada uno de los parámetros. Los puntos de salida de esas rondas de conflicto provienen de iniciativas externas y no de las súplicas de los enemigos.
La paradoja es que si bien Hezbollah y Hamás claman victorias, el liderazgo israelí exalta la (supuesta) disuasión lograda por los ataques masivos sobre las instalaciones enemigas y la disposición de tropas listas para el combate. Esta animosidad auto-aduladora ignora la realidad del Medio Oriente, no obstante la percepción del “más débil” puede aprovechar tal imagen para adoctrinar y persuadir a los partidarios de que a pesar del poderío militar de Israel, este no logró sus objetivos estratégicos.
La brecha de expectativas sobre este aspecto pudiera ser producto de una especie de autoengaño dentro del liderazgo israelí, que enfatiza la noción de una disuasión existente, continua y efectiva. Esto aplica muy particularmente a la Segunda Guerra del Líbano. Si bien se considera que la guerra fue una oportunidad militar y estratégica perdida para derrotar a Hezbollah, aquellos que deciden las políticas a seguir para ese momento, especialmente el Primer Ministro Olmert y la canciller Livni, afirmaron e incluso afirman al día de hoy que la guerra fue un gran éxito ya que impulsó la disuasión israelí.
En una reciente entrevista a la prensa (diciembre, 2018) Yehezkel Dror, profesor emérito de ciencias políticas en la Universidad Hebrea quien fue miembro de la Comisión Winograd del 2008, que criticó duramente la falta de preparación del gobierno y los fracasos de las FDI contra Hezbollah ocurridos durante la guerra del Líbano, dijo: “Nuestro mensaje a Hezbollah fue que es posible atacar a Israel con misiles sin pagar el precio por ello”. Su conclusión es que la guerra no solo no mejoró la disuasión israelí, sino que, de hecho, tal disuasión es inexistente. Según Dror, la disuasión debería convencer al enemigo de que cualquier recurso que este utilice en promover violencia tendrá un precio desproporcionadamente alto.
La disuasión implica que aquellos que toman las decisiones de cualquier nación determinada examinan racionalmente el equilibrio militar y atacan si es que el equilibrio es favorable o no hacen nada si es desfavorable. Pero la preocupación por el equilibrio militar inmediato y a corto plazo va en la dirección equivocada. La historia muestra que las naciones rara vez van a la guerra simplemente porque se presenta la oportunidad de obtener ganancias en lo que respecta a lo militar. Más bien, a menudo han ido a la guerra ante cierto “suicidio militar”. Lógicamente, el inicio de la guerra constituye un fallo disuasivo y un fracaso potencialmente fatal de disuasión como estrategia.
El Mayor General (ret.) Yair Naveh, ex-Jefe del Estado Mayor Adjunto de las FDI, dijo en febrero del 2015 que la disuasión contra las entidades no-estatales, especialmente las organizaciones terroristas salafistas tales como Hamás y Hezbollah, difieren ser intimidados contra estados o incluso contra actores que son semi-estados. Su postura fue que la disuasión contra actores no-estatales que carecen de obligaciones hacia la población local en sus esferas de actividades solo es posible si la nación intimidada muestra voluntad de herir las fortalezas centrales de sus enemigos. Eso significa tener como blanco a sus líderes, comandantes militares, activos estratégicos y fuentes de apoyo social.
Pero los hechos sobre el terreno en lo que respecta a Hezbollah en el Líbano y Hamás en Gaza, sus enormes arsenales de cohetes y misiles, acumulados luego de la Segunda Guerra del Líbano y la Operación Margen Protector respectivamente, indican una situación diferente. Los “no sobresalientes” se comportan como si fuesen los actores que realizan la disuasión y no Israel. Por lo tanto, recurrir a una disuasión como razón para la utilización de la fuerza militar bruta en estos conflictos asimétricos pareciera ahora algo irrelevante como estrategia.
Israel eligió deliberadamente contener las continuas provocaciones recientes de Hamás en lugar de utilizarlas como acto de guerra o enfrentamiento. Así también en los altos de la Galilea, donde las FDI simplemente descubrieron túneles ofensivos excavados por Hezbollah dentro de territorio soberano de Israel. Las leyes internacionales hubiesen reconocido el derecho que posee un estado soberano de responder militarmente a un acto tan ofensivo, pero hasta hoy día, la respuesta de Israel se ha limitado a una serie de medidas defensivas llevadas a cabo sin cruzar la frontera del Líbano.
Suponiendo que el actual modus operandi israelí es producto del trabajo racional y reflexivo del personal que labora allí, esto pudiese indicar que las acciones disuasivas ya no son más un factor decisivo ni tampoco un objetivo estratégico en los conflictos asimétricos con Hamás y Hezbollah. Esto representa una reevaluación significativa del pensamiento estratégico israelí respecto a un enfrentamiento con fuerzas militares semi-regulares.
La diplomacia de los que deciden dentro de la política israelí frente a los conflictos con Hamás y Hezbollah debería decidirse de acuerdo a los intereses nacionales de Israel y no preservando el ego regional. En otras palabras, Israel necesita restablecer una forma de disuasión efectiva mientras toma las precauciones necesarias para evitar que una confrontación total con Hezbollah o con Hamás se convierta en una situación dificultosa o de circunstancias debido a la densidad poblacional civil en la Franja de Gaza y el Líbano y la alta probabilidad de que ocurran fuertes bajas civiles.
El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es Coronel retirado del ejército quien se desempeñó como analista principal en el área de Inteligencia Militar de las FDI.