La crisis del Monte del Templo ha pasado, pero el balance general se encuentra muy lejos de ser satisfactorio. Dado que acontecimientos de naturaleza similar se producirán casi con toda seguridad en un futuro cercano y dado que es imperativo se resuelvan con el menor uso de los servicios de seguridad y daño político posibles para Israel, Israel debe revisar lo que aconteció, no en un esfuerzo por aislar culpables, sino más bien es un intento por aprender lo qué ayudará al gabinete político y de seguridad a responder más eficazmente en la próxima crisis.
La crisis respecto al Monte del Templo que estalló en julio, 2017 parece haber subsanado. A pesar de las predicciones que vaticinaban lo contrario, el Medio Oriente no se encuentra en llamas; pueblos y líderes de la región siguen preocupados por otras crisis; y no existe una tercera intifada a las puertas de Israel. Al mismo tiempo, el ataque al Monte del Templo que dejó a dos policías israelíes asesinados trajo consigo graves consecuencias adicionales, que incluyeron los asesinatos en Halamish y la tensa crisis con Jordania, empeoraron las relaciones entre la población judía de Israel y su sector árabe y, erosionaron aun más a la ya vaga soberanía de Israel sobre el Monte del Templo.
La pregunta ahora aborda los resultados de la crisis y las ideas que surgirán a su paso. Más específicamente, ¿puede Israel afirmar algún logro político o de seguridad? El evento no garantiza una comisión de investigación u otro informe sobre el desempeño del gabinete. Sin embargo, en la medida en que probablemente ocurrirán eventos similares a futuro, es importante que Israel estudie y revise el incidente en un proceso que no se asemeje a una caza de brujas en la que busque separar y señalar culpables, sino más bien uno que se esfuerce por derivar lecciones que ayudaran al gabinete político y de seguridad a funcionar mucho más eficazmente durante la próxima crisis.
La capacidad del gabinete a tomar decisiones críticas es impedida por feroces rivalidades políticas entre sus miembros, fuga de información a los medios de comunicación, temores de futuras comisiones de investigación y la debilidad de la entidad que se supone prepara el trasfondo para estas reuniones, es decir, el Consejo de Seguridad Nacional. Por lo tanto, es imperativo que se lleve a cabo una revisión que se enfoque en temas y principios fundamentales y en los objetivos estratégicos de Israel. Tras el ataque al Monte del Templo que puso fin a la vida de dos oficiales de la policía israelí, fue crucial definir objetivos claros que en cada momento a medida que la crisis se desarrollaba guiarían las decisiones del gabinete respecto a los posibles beneficios y peligros de las eventuales políticas y las medidas y acciones adoptadas en consecuencia.
Los principales objetivos de Israel en la crisis fueron las siguientes:
- Seguridad a los feligreses, visitantes y personal de seguridad en el Monte del Templo. En este contexto, se hicieron esfuerzos para asegurar que no hubiesen otras armas presentes en el lugar y evitar de esta manera que armas adicionales fuesen introducidas de contrabando al Monte del Templo.
- Des-escalar el evento, a fin de evitar que tensiones y enfrentamientos sean propagados a Cisjordania e impidan una escalada afín al mundo árabe y musulmán.
- Protección (es decir, mantenimiento y fortalecimiento) de las relaciones con los estados de la región con los que Israel posee intereses compartidos. Esto incluye el mantenimiento de los tratados de paz con Egipto y Jordania y la continua cooperación con Arabia Saudita y los estados del Golfo.
- Disuasión: mantener la imagen de fuerza y poderío de Israel y demostrar su valor en caso de un ataque terrorista o cualquier otra violación a la seguridad israelí.
- Legitimación de las acciones israelíes, con énfasis en los acuerdos con la administración estadounidense.
- La soberanía de Israel en el Monte del Templo, incluyendo la responsabilidad por parte de Israel a lo que sucede en el lugar, principalmente en relación al tema de seguridad. Este objetivo respeta el entendimiento sobre la responsabilidad del waqf y el estatus de Jordania en el lugar, puesto en marcha desde 1967 y reforzado por los términos del tratado de paz de Jordania con Israel.
Existen claras tensiones entre estos diversos objetivos. El pensamiento estratégico correcto es necesario a fin de priorizar los objetivos y alcanzar el sutil equilibrio entre estos, ante la dinámica de desarrollo y los principales intereses. Cuando estalló la crisis en el Monte del Templo, parece ser que el tema sobre la seguridad fue inicialmente considerado como primordial e insuficientes discusiones le fueron dedicadas a otros temas. Los detectores de metales en el lugar fueron colocados y removidos sin ningún diálogo con el waqf y sin ninguna coordinación con Jordania, la Autoridad Palestina o Egipto. Esta medida unilateral les proporcionó a los adversarios de Israel una plataforma para alterar la frágil estabilidad en este lugar tan sensible. Hamas, la filial norte del Movimiento Islámico en Israel, Qatar y Turquía, todos trataron de hacer escalar el evento.
Durante la siguiente segunda semana al estallido de la crisis y ciertamente tras el ataque terrorista en Halamish, surgieron tensiones entre los respectivos objetivos estratégicos. Por un lado, el miedo a la escalada, la necesidad de contención y la preservación de la alianza regional de Israel con los estados sunitas. Frente a esto se encontraban las necesidades al tema de la seguridad y el temor de establecer un precedente de rendición bajo presión. Paradójicamente, el incidente en la embajada israelí en Jordania, en el que dos civiles jordanos fueron asesinados por un guardia de seguridad israelí, le permitió a Israel ajustar la situación. El gobierno israelí trabajó para evitar una escalada en las tensiones y preservar el tratado de paz con Jordania y Egipto, asumiendo riesgos en el área de seguridad y sosteniendo un cierto grado de daño a la disuasión israelí y a la soberanía parcial de Israel sobre el Monte del Templo.
En este contexto, deben investigarse varios temas, a fin de prepararse para la próxima crisis. Luego del ataque al Monte del Templo, hubiese sido preferible que Israel se limitara a un cateo inmediato a las mezquitas, donde en realidad no se encontraron armas y concentrar sus actividades de seguridad en acciones coordinadas con Jordania, Egipto y Arabia Saudita Arabia
Segundo, ¿pueden las fuerzas moderadas de entre los árabes en Israel, la Autoridad Palestina, Jordania y Egipto haberse alistado en medidas para contrarrestar la escalada? Si las perspectivas a esta alternativa no fueran realistas y las soluciones tecnológicas fuesen la mejor opción, quizás hubiera sido preferible adoptar medidas menos visibles que puedan reforzar la seguridad sin la intrusión de los detectores de metales, sobre todo porque la mayoría de los fieles no tienen participación en las actividades violentas.
Tercero, ¿estuvo bien argumentada la evaluación de la Agencia de Seguridad de Israel (GSS) e Inteligencia Militar respecto a la posibilidad del estallido de una tercera intifada o una erupción volcánica en el Medio Oriente como resultado de la implementación de medidas de seguridad en el Monte del Templo, o fue esto un escenario extremo? ¿Qué otras medidas moderadas pudieran haber impedido que esta evaluación se convirtiera en una realidad?
La cuarta pregunta se refiere a la firmeza de Israel. ¿Hasta qué punto Israel es capaz de permitir que las manifestaciones “no violentas” continúen durante más de una semana? ¿Han sido examinadas las decisiones de aquellos que protestaron las decisiones de Israel? En este contexto, ¿existen acciones medidas, aun así decididas para ejercer profundas presiones psicológicas para así obligar a los oponentes de Israel a regresar a la situación anterior, incluso sin cumplir la mayoría de sus demandas? La forma en que se resolvió la crisis, incluyendo su sentido de victoria, es probable aliente demandas y presiones adicionales.
Quinto, deberían examinarse los temas de oportunidad y coordinación con los Estados Unidos y el grado de participación de los Estados Unidos en este tipo de eventos, incluyendo la capacidad que poseen los Estados Unidos de influir en los estados sunitas.
Finalmente, a nivel estratégico mucho más profundo, ¿consideró Israel que su gestión a la crisis en el Monte del Templo afectaría los mayores desafíos de seguridad que este enfrenta actualmente? En otras palabras, ¿cómo podrá la conducta israelí influir sobre temas más urgentes tales como la expansión regional de Irán, un futuro conflicto con Hezbolá y el intento de reactivar el proceso político con los palestinos?
Las respuestas a estas preguntas que el gabinete ministerial recibirá de esta revisión ayudarán a Israel a lidiar más eficazmente con la próxima crisis que probablemente se desarrollará tarde o temprano, como resultado de una pérdida de disuasión dada la capitulación por parte de Israel durante la reciente crisis; la necesidad de frenar las continuas incitaciones; o el deseo del eje radical de aprovechar los acontecimientos en la arena palestina para de esta manera escalar la situación de una manera que perjudique a Israel. Observando el futuro, es importante que el gabinete instruya a los principales órganos ejecutivos a que formulen una mejor política de preparación y prevención y actúen en consecuencia.
En este marco, los entendimientos y mecanismos deben ser formulados con Egipto y los Estados Unidos para su participación en futuras situaciones similares. Es esencial reparar las relaciones con Jordania y compartir las conclusiones de la revisión, junto a una disculpa y compensación a la familia de los ciudadanos jordanos que murieron en la embajada (quien no es sospechoso de atacar al guardia de seguridad). Deben desarrollarse herramientas viables para administrar el Monte del Templo en asociación con Jordania y con elementos responsables de entre la población árabe en Jerusalén Oriental. En conjunto, debe prestársele atención a los extremistas judíos, cuyos actos de venganza son potencialmente mucho más volátiles que la colocación de detectores de metales en el Monte del Templo. Por último, Israel debería formular una respuesta integral política, de inteligencia y operacional a la conexión entre el Movimiento Islámico en Israel junto a Hamas y Turquía.
Particularmente, como Consejo de Seguridad Nacional de Israel, responsable de preparar los debates del gabinete y de integrar las recomendaciones de las entidades de seguridad, carece de personal y de influencia, es importante que los miembros del gabinete acudan a reuniones futuras equipadas con un modelo analítico que incluya los temas fundamentales que deben ser analizados. Además, el gabinete debe ser informado de las conclusiones alcanzadas tras la revisión de la crisis del Monte del Templo de julio, 2017.