– Una nueva encuesta, realizada por el Centro Palestino de Opinión Pública entre los árabes de Jerusalén Oriental, indica un creciente deseo entre la población árabe en la ciudad de participar en las próximas elecciones municipales.
– Los resultados de la encuesta dan un mensaje diferente de la habitual narrativa presentada por Hamás y la Autoridad Palestina y muestran una creciente tendencia entre los árabes de Jerusalén Oriental hacia lo que pudiéramos llamar una “israelización”.
– Sin embargo, la creciente tendencia hacia la coexistencia entre los residentes árabes y judíos luego de medio siglo de vivir en una ciudad unida no es necesariamente una historia de amor. ¿Qué es lo que impulsa la tendencia hacia la coexistencia? ¿Votarán los árabes de Jerusalén Oriental en las elecciones municipales de octubre?
Una exhaustiva encuesta realizada por el Centro Palestino de Opinión Pública entre los árabes de Jerusalén Oriental muestra que alrededor del 60% de los residentes de Jerusalén Oriental creen que deberían participar en las elecciones municipales de Jerusalén que tendrán lugar en octubre del 2018, teniendo de esta manera un efecto sobre las políticas internas. Luego de muchos años de boicotear las elecciones, los árabes de Jerusalén Oriental creen que ha llegado el momento de poner de su parte en el “juego municipal”.
Los resultados de la encuesta no son sorprendentes. Estos muestran una tendencia continua e incluso creciente hacia la “israelización” entre muchos árabes de Jerusalén Oriental como consecuencia de vivir en una ciudad unificada en los últimos 50 años. La imagen de una ciudad dividida aparentemente se está desvaneciendo y va desapareciendo de la memoria de aquellos que todavía viven allí hoy día.
La desconexión entre las plazas locales y nacionales
Los resultados de la encuesta también revelan cuán fuerte se ha vuelto el interés creado por esta realidad. La aspiración hacia la equiparación de servicios e infraestructuras entre las partes orientales y occidentales de la ciudad a través de su influencia sobre la municipalidad es, de acuerdo a los resultados de la encuesta, más fuerte que la narrativa nacional palestina respecto a la Jerusalén que la Autoridad Palestina y Hamas presentan. Ambos organismos consideran que cualquier cooperación con Israel y con Jerusalén en particular es una “traición” a su “propósito superior” de “establecer la capital del estado palestino en Jerusalén Oriental”.
La encuesta muestra que un número considerable de residentes de Jerusalén Oriental están preparados para dejar de lado este “propósito superior”. Están listos para desconectarse y diferenciar entre la plaza local, municipal y los objetivos nacionales palestinos, que no parecen ser alcanzables en este momento. Un creciente número de ciudadanos en Jerusalén Oriental ahora creen que la manera de recibir financiamiento municipal, que durante muchos años ha sido asignado principalmente a la mitad occidental de la ciudad, es a través de tener influencias políticas sobre el concejo municipal.
Una pregunta totalmente separada es si esta tendencia, que se ha fortalecido a lo largo de los años, se traducirá el día de las elecciones en una votación masiva en las urnas por parte de los árabes de Jerusalén Oriental. La respuesta es: no necesariamente. La Autoridad Palestina y Hamás ya han anunciado que se oponen participar en las elecciones municipales. La experiencia pasada ha demostrado que esto no solo se refiere a su oposición verbal.
En ocasiones anteriores, la población árabe que buscaba participar en las elecciones locales, así como también las figuras públicas entre los árabes de Jerusalén Oriental que deseaban postularse para cargos gubernamentales en el concejo municipal, fueron amenazadas. Algunos de ellos incluso sufrieron daños físicos como resultado de la violencia y el terrorismo perpetrados por Hamás o por los agentes de Fatah. Por ejemplo, cuando Hanna Siniora, ex-editora en jefe de Al-Fajr, quiso postularse para el consejo de la ciudad, dos de sus autos fueron incendiados.
El terrorismo supera a los votantes
Iniciativas locales organizadas en Beit Safafa y Sur Baher sufrieron la misma suerte. Durante las elecciones anteriores, al menos una vez (en 1969), las organizaciones terroristas lograron torpedear cualquier participación significativa de los árabes de Jerusalén Oriental y el funcionamiento de las listas árabes en las encuestas municipales. Solo un bajo porcentaje de aquellos con derecho a votar en la parte oriental de la ciudad acudieron a las urnas. El terrorismo triunfó. La pequeña participación de votantes expresó un mensaje nacionalista palestino sobre el reconocimiento formal del gobierno israelí y la verdadera unificación de la ciudad. Israel, desde su punto de vista, no tuvo éxito ni logró crear una sensación de seguridad que le permitiera a muchos residentes de Jerusalén Oriental votar para participar en las elecciones. La amenaza era demasiado tangible.
Esta vez, también hay algunas figuras que desean participar en las elecciones del concejo municipal. El potencial electoral de más de 300.000 árabes en Jerusalén Oriental, que actualmente forma alrededor del 40% de la población de la ciudad, es extremadamente alto: al menos un tercio de los miembros del concejo municipal. Debido al estatus de los residentes permanentes que estos recibieron inmediatamente luego de la Guerra de los Seis Días, los árabes de Jerusalén Oriental tienen derecho a votar en las elecciones municipales (aunque no en las elecciones al Knesset). Sin embargo, después de tantos años de boicot, la posibilidad que este potencial se realice total o significativamente en cualquier nivel importante sigue siendo muy baja. Por otra parte, la posibilidad de que varios miles o incluso decenas de miles de árabes de Jerusalén Oriental puedan participar en las elecciones es mucho más alta, incluso si no es definitiva. Todo depende de los niveles de amenazas y la protección que Israel le brindará a quienes buscan ejercer su voto o postularse en las elecciones.
Nueve meses antes de las próximas elecciones al ayuntamiento de Jerusalén, ya existen dos candidatos iniciales, aunque no está muy claro si lograrán superar las amenazas de violencia y el terrorismo palestino. Uno de ellos es el Dr. Ramadan Dabash, líder del consejo comunitario de Sur Baher, quien ha anunciado su intención de postularse para la municipalidad. El segundo es Iyad Bibuch, un maestro de Shuafat, quien está tratando de formar un partido político en Jerusalén Oriental. El factor común entre estos dos candidatos, similar a las iniciativas anteriores que fracasaron antes, es su aspiración de eludir el conflicto político sobre el futuro de la ciudad para concentrarse en actividades municipales y una preocupación por el bienestar de los residentes de Jerusalén Oriental, el cual seriamente, ha sido dejado de lado.
“Coexistencia” y un manto de vida compartido
Las suposiciones básicas de los candidatos y las de sus observadores pueden ser algo diferentes esta vez. Luego de las elecciones, la representación de los residentes de Jerusalén Oriental en el consejo de la ciudad dependerá de dos factores principales: necesidades y realidad. Mucho se ha escrito sobre el tema de las necesidades. Existen grandes brechas en los niveles de servicios e infraestructura entre los barrios judíos y árabes de Jerusalén en casi todos los parámetros: carreteras, aceras, alcantarillado, agua, educación y demás. En los últimos años, se han intentado corregir los errores del pasado y asignar más fondos a Jerusalén Oriental. Sin embargo, las discrepancias son todavía muy grandes y llevará mucho tiempo cambiar la situación allí de manera significativa.
Este es el caso respecto a la necesidad. En términos de realidades, sin embargo, esta ha llevado a la israelización de muchos árabes en Jerusalén Oriental. Incluso sin las elecciones, la israelización es el resultado de vivir juntos en una ciudad unida, junto a una población judía, durante los últimos 50 años. Una mayoría decisiva de la población de Jerusalén, tanto judía como árabe, no recuerda una ciudad dividida. Alrededor del 85% de los árabes de Jerusalén y el 75% de los judíos de la ciudad nacieron dentro de la realidad de una ciudad unificada. Para ellos, los días en que estuvo dividida son un capítulo de una historia lejana. Estos crecieron en una sola ciudad sin divisiones ni fronteras.
Este detalle ha sido traducido al manto de una convivencia normal siendo esta una mezcla de diferentes estilos de vida. Si bien existe una lucha nacional y religiosa, los residentes de Jerusalén todavía viven lado a lado. Los aspectos compartidos de la vida incluyen a médicos y enfermeras judíos y árabes, trabajando juntos para servir tanto a las poblaciones en los hospitales de la ciudad como en las sucursales de los diversos fondos de salud. También existe un sistema de farmacias compartido. Los conductores árabes y judíos trabajan en la cooperativa Egged y conducen los taxis y autobuses privados de la ciudad. Por supuesto, también existe una comunidad conjunta de pasajeros. Judíos y árabes se entremezclan en los diversos lugares de ocio de Jerusalén, incluyendo restaurantes, cafeterías y centros comerciales. En todos estos lugares, existe un gran grupo de consumidores judíos y árabes, así como empleados judíos y árabes. Partes de la ciudad también están conectadas a través de infraestructuras conjuntas. Los servicios se brindan a todas las áreas de la ciudad, incluyendo agua, alcantarillado, electricidad y teléfonos, así como también un sistema compartido de carreteras arteriales y secundarias, que cruzan Jerusalén tanto a lo largo como a lo ancho.
A pesar de todas las tensiones, el conflicto nacional-religioso y el terrorismo, los judíos visitan los cuatro barrios vecinos de la Antigua Ciudad, donde estos compran y caminan. Los árabes visitan las partes occidentales de la ciudad, principalmente por trabajo, ocio y compras. Los límites entre los vecindarios son a la vez un lugar de tensión y conflicto y un lugar de encuentro para las actividades comerciales, el turismo y las necesidades compartidas creadas por intereses mutuos. La expresión más sobresaliente de esta coexistencia son los trenes ligeros, que le sirven a cientos de miles de judíos y a decenas de miles de árabes. Este desafía los continuos intentos de los enemigos de la normalización de relaciones y las organizaciones terroristas, para dañarlo. El tren pasa por los barrios judíos y también por los barrios árabes de Shuafat y Beit Hanina. Las líneas ferroviarias ligeras adicionales planeadas para el futuro también pasarán a través de áreas residenciales judías y árabes.
Otro aspecto de la “israelización” se refiere a los campos en la educación y estudios universitarios. Un número creciente de jóvenes árabes desea estudiar en instituciones académicas israelíes. Para lograr esto, deben pasar los exámenes israelíes de bagrut [matriculación]. Los centros de aprendizaje en Jerusalén Oriental preparan a estos jóvenes para los exámenes israelíes de bagrut. Un número creciente de familias en Jerusalén Oriental están eligiendo enviar a sus hijos a estudiar en escuelas donde siguen el plan de estudios israelí. Este número de chicos ha alcanzado la cifra de 5500, en comparación con menos de 1000 hace apenas unos pocos años. La proporción de estudiantes que sigue el plan de estudios israelí entre el total de estudiantes en Jerusalén Oriental aún puede ser muy pequeña, pero este es un aumento gradual y sintomático de una tendencia en crecimiento.
Este tipo de “combinación” naturalmente se crea a través de una economía compartida y un nivel de codependencia. Dentro de varios sectores industriales, la tasa comparativa de empleados de la parte oriental de la ciudad constituye la principal fuerza de trabajo respecto al tamaño e importancia de la economía de la ciudad. Los trabajadores de la parte oriental de la ciudad representan el 66% de los empleados en la construcción, 52% de aquellos empleados en el transporte, 38% de los que trabajan en la industria hotelera y alimentaria, 32% de los trabajadores en el sector industrial y 21% de los empleados en salud y bienestar. El sustento de los residentes de Jerusalén Oriental depende de sus empleadores de la parte occidental y el negocio de los empleadores de Jerusalén Oriental depende de sus trabajadores de la parte oriental.
Una identidad diferente
La identidad diferente de los árabes de Jerusalén Oriental, que les distingue de los residentes de Cisjordania, se ve afectada por todo lo anterior. Esta identidad también se ve afectada por su condición de residente permanente y el establecimiento del cerco de seguridad.
El cerco, erigido hace 15 años, ha obligado a los residentes palestinos de Jerusalén Oriental (aparte de los barrios del norte que han permanecido fuera de su frontera) a cambiar de dirección y girar hacia el oeste. También ha contribuido al fortalecimiento de este proceso de combinación y al manto de la normalización de relaciones.
Otros investigadores también han visto evidencias de combinaciones y normalización. Hace ya siete años, el Instituto Washington para la Política del Cercano Oriente llevó a cabo una encuesta en profundidad entre los árabes de Jerusalén Oriental. La encuesta descubrió que el 35% de la población prefería vivir como ciudadanos con los mismos derechos bajo la soberanía israelí en Jerusalén. Hace tres años, en junio, 2015, una encuesta adicional del Instituto Washington reveló que esta cifra se había incrementado. En la fecha en que se realizó la última encuesta en los barrios de Jerusalén Oriental, la proporción de residentes que declararon abiertamente que preferían vivir como ciudadanos israelíes con los mismos derechos bajo soberanía israelí alcanzó el 52%.
Por lo tanto, la convivencia en Jerusalén ha desafiado más de una vez las fórmulas políticas. Esta no es una historia de amor, sino una historia de intereses compartidos y el reconocimiento de la realidad, beneficios públicos, rentabilidad, la economía y el ganarse la vida. En la realidad existente de Jerusalén, la convivencia no ha convertido a los árabes de Jerusalén Oriental en amigos. Esta no niega el terrorismo o la hostilidad, pero existe junto a estos. ¿En qué medida llevará a los árabes de Jerusalén Oriental a las urnas en octubre? Esta pregunta aún permanece abierta. Lo que sí está claro es que el deseo de que esto suceda existe. Quedará por ver si serán creadas las condiciones para que esto ocurra.
Nadav Shragai es investigador principal en el Centro Jerusalén para Asuntos Públicos. Se desempeñó como periodista y comentarista en Ha’aretz entre 1983-2009, actualmente es periodista y comentarista en Israel Hayom y ha documentado la disputa sobre Jerusalén durante 30 años. Ha escrito también una cantidad de libros que incluyen: Jerusalén: Delusiones de División (Centro Jerusalén para Asuntos Públicos, 2015); “Al-Aksa está en Peligro” Libelo: La Historia de una Mentira (Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén, 2012); El Libro Virtual Jerusalén: Corregir el Discurso Internacional – Cómo Occidente se Equivoca con Jerusalén (Centro Jerusalén para Asuntos Públicos, 2012); En la Encrucijada: La Historia de la Tumba de Raquel (Puertas para Jerusalén. Estudios, 2005); El Conflicto del Monte del Templo (Keter, 1995); y el ensayo: “Jerusalén no es el Problema, es la Solución”, en el Sr. Primer Ministro: Jerusalén, Moshe Amirav, ed. (Carmel y el Instituto Florsheimer, 2005).