La actitud de los israelíes hacia Egipto 40 años luego de la visita de Sadat – Por Prof. Efraim Karsh (BESA)

RESUMEN: Cuarenta años después de la histórica visita de Anwar Sadat a Jerusalén, la mayoría de los israelíes considera que el tratado de paz egipcio-israelí condujo a mejorar la seguridad nacional de Israel. Sin embargo, creen que actualmente no existen líderes de la talla de Sadat y Menajem Beguin a ambos lados de la división capaces de efectuar un avance igualmente trascendental hacia una paz palestino-israelí.

Hace cuarenta años, el Presidente egipcio Anwar Sadat aterrizó en el Aeropuerto Ben-Gurion de Israel para una visita de dos días a Jerusalén, por invitación oficial del Primer Ministro israelí Menajem Beguin. El mundo entero contuvo su respiración. Aquí se encontraba el líder del mayor y más poblado estado árabe, quien encabezó repetidos intentos panárabes de destruir a Israel, visitando la disputada capital del principal enemigo del mundo árabe en aparente consentimiento en legitimidad a la existencia del Estado judío y su derecho a la coexistencia pacífica con sus vecinos árabes. Tan profunda fue la incredulidad general que el jefe de estado mayor israelí Teniente General Mordejai Gur, le advirtió al gobierno que la visita era una táctica engañosa egipcia, inmediatamente después del ataque sorpresa egipcio-sirio de octubre, 1973.

La visita resultó ser el evento político individual más importante en la historia del conflicto árabe-israelí, que culminó en el tratado de paz egipcio-israelí de marzo de 1979 y la aplastante condición al rechazo uniforme por parte del mundo árabe al Estado judío. Y aunque el sucesor de Sadat, Hosni Mubarak, tenía una visión mucho más restrictiva del acuerdo, la paz egipcia-israelí ha resistido con éxito muchas crisis regionales (desde la guerra del Líbano en 1982, a la “Intifada de Al-Aqsa” al conflicto de Gaza en el 2014), allanando el camino hacia el tratado de paz Israel-Jordania de octubre de 1994 y al proceso de paz palestino-israelí aún por completar iniciado con el Acuerdo de Oslo de septiembre, 1993.

Pero, ¿cómo ven los israelíes este trascendental acontecimiento desde una perspectiva de 40 años? ¿Aprecian su significado histórico total y el impacto que ha tenido en sus vidas? ¿Consideran que vale la pena pagar el precio del tratado de paz egipcio-israelí?

Una encuesta reciente realizada por el Centro de Estudios Estratégicos Beguin-Sadat (BESA) de la Universidad Bar-Ilan muestra una imagen bastante mixta. Mientras el 81% de los encuestados vieron el acuerdo como algo propicio para la seguridad nacional de Israel, el 51% consideró que las concesiones hechas para su logro (notablemente la evacuación de la península del Sinaí rica en petróleo y la demolición de la ciudad de Yamit) fueron excesivas, comparadas al 46% de los encuestados que lo consideran acordes con las enormes ganancias provenientes del acuerdo.

Esta aparente contradicción parece ser consecuencia lógica de la aguda conciencia de los israelíes sobre la tibia percepción de paz por parte de Mubarak. Mientras uno solo puede especular acerca de las propias intenciones finales de Sadat, este fue asesinado en octubre del 1981 por un fanático islamista – para Mubarak, la paz no tenía ningún valor en sí misma, sino el precio que El Cairo debía pagar por beneficios tan sustanciales tales como la economía estadounidense y la ayuda militar. Como resultado, Mubarak redujo la interacción con Israel al nivel más bajo posible, a la vez que transformaba simultáneamente al ejército egipcio en una fuerza moderna formidable y fomentaba una cultura de virulento antisemitismo en Egipto, una cultura cuyas premisas él mismo evidentemente compartía.

Aunque el Presidente Abel El-Fattah Al-Sisi ha tomado una ruta diferente, llevando las relaciones egipcias-israelíes a niveles sin precedentes, la mayoría de los israelíes parecen reconocer la naturaleza instrumental de la percepción egipcia sobre la paz. En consecuencia, solo el 14% de la encuesta de BESA consideró que la actitud de Egipto hacia Israel era amistosa (el 37% pensaba que Israel “pagó en exceso” por el acuerdo), mientras que el 68% lo consideró tibio y otro 18% hostil (de los cuales el 44% y el 68% respectivamente consideraron que las concesiones hechas al acuerdo eran excesivas).

No en vano, tal vez, se encontró que el apoyo al acuerdo fue más fuerte entre los votantes centro izquierdistas, aunque en realidad fue el Partido de derecha Likud el que hizo este avance histórico. 92% de los votantes de Hamajané Hatzioni y Yesh Atid, así como también el 88% de los votantes de Meretz, creyeron que el acuerdo había mejorado la seguridad nacional de Israel en oposición al 82% de los votantes del partido Likud, 82% de los votantes de Haayit Hayehudi y 67% de votantes de Israel Beitenu. El apoyo al acuerdo dentro de la comunidad ultra-ortodoxa fue aún más bajo, con un 64% de los votantes de Shas y un 68% de los votantes de Yahadut Hatorah considerando que el acuerdo favorece la seguridad nacional de Israel.

De igual manera, la encuesta puso de manifiesto la actitud ambigua de los ciudadanos árabes de Israel respecto al acuerdo, o incluso a una posible reconciliación israelí con los estados árabes vecinos. Mientras que solo el 68% de los árabes israelíes encuestados ve el acuerdo como propicio para la seguridad nacional de Israel, en comparación con el 83% de sus compatriotas judíos, 17% considera que el precio pagado por su logro es demasiado bajo (en comparación con el 1% de los judíos israelíes). En otras palabras, los árabes israelíes están más inclinados que sus homólogos judíos (con la notable excepción de los votantes de Meretz) para que su estado pague un precio más alto por un acuerdo internacional menos favorable que afecte su seguridad nacional. Esta inclinación es marcadamente más alta entre los votantes del Partido Árabe Unido (en comparación con los votantes de los partidos judíos) y el 22% de ellos considera que el precio es demasiado bajo.

A pesar de la brecha entre árabes israelíes y judíos, ambas comunidades son igualmente escépticas respecto a las perspectivas de un acuerdo de paz palestino-israelí, con más del 80% de los encuestados coincidiendo en que actualmente no existen líderes de la talla de Sadat y Beguin en ninguno de los bandos que sean capaces de efectuar un avance similarmente trascendental. Apenas un pronóstico reconfortante luego de casi cuatro décadas de paz entre Egipto e Israel.

 

 

Efraim Karsh, Director del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat, es Profesor Emérito en Estudios del Medio Oriente y el Mediterráneo en el King’s College de Londres y editor de la publicación trimestral del Medio Oriente.

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