El choque fronterizo de Gaza no fue una situación de conflicto armado, ni tuvo nada que ver con las leyes del conflicto armado y de ocupación de un territorio. Fue una protección rutinaria de fronteras por parte de un estado soberano, desde dentro de su territorio soberano, frente a una evidente amenaza de violación de fronteras por elementos violentos del otro lado del borde limítrofe.
Acusar a Israel de cometer crímenes de guerra, masacres y violaciones a las leyes internacionales humanitarias, así como también invocar criterios y normas, incluyendo la norma de proporcionalidad de las leyes internacionales, característica de las situaciones de conflicto armado, no tiene relevancia en relación con la situación a lo largo de la valla limítrofe entre Israel y la Franja de Gaza.
La muy publicitada visita del canciller palestino al fiscal acusador de la Corte Penal Internacional (CPI), armada con un nuevo conjunto de denuncias sobre crímenes de guerra y violaciones de los Convenios de Ginebra a lo largo y ancho de la valla, no puede considerársele otra cosa que una manipulación defectuosa y cínica de la Corte.
La reciente y continua avalancha de críticas y censuras internacionales en contra de Israel y específicamente la ancestral mantra que acusa a Israel de utilizar una respuesta “desproporcionada e indiscriminada” a la pacífica “Marcha del Retorno” organizada por Hamás, exige comentarios sobre la buena fe de aquellos que tan fácilmente y con tanta ligereza realizan tales acusaciones.
Tal vez el ejemplo más obvio, flagrante y desatinado de esta nueva ola de ataques contra Israel es el repetir la acusación de que Israel actuó de una manera “desproporcionada e indiscriminada”. Esto lo repiten los líderes europeos cada vez que Israel se ve obligado a defenderse por sí mismo y a su territorio.
Respuestas pavlovianas europeas
Esta automática afirmación fue recientemente expresada por la Representante de Asuntos Externos de la UE Federica Mogherini y otros altos líderes europeos, que no se molestaron en cerciorarse por los hechos de la situación.
En su declaración del 14 de mayo de 2018 Mogherini ignoró la naturaleza violenta de la manifestación de Hamás, afirmando de que “Israel debe respetar el derecho a la protesta pacífica y el principio de proporcionalidad en el uso de la fuerza”.
En manera similar, el Presidente francés Emmanuel Macron condenó las “atroces acciones” por parte de Israel en apuntar a los “desarmados manifestantes palestinos en la Franja de Gaza”. El diario francés Quai d’Orsay agregó su propia contribución afirmando, “Luego de varias semanas de violencia y con un número creciente de víctimas palestinas nuevamente hoy en la Franja de Gaza, Francia le pide nuevamente a las autoridades israelíes que muestren juicio y moderación en el uso de la fuerza, la cual debería ser estrictamente proporcional”.
La cancillería alemana, aunque reconoció el derecho de Israel a defender su seguridad y declaró: “Ejercer el derecho a la libertad de expresión y la protesta pacífica no debe ser aprovechada y utilizarse para violar los legítimos intereses de seguridad de Israel en la frontera con los territorios palestinos. Al mismo tiempo, la defensa de estos intereses legítimos debe seguir siendo proporcional”.
Amnistía Internacional dio a conocer su declaración, titulada “Las fuerzas israelíes deben poner fin a la utilización del excesivo poderío en respuesta a las protestas de la Gran Marcha del Retorno”.
Esta obsesión internacional de acusar a Israel de utilizar una fuerza desproporcionad e indiscriminada generó una resolución particularmente desequilibrada por parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Este condenó “el uso desproporcionado e indiscriminado de la fuerza por el ejercito ocupante israelí contra la población civil palestina, incluso dentro del contexto de protestas pacíficas, particularmente en la Franja de Gaza, en violación a las leyes internacionales humanitarias e internacionales de los derechos humanos y las resoluciones pertinentes que se originan de las Naciones Unidas”
El Consejo de Derechos Humanos decidió “enviar urgentemente una comisión internacional investigadora independiente para indagar todas las presuntas violaciones y abusos a las leyes internacionales humanitarias e internacionales de los derechos humanos dentro del territorio palestino ocupado, incluyendo a Jerusalén Oriental, particularmente en la ocupada Franja de Gaza, en el contexto de los ataques militares contra las protestas civiles a gran escala”.
¿Requiere la “proporcionalidad” que Israel sacrifique a la población israelí?
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el Príncipe jordano Zeid Ra’ad Al Hussein, en una declaración curiosa, pero típicamente virulenta, irresponsable y repleta de odio agregó: “El fuerte contraste en las bajas de ambos bandos sugiere una respuesta totalmente desproporcionada: el lunes, del lado israelí, un soldado resultó levemente herido, al serle arrojado una piedra. Los asesinatos causados por el uso ilegal de la fuerza por parte de una potencia ocupante también pueden constituir “homicidios dolosos”, una grave violación del Cuarto Convenio de Ginebra”.
¿Sugiere el Príncipe Zeid y otros líderes internacionales la sensación deformada de proporcionalidad que la defensa de Israel contra 40.000 invasores fronterizos hostiles requiere que se asesine la misma cantidad de israelíes? Solo entonces estos se sentirían satisfechos?
Las declaraciones del Príncipe Zeid y su rabiosa hostilidad hacia Israel son incompatibles con el requisito de la Carta Magna de las Naciones Unidas que requiere de los funcionarios de la ONU “se abstengan de realizar cualquier acción que pueda reflejar su postura como funcionarios internacionales responsables sólo para la Organización”.
Esto es específicamente relevante ante los Estatutos y Reglamento del Personal de la ONU que establece derechos y obligaciones básicos de su personal, que especifican: ‘Si bien los puntos de vista y convicciones personales de los miembros del personal, incluyendo sus convicciones políticas y religiosas, siguen siendo inviolables, los funcionarios se asegurarán de que tales opiniones y convicciones no afecten negativamente sus deberes oficiales o los intereses de las Naciones Unidas. Estos se comportarán de manera acorde en todo momento en su condición de funcionarios públicos internacionales y no realizarán ninguna actividad que sea incompatible al debido cumplimiento de sus deberes ante las Naciones Unidas. Evitarán cualquier acción y en particular, cualquier clase de pronunciamiento público que pueda reflejar negativamente sobre su estatus, o sobre la integridad, independencia e imparcialidad requeridas por dicho estatus’.
A diferencia de esta consternación internacional actual contra Israel, los verdaderos hechos de la situación están saliendo muy rápidamente a la luz.
¿Cuáles son los hechos acerca de la batalla de la valla en Gaza?
La “pacífica” marcha del retorno y las protestas fueron presentadas por la maquinaria propagandística de Hamás y rápidamente digeridas por la comunidad internacional. El objetivo de los civiles palestinos aparentemente inocentes, según Hamás, era “salir” de la zona de la Franja de Gaza, liberar Jerusalén y protestar por las limitaciones impuestas como parte del cierre marítimo por Israel sobre la importación de ciertos materiales de doble utilización en el territorio de la Franja de Gaza.
Pero esto distaba mucho de ser el “picnic” pacífico que Hamás y el liderazgo palestino publicitaron y dirigieron a los líderes de la comunidad internacional y a los medios de comunicación internacionales.
Esto implicó intentos por parte de los agentes de Hamás, que se escondían entre aquellos civiles ostensiblemente inocentes, la mayoría de los cuales fueron reclutados, alentados o forzados por Hamás a arremeter contra la valla que separa el territorio soberano israelí de la Franja de Gaza gobernada por Hamás. Su objetivo declarado era destruir y atravesar la valla, ingresar a las aldeas israelíes cercanas, asesinar y secuestrar a israelíes y finalmente “liberar a Jerusalén”.
Esta protesta “pacífica” involucró lo siguiente:
- Lanzar dispositivos explosivos contra la valla y los soldados israelíes que la defendían;
- Conectar dispositivos explosivos a la cerca para detonarlos y asesinar a los soldados israelíes que intentasen desmantelarlos;
- Lanzar dispositivos incendiarios atados a cometas y globos para que caigan sobre los residentes israelíes en las aldeas cercanas a la valla a través de la línea divisoria e incendien los campos de Israel junto a sus productos agrícolas;
- Ya que Hamás organizó estos ataques sobre el terreno, sus ingenieros todavía excavan túneles de ataque a 10 metros de profundidad para permitir que los terroristas se infiltren en Israel; y
- Apartados de los medios de comunicación occidentales, los líderes de Hamás incitaron a sus seguidores en árabe: “Derribaremos la frontera y le arrancaremos los corazones de sus cuerpos a los [israelíes]”.
En el frente ecológico, los agentes de Hamás, ayudados por mujeres y chicos civiles, incendiaron montones de llantas viejas para crear una enorme nube de humo y de esta manera ocultar sus acciones contra la valla fronteriza y contaminar el aire en las comunidades israelíes a lo largo del área de la valla.
Claramente, si esto hubiese sido una manifestación y protesta genuina y pacífica, los soldados israelíes estacionados regularmente del lado israelí de la valla no tendrían justificación ni necesidad alguna de actuar para proteger la valla de los agentes de Hamás que intentaban violarla para de esta manera atacar al ejército israelí y a la población civil.
Si el liderazgo palestino y los cuerpos policiales hubiesen actuado de acuerdo a sus compromisos en los Acuerdos de Oslo de 1995, asumiendo “responsabilidad por el perímetro de seguridad acordado a lo largo de la Línea Limítrofe dentro de la Franja de Gaza” y “aplicar medidas de seguridad especiales para prevenir infiltraciones en la Línea Limítrofe o el introducir armas, municiones o equipos relacionados al perímetro de seguridad”, los soldados de Israel no se hubiesen enfrentado a los intentos de infiltrarse y violar la valla.
Claramente, el liderazgo palestino y Hamás no cumplieron sus compromisos de Oslo. Al contrario, iniciaron, alentaron, incitaron y organizaron actividades violentas cerca de la valla limítrofe en violación directa y deliberada a los compromisos del Acuerdo de Oslo.
Frente a los llamados e incitación ampliamente publicitados dirigidos por Hamás a la población civil de arremeter contra la valla y atacar y asesinar soldados y civiles israelíes, Israel se vio obligado a observar las protestas como potencialmente violentas y así evitar una violación anticipada de la valla en la frontera y el peligro de una infiltración violenta dentro del territorio soberano de Israel.
Al hacerlo, los soldados israelíes que custodian la valla, bajo estrictas órdenes de atacar únicamente a aquellos que violen la valla con artefactos explosivos e intenten infiltrarse, hallaron necesario disparar contra Hamás y contra los agentes de la Yihad Islámica que atacaban activamente y se infiltraban dentro de la valla fronteriza. En un día de enfrentamientos, un alto funcionario de Hamás le dijo a un entrevistador que 50 de las 62 víctimas mortales eran agentes de Hamás.
Otras personas resultaron heridas al inhalar gas utilizado para dispersar a las masas de manifestantes del área de la valla.
Un caso clásico de un estado soberano que protege sus fronteras
Esta no fue una situación de conflicto armado, ni tuvo nada que ver con las leyes de conflicto armado y de ocupar territorio. Fue una manera rutinaria de proteger la frontera por un estado soberano, desde dentro de su territorio soberano, frente a una evidente amenaza de violación fronteriza por elementos violentos del otro lado de la línea divisoria.
Como tal, acusar a Israel de cometer crímenes de guerra, masacres y violaciones a las leyes internacionales humanitarias, así como también invocar criterios y normas, incluyendo la pauta de proporcionalidad del derecho internacional, aplicables y característicos de las situaciones del conflicto armado, no poseen relevancia alguna respecto a la situación a lo largo de la valla limítrofe entre Israel y la Franja de Gaza.
Este factor obvio no impidió la oleada automática e inmediata de acusaciones contra Israel de masacres, crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y violaciones de las leyes internacionales humanitarias.
Proporcionalidad
El concepto de proporcionalidad es una pauta básica en el ámbito de las leyes del conflicto armado en el que las fuerzas armadas en estado de combate operan contra objetivos necesarios para lograr su propósito de tratar con un enemigo. En este contexto, el principio es que “la pérdida de vidas y el daño a la propiedad incidental a los ataques no deben ser excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa que se espera obtener”.
La norma aceptada del derecho de la práctica habitual internacional pertinente en los conflictos armados, tal como fue codificada por el CICR en su base de datos sobre las leyes internacionales humanitarias, establece los límites de proporcionalidad a la necesidad de “lograr las ventajas militares concretas y directas previstas”, pero “sin causar daños incidentales excesivos, pérdida de vidas, lesiones o daños” a la población civil.
Incluso si uno asumiese que el enfrentamiento entre la manifestación dirigida por Hamás y los guardias en la frontera de Israel era una situación de conflicto armado, claramente, el hecho de que Israel limitó estrictamente la utilización del poderío de fuego únicamente sobre los agentes de Hamás y de la Yihad Islámica que violaron la valla fronteriza, es un ejemplo del uso proporcional de la fuerza por parte de Israel. Por lo tanto, las acusaciones de uso desproporcionado e indiscriminado de fuerza no tienen base objetiva o militar alguna.
La Corte Penal Internacional
Finalmente, la muy publicitada visita del canciller palestino al fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), armado con un nuevo grupo de quejas y acusaciones contra los líderes y altos comandantes de Israel, incluyendo crímenes de guerra y violaciones de los Convenios de Ginebra a lo largo de la valla de separación, no puede considerarse otra cosa que una manipulación defectuosa y cínica de la Corte.
Este es un intento por parte del liderazgo de la Autoridad Palestina de “subirse a la carreta de Hamás” y cosechar beneficios políticos y de relaciones públicas partiendo de la situación a lo largo de la valla fronteriza generada por Hamás. La acción fue tomada a pesar de las inherentes y continuas hostilidades y la ruptura entre la Autoridad Palestina y la organización terrorista Hamás que gobierna la Franja de Gaza.
La frecuentemente repetida inclinación palestina de convertir a la Corte Penal Internacional en su propio tribunal privado, que critica a Israel, socava la condición objetiva de la corte tal como es establecido en su estatuto de creación. También socava el propósito de la Corte en tratar con los crímenes internacionales más graves y sobre todo, carece de validez legal. La CPI es una corte compuesta solo de estados y la jurisdicción de la corte puede extenderse solo al territorio soberano de los estados miembros de dicha corte.
Si bien el fiscal del tribunal ha aceptado la membrecía palestina en el tribunal, basándose en una resolución cuestionable y no vinculante de la Asamblea General de la ONU para mejorar el estatus palestino en las Naciones Unidas, el solo tema del estatus palestino en referencia al tribunal aún no ha sido resuelto y debe ser determinado jurídicamente. Esto es mucho más evidente ante el hecho de que a la espera de una resolución negociada sobre el tema de los estatutos permanentes de los territorios, según lo acordado en los Acuerdos de Oslo, atestiguado por las principales potencias y respaldado por la ONU, no existe un estado soberano de Palestina ni un territorio soberano palestino sobre el cual la CPI pueda ejercer su jurisdicción.
Por lo tanto, el intento por parte de los palestinos de manipular a la CPI carece de validez legal. El presente intento de llevar a la corte para examinar las denuncias de crímenes de guerra cometidos por Israel en el contexto de los recientes eventos a lo largo de la valla limítrofe entre Hamás e Israel es incompatible con los requisitos a los estatutos del tribunal, que define claramente sus poderes “para ejercer jurisdicción sobre crímenes más graves que preocupan a la comunidad internacional”.