RESUMEN: Momentos antes que Donald Trump se marche de la Casa Blanca, Irán puede que intente vengar el asesinato de Qassem Soleimani y de Mohsen Fakhrizadeh. Los diferentes países del Golfo se encuentran ya preparados y esperan ser protegidos por los estadounidenses.
El 20 de enero, 2021 el Presidente Donald Trump tiene programado salir del escenario político y quizás incluso de la historia, pero Irán si permanece en su lugar. Sus líderes recibieron duros y severos golpes por parte de Trump durante su mandato, pero lo peor de todo es la forma en que los humilló ante el mundo. Los ayatolás resistieron a pesar de todo lo que Trump les lanzó, pero su honor fue pisoteado. Para ello no existe perdón ni olvido.
Y el 3 de enero, 2021 es el primer aniversario del asesinato del General Qassem Soleimani, la legendaria figura que le dio al liderazgo iraní la capacidad de apoderarse de manera efectiva de varios países árabes. Su asesinato, perpetrado por un ataque con drones estadounidenses dejó un vacío que sus sucesores han tenido dificultades en llenar. Los líderes iraníes no tomarán el asesinato de Soleimani calmadamente sin buscar una forma de venganza que se adapte a su nivel de importancia.
También murió asesinado en un atentado, en noviembre del año 2020, el padre del programa nuclear militar de Irán Mohsen Fakhrizadeh. Teherán afirma que Israel fue el responsable de este “crimen”, que igualmente espera por una operación venganza que el régimen iraní no tiene más remedio que llevar a cabo.
Yo me supongo que los líderes iraníes organizaran una impresionante operación militar el 19 de enero en nombre de Soleimani y muy posiblemente también en nombre de Fakhrizadeh, una operación que restaurará su honor perdido y su antigua condición de matón regional.
La operación venganza iraní no se llevará a cabo desde suelo iraní sino desde dos o posiblemente tres, de sus estados satélites (Yemen, Irak y Siria) como para no incriminar directamente a Teherán (ciertamente no ante la vista del presidente electo estadounidense Biden) y para demostrar el control de Irán sobre esos países a pesar de los esfuerzos de larga data estadounidenses e israelíes para frustrarlo. La operación será llevada a cabo por “fuerzas de liberación locales” – es decir, milicias chiitas locales orquestadas por las Fuerzas Quds, habiendo sido estas la herramienta utilizada por Soleimani. Puede muy razonablemente llegarse a suponer que los “asesores” iraníes estarán presentes y activos en los lugares de lanzamiento de misiles y drones que pueden ser dirigidos (nuevamente) hacia la Embajada estadounidense en Bagdad y a las bases militares estadounidenses en Irak y Siria y muy posiblemente también hacia las instalaciones petroleras sauditas (tal como sucedió en septiembre, 2019) así como a las instalaciones petroleras de los Emiratos Árabes Unidos y de Bahréin, para resaltar las incapacidades de su nuevo aliado, Israel, para protegerlos de su importante, fuerte y respetado vecino.
¿Por qué el día 19 de enero? Porque ese será un día antes de la salida de Trump de la Casa Blanca. Este no tendrá tiempo de poner en marcha ningún tipo de represalias serias contra Irán.
Si los líderes iraníes están de hecho intentando montar una operación de tal calaña, las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, Arabia Saudita e Israel muy probablemente lo saben. Esa es probablemente la razón por la que en las últimas semanas hemos presenciado un aumento de la presencia estadounidense en el Golfo. En solo un mes, los Estados Unidos han enviado tres bombarderos B-52 a la región, así como también un submarino nuclear y dos acorazados equipados con misiles. Según informes, un submarino israelí también partió hacia la región. El día 18 de diciembre, el Jefe de Estado Mayor estadounidense, el Teniente General Mark Milley, visitó Israel y se reunió con el Primer Ministro Netanyahu, con el Ministro de Defensa Gantz y el Jefe de Estado Mayor Kochavi. Luego de la reunión Gantz dijo: “Actuaremos conjuntamente ante cualquier escenario en el frente iraní. Trabajaremos en unidad para hacerle frente a nuestras amenazas comunes con el propósito de preservar la estabilidad en el Medio Oriente junto a nuestros aliados”.
El 20 de diciembre, la embajada de Estados Unidos en Bagdad fue objeto de un bombardeo con cohetes. La administración estadounidense dijo que Teherán fue el perpetrador detrás de este ataque, que utilizó cohetes de fabricación iraní. Tres días después, se informó que las organizaciones de seguridad estadounidenses le presentarían pronto a Trump varias alternativas de represalias sin llegar a iniciar una guerra.
El 24 de diciembre, Trump advirtió severamente a Teherán de que se le responsabilizará de cualquier ataque contra cualquier ciudadano o soldado estadounidense, incluso si este ataque fuese llevado a cabo por alguna milicia chiita y pidió a los líderes iraníes que lo “pensaran” mucho antes de instigar tal ataque. El 25 de diciembre, fue informado en Israel que las FDI habían sido puestas en alerta debido a un posible ataque estadounidense contra Irán antes de que Trump saliera de la Casa Blanca.
Israel teme que pueda producirse un ataque a sus instalaciones e infraestructuras similares al ataque efectuado a las instalaciones petroleras sauditas. Un ataque de esa naturaleza pudiera llegar desde Yemen, Irak, el Líbano o de Siria. Es muy posible que esta preocupación explique las operaciones en las últimas semanas realizadas en Siria y atribuidas a Israel. El portavoz de las FDI le dijo al portal saudita Elaph que Israel monitorea muy de cerca los movimientos de Irán en Irak y en Yemen y tiene información sobre misiles y drones que Teherán se encuentra desarrollando y construyendo en secreto en esos países.
Los estados de la Península Arábiga se dividen en tres grupos distintos: Yemen y Qatar, siendo estos satélites iraníes y le sirven de todas las formas posibles y por haber; Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, que temen un enfrentamiento que los convierta en blanco de los misiles iraníes; y Omán junto a Kuwait, que sentados en la banca tratan de reconciliarse entre Estados Unidos e Irán para salvar a la convulsionada y volátil región de una guerra que no tendría ganadores sino solo perdedores.
Arabia Saudita, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos se encuentran en una situación sumamente delicada y compleja. Por una parte, temen que una operación estadounidense o iraní pueda causar un daño enorme a la industria petrolera, o al turismo y a la notable estabilidad económica que estos han construido durante décadas. Por la otra, estos estados ciertamente no desean que Irán recupere el poder que ejercía hasta hace cuatro años, poder que se traduciría en presión diplomática y militar ejercida por Teherán que los convertiría en marionetas de los ayatolás y los obligaría a someterse a los dictados políticos iraníes (por ejemplo, cortar o congelar las relaciones con Israel y con los Estados Unidos y eliminar su presencia militar y quizás incluso sus influencias económicas).
Tampoco existe mucho entusiasmo en Jerusalén por una posible conflagración directa en el Golfo que pudiera extenderse hacia Israel en la forma de una ofensiva de misiles disparados desde el Líbano, Siria, Irak o de Yemen. También se han escuchado advertencias recientemente hechas por los houties en Yemen, quienes controlan el estrecho de Bab el-Mandeb, la puerta sur del Mar Rojo por donde transita gran parte del tráfico marítimo mundial (y también de Israel).
Para mantener a sus aliados a salvo de un ataque vengativo iraní, Washington presumiblemente no lanzará un ataque militar contra Irán desde ninguno de los países de la región, en caso de lanzar un ataque. Los B-52 – los bombarderos estratégicos estadounidenses, despegarán para su misión en Irán desde bases en los Estados Unidos o desde la isla de Diego García en el Océano Índico. Además, los Estados Unidos poseen submarinos y acorazados en la región, incluyendo portaaviones y destructores. Este es capaz de atacar a Irán y a sus agentes-estados en cualquier momento sin involucrar a sus aliados y quizás sin siquiera tener en cuenta la distancia entre sus posiciones.
En vísperas al 2021, la temperatura en la región del Golfo sigue aumentando a pesar de estar transitando la época de invierno. Es muy probable que alcance el punto de ebullición al final del mandato de Trump.
El Teniente Coronel (ret.) Dr. Mordechai Kedar es investigador asociado sénior en el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat. El Dr. Kedar se desempeñó durante 25 años en los servicios de inteligencia militar de las FDI especializándose en el tema Siria, el discurso político árabe, los medios de comunicación árabes, los grupos islámicos y árabes-israelíes y además es experto en el tema de la Hermandad Musulmana y de otros grupos islamistas.