En 2011, los levantamientos populares volcaron la autoridad de esos regímenes profundamente arraigados (en el sentido de las agujas del reloj desde arriba a la izquierda de la foto de portada) en Túnez, Egipto, Libia y la mayor parte de Siria. ¿Por qué no sucederá esto en Irán?
La República Islámica de Irán está convulsionando nuevamente. Las mayores protestas antigubernamentales desde que estalló el Movimiento Verde en 2009 comenzaron el mes pasado en la ciudad de Mashhad y se extendieron por todo el país, con manifestantes que gritaban “muerte al dictador”, “muerte a Hezbollah” y “muerte a la República Islámica”.
Las fuerzas de seguridad iraníes desplegaron su violencia como el teatro callejero para tomar represalias, matando a más de veinte personas y encarcelando a cientos de otros, e iniciando a masivas manifestaciones progubernamentales por su cuenta. El comandante del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Mohammad Ali Jafari ahora declara que las “fuerzas de la sedición” han sido derrotadas.
Ya lo veremos. Las ciudades podrían hervir de nuevo muy pronto. Los ciudadanos de Irán no están ni súbitamente contentos con el status-quo. Simplemente están acobardados, por el momento, o bien se están tomando un respiro. Y estas demostraciones son diferentes a las del pasado reciente. No comenzaron en la parte norte de Teherán, relativamente liberal y cosmopolita, donde el odio hacia el gobierno represivo hierve a fuego lento, sino en lo que recientemente se consideró un bastión clerical.
Los disturbios comenzaron no en la relativamente liberal y cosmopolita Teherán (izquierda), sino en el bastión conservador de Mashhad (derecha).
Tras el derrocamiento, relativamente recientes, de cinco regímenes árabes autoritarios – en Túnez, Egipto, Libia, Yemen y luego otro más en Egipto – es natural preguntarse si este es el comienzo del fin de la República Islámica de Irán.
Ningún estado tiránico dura para siempre. Con solo un puñado de excepciones, todas ellas monarquías, los únicos gobiernos en todo el mundo que han durado un siglo o más son democráticos. Todos los demás son transitorios y transitorios por dos razones básicas. Carecen de la legitimidad y flexibilidad a largo plazo que todos los gobiernos necesitan para navegar por los inevitables cambios en la cultura y la historia. Los gobiernos democráticos pueden dar vuelta los rincones, a veces hacia la izquierda, otras hacia la derecha, mientras que los rígidos sistemas autocráticos casi siempre se calcifican cuando la gente que está debajo de ellos avanza. La presión se acumula lentamente con el tiempo como si dos placas tectónicas estuvieran en una colisión a cámara lenta hasta que un terremoto finalmente tira todo hacia abajo. Eso fue lo que sucedió durante la revolución iraní en 1979 y seguramente lo que volverá a ocurrir, incluso si el régimen actual resiste a temblores más pequeños que se ubican entre otros grandes.
Ocasionalmente, las dictaduras sobreviven al reformarse a sí mismas y se someten a un cambio de régimen en todo menos en el nombre. Eso es lo que sucedió en China comunista y Vietnam comunista después de la muerte de Mao Zedong y Ho Chi Minh. Por lo general, sin embargo, las autocracias caen cuando colapsan internamente o son derrocadas en una revolución o guerra. A veces se dan por vencidos y pierden la voluntad de hacer lo que sea necesario para mantenerse en el poder, como en la antigua Unión Soviética. Otras veces, las fuerzas armadas se vuelven contra el palacio, como en la Rumania de Nicolae Ceausescu y en Egipto más recientemente (dos veces). Otros, como Saddam Hussein de Irak y Pol Pot de Camboya, son eliminados por los ejércitos conquistadores. Algunos, como Moammar Gaddafi de Libia, son derrotados por las insurrecciones armadas. De vez en cuando, los déspotas huyen en la noche para exiliarse en el extranjero, como Viktor Yanukovych de Ucrania y Zine el Abidine Ben Ali de Túnez.
La verdadera pregunta, entonces, no es si el gobierno de Irán está a punto de caer. La pregunta es, ¿Puede que el régimen de Irán está a punto de sufrir uno de los destinos más específicos enumerados anteriormente?
Es espectacularmente improbable que los que están en la parte superior de la pirámide, junto con su Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, pierdan el valor y se permitan ser derrocados pacíficamente por los civiles. El “Líder Supremo” Ayatolá Jamenei no es Mikhail Gorbachov. Eso es por seguro. Ellos lucharán. Lo están haciendo ahora. Y aquellos que se ubican en la cima del sistema clerical de Irán es muy improbable que decidan escaparse como Yanukovych, que vive hoy en las afueras de Moscú. ¿A dónde irían? ¿A Siria? Eso ni siquiera pasa la prueba de la risa. El ruso Vladimir Putin puede ser su aliado, pero estas personas no vivirán sus días en el helado norte bajo una vigilancia permanente entre unos ateos y ptrps cristianos ortodoxos.
El ejército iraní podría volverse contra los ayatolás como lo hizo en Rumanía cuando arrestó y ejecutó a Ceausescu, pero para eso está el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria, para proteger al régimen del ejército regular que es tan heterodoxo ideológicamente como el propio país.
Y prácticamente no hay posibilidad que ningún país vaya a invadir Irán derrocando al gobierno. Los estadounidenses no tienen apetito para otra aventura de cambio de régimen en el extranjero, especialmente no en el Medio Oriente, y ningún otro país en el mundo está dispuesto y es capaz tampoco de tal tarea.
El gobierno de Irán, entonces, es probable que sobreviva en el futuro previsible. Eventualmente, sin embargo, caerá, como todos los regímenes finalmente lo hacen a largo plazo, y lo que probablemente anunciará su eventual caída es una combinación de aflojamiento y putrefacción al estilo soviético… desde adentro. La Unión Soviética duró siete décadas antes de que finalmente sucediera, mientras que la República Islámica de Irán aún no ha existido cuatro. Y los rusos sufrieron una pérdida devastadora en el imperio en Afganistán antes de suavizarse bajo Gorbachov.
El gobierno iraní, mientras tanto, está montando una gran cantidad de victorias parciales en el extranjero en Siria, Irak, Líbano y Yemen. La pérdida absoluta en algunos de esos lugares debilitaría la confianza del gobierno, como lo haría una cantidad suficiente de demostraciones de moral y amplitud de la sociedad iraní, pero eso no sucederá en momentos en que el gobierno sigue siendo lo suficientemente popular como para impulsar grandes demostraciones en su nombre.
El punto de inflexión probablemente llegue cuando los encargados de la represión interna simpaticen con los manifestantes y se retiren o se vuelvan rotundos contra el régimen. Eso es lo que debemos vigilar. No hay signos de que ninguna de esas cosas esté sucediendo ahora. Eso podría cambiar, y podría cambiar de un momento a otros, en un instante…
Michael J. Totten es editor colaborador de The Tower, miembro de la comunidad de redactores de Middle East Forum, y autor de siete libros, entre los que se incluyen Where the West Ends y Tower of the Sun.
Debe estar conectado para enviar un comentario.