RESUMEN: Más allá de su incuestionable vitalidad que representa para la seguridad de Israel, el Valle del Jordán en su perspectiva geográfica total puede acomodar a millones de israelíes junto a una infraestructura nacional que no puede ser compactada dentro de la llanura costera. Si la declaración de soberanía hecha por el Primer Ministro Netanyahu no se ve confirmada de inmediato por un incremento en las construcciones y un centrado apoyo del gobierno, este implosionará y perecerá.
La promesa hecha por el Primer Ministro Netanyahu de aplicar soberanía al Valle del Jordán es digna de ser elogiada. Las razones para hacerlo ya eran evidentes para el entonces Primer Ministro Levi Eshkol inmediatamente después de la Guerra de los Seis Días en 1967 y se desarrollaron totalmente dentro del Plan Allon. Tal como decía el plan: “La frontera oriental del estado de Israel debe ser el Río Jordán y una línea que cruce el Mar Muerto por el medio… Debemos agregarle al país, como parte inseparable de su soberanía, una franja de aproximadamente 10-15 kilómetros de ancho, a lo largo del Valle del Jordán”.
El plan le fue presentado al gobierno encabezado por Eshkol quien, con su mentalidad Mapai, decidió presentarlo sin si quiera someterlo a votación. Típicamente para tales días, el plan pasó inmediatamente a su etapa de implementación y una infraestructura de asentamientos que ha existido desde ese entonces fue construida en su haber. De acuerdo al plan, la carretera Allon fue pavimentada y las comunidades del Valle del Jordán fueron edificadas a lo largo de la carretera 90 y la carretera Allon.
En el debate en el Knéset sobre el Acuerdo Provisional de Oslo presentado en octubre de 1995, el entonces Primer Ministro Rabin, aproximadamente un mes antes de ser asesinado, describió su postura y declaró: “La frontera de seguridad del Estado de Israel estará ubicada en el Valle del Jordán, en el sentido más amplio de dicho término”. La noción de aplicarle soberanía al Valle del Jordán siempre ha gozado de un amplio consenso nacional.
Fue el Primer Ministro Ehud Barak (1999-2001) quien por primera vez rompió el protocolo sobre tal consenso. Desde ese entonces, su renuncia al Valle del Jordán se ha incorporado a los Parámetros de Clinton (diciembre del año 2000) y a la concepción internacional básica del proceso de paz, que lo ve como la piedra angular a la solución de dos estados.
Luego del tratado de paz con Jordania en 1994 y especialmente después del colapso del ejército de Saddam Hussein en la Guerra de Irak (en el 2003), se ha argumentado cada vez más que la amenaza de un frente en la parte oriental había pasado y el control del Valle del Jordán ya no era crucial para la seguridad de Israel. Tal como dijo el ex-jefe del Comando Central, General de División (ret.) Amram Mitzna: “Cuando los misiles de largo alcance pueden ser disparados, la profundidad estratégica no tiene importancia. Los acuerdos nos darán más seguridad que profundidad estratégica”.
Incluso para ese entonces, este argumento estuvo divorciado de un entendimiento básico del fenómeno de la guerra. Desde ese momento, ante las lecciones de la guerra terrorista palestina (eufemizada como la Intifada Al-Aqsa), la turbulencia conocida como la “Primavera Árabe”, el enorme arsenal de misiles propiedad de Hezbollah y el fortalecimiento de la amenaza de cohetes/misiles y del propio Hamas, así como también el creciente expansionismo de Teherán, que pudiera muy bien desplegar a las milicias chiitas en un nuevo frente a lo largo y ancho de la arteria nacional principal de Israel (la Autopista 6), la condición del Valle del Jordán como interés vital de seguridad israelí solo se ha incrementado.
La mayoría de los defensores de un estado palestino dicen que este será un estado desmilitarizado e incapaz de amenazar la seguridad de Israel. Durante los años del Proceso de Oslo, la OLP fingió aceptar una desmilitarización, firmando una serie de acuerdos bajo tal efecto específico, solo para violarlos flagrantemente a medida que Cisjordania y Gaza se transformaron en verdaderas incubadoras del terrorismo. El hecho de que las fuerzas de la ONU en el Líbano fracasaran en llevar a cabo la Resolución 1701 de las Naciones Unidas que se suponía iba a poner fin a la Guerra del Líbano del 2006, que supuestamente evitaría que Hezbollah se armara al sur de ese país, muestra el por qué las propuestas para desplegar fuerzas internacionales de una manera similar en el Valle del Jordán no puede garantizar una verdadera desmilitarización. Por lo tanto, el Valle del Jordán, como zona de amortiguación controlada por las FDI, es una necesidad existencial básica en lo que se refiere a la seguridad de Israel.
Además del problema de seguridad, el Valle del Jordán en su amplitud geográfica total puede albergar a millones de israelíes y proveer una ubicación para la infraestructura nacional que no puede ser condensada dentro de la llanura costera. Actualmente, el norte y sur de Israel, la Galilea y el Negev, están conectados casi exclusivamente por arterias de tráfico muy congestionadas ubicadas en la llanura costera. Con su densidad de población en constante aumento, Israel necesita de una ruta adicional, es decir, la Carretera 80, que espera ser pavimentada desde Arad al sur hasta Gilboa en el norte. En una era de paz, una infraestructura desarrollada de carreteras en el Valle del Jordán pudiera muy bien volver a convertir a la Tierra de Israel en un puente terrestre vital entre Asia y África.
Esta pionera visión ha esperado cumplirse durante muchos años. Si la declaración de soberanía de Netanyahu no se ve confirmada de inmediato por un incremento en las construcciones y un muy centrado apoyo gubernamental, este implosionará y perecerá.
En un artículo titulado “El Germinado del Alma”, David Ben-Gurion declaró: “Este es un estado sionista, el cual está obligado a realizar un acto de creación. Es un acto que posee dos aspectos: la congregación de los exiliados y la edificación del desierto”. El Valle del Jordán ha esperado demasiado tiempo por una acción sionista.
El Mayor General (ret.) Gershon Hacohen es investigador principal del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat. Sirvió en las FDI durante 42 años. Comandó tropas en batallas junto a Egipto y Siria. Anteriormente fue comandante de cuerpo y comandante de los Institutos Militares de las FDI.