Aunque muchos de los que apoyan el movimiento de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) lo hacen por creer, ingenuamente, que están actuando a fin de conseguir una solución al conflicto Israelí-Palestino, la verdad es que el BDS tiene un único objetivo: la destrucción del Estado de Israel.
Ese objetivo está astutamente enmascarado detrás de la fachada de la lucha por los derechos humanos y la crítica legítima hacia Israel.
Hace casi 20 años, a principios de los 2000, en medio el resurgimiento global de la violencia antisemita, en particular en Europa, mientras trabajaba como Ministro de Asuntos de la Diáspora, se me ocurrió lo que llame el test 3D para distinguir entre la crítica a Israel y el antisemitismo.
Las “3 Des” son Demonización, Deslegitimación y Doble moral.
Estas son las tres herramientas más importantes que los antisemitas han utilizado contra los judíos a lo largo de la historia.
Durante miles de años, los judíos han sido demonizados, acusados por libelos de sangre, por envenenar pozos, y, más tarde, imputados de controlar el sistema bancario global.
Hubo periodos en la historia cuando la fe judía se deslegitimizó y se denegó el reclamo judío de nacionalidad.
Se aplicaba la doble moral hacia los judíos, ya sea a través de la imposición de leyes especiales – desde la Edad Media en Europa, hasta el Imperio Ruso y la Alemania Nazi o a través de políticas de gobierno de facto que discriminaban a los judíos como en la Unión Soviética.
A lo largo de la historia, la demonización del pueblo judío, la deslegitimación de su fe y su nacionalidad, y la doble moral aplicada hacia los judíos, crearon condiciones propicias para pogromos, expulsiones y genocidio.
Mi test 3D demuestra que si vemos las mismas herramientas de deslegitimación y doble moral que se usaron contra los judíos en el pasado, constataremos que se están utilizando hoy contra el colectivo judío por lo que sabemos que estamos presenciando una nueva cara del viejo antisemitismo.
Cuando caricaturas contra líderes israelíes repiten las peores caricaturas antisemitas de la Rusia zarista o de la Alemania Nazi, y esta vez son los israelíes los que crucifican a los palestinos o utilizan su sangre para rituales, y cuando se retrata a los palestinos como si estuvieran viviendo en campos de concentración nazis – eso es demonización, eso es el libelo de sangre actual… eso es antisemitismo.
Igual que hacían los antisemitas de antaño cuando buscaban propiciar la expulsión y asesinato de los judíos, los líderes del movimiento de BDS buscan utilizar las antiguas herramientas de demonización y doble moral para conseguir un mundo “sin Israel”.
Cuando se deniega la legitimación del Estado Judío y, en el lenguaje de los fundadores del BDS, no hay lugar para el estado judío en el Medio Oriente en ninguna clase de frontera – eso es deslegitimación, esto es antisemitismo.
Cuando se señala al Estado Judío en una crítica que ni siquiera la dictadura más vil recibe y se le juzgan bajo criterios con los que no se juzgan ni siquiera a la democracia menos vibrante – eso es doble moral, y eso es antisemitismo.
Siempre hay sitio para criticar a Israel, como para criticar a cualquier otra sociedad libre. Pero no se debe cruzar la raya del antisemitismo. Cuando la gente habla de Israel, tenemos que identificar si estos tres elementos de deslegitimación, demonización y doble moral se están aplicando y si la crítica está ensuciada de antisemitismo o no.
Cuando vemos una película de 3D sin las gafas especiales, no podemos ver la imagen completa, pero cuando nos ponemos las gafas 3D, todo se ve claro. Este informe, gracias a su extensa investigación, con ejemplo tras ejemplo, es la gafa 3D con la que se puede ver cómo, desde el principio, los líderes del BDS han cruzado la línea de una crítica legítima para llegar a un antisemitismo indiscutible.
Igual que hacían los antisemitas de antaño cuando buscaban propiciar la expulsión y el asesinato de los judíos, los líderes del movimiento BDS buscan utilizar las antiguas herramientas de demonización y doble moral para conseguir un mundo sin Israel.
La intención del movimiento es que el nivel de odio actual hacia Israel ascienda hasta el mismo nivel de odio hacia los judíos que se registraba en el pasado y así deslegitimizar al estado judío hasta el punto que logren que el mundo la vea como a un cáncer que debe ser extirpado.
Es la misma estrategia que creó el ambiente que propició al Holocausto.
Desde el principio, la idea detrás del BDS y el objetivo de sus líderes ha sido la destrucción de Israel. El cofundador y líder del movimiento Omar Barghouti ha dicho inequívocamente: “Definitivamente, muy definitivamente nos oponemos a un estado judío en cualquier parte de Palestina.”
Es nuestra tarea mostrar a los líderes del BDS por lo que son, pero también educar a los que ingenuamente sirven a su propósito.
Los que quieren un mundo mejor no deberían echar una mano a los que tienen como objetivo un mundo sin Israel. Tenemos que pensar juntos en cómo mejorar al mundo, no ayudar a aquellos que quieren librar el mundo de los judíos.
Natan Sharanksy es un antiguo prisionero de Sion que pasó nueve años en cárceles soviéticas. Fue Ministro de Asuntos de la Diáspora de Israel y fue nombrado recientemente Director del Instituto para el Estudio del Antisemitismo y Política Global.