El pragmatismo impulsa la asociación chino-israelí – Por Dr. George N. Tzogopoulos (BESA)

RESUMEN: La relación entre China e Israel tiene como base, en gran medida, una cooperación económica armoniosa, aunque las implicaciones de seguridad no pueden ignorarse mientras se implementa la Iniciativa Belt&Road. Puede argumentarse que China está interesada en jugar de forma arriesgada en la región que va mucho más allá del sector económico. Aún así, los dos países pueden buscar campos nuevos y originales en los cuales colaborar. La experiencia de Jerusalén en recordar el Holocausto y combatir a sus detractores pudiera ser útil respecto al recuerdo de Pekín por la Masacre de Nanjing.

Imagen: La armada china felicitada por la armada israelí al atracar en el puerto de Haifa, foto vía Flickr FDI

El vicepresidente chino Wang Qishan, quien llegó a Israel a finales del mes de octubre, fue el funcionario chino de más alto rango en visitar Israel desde el año 2000. La visita fue un indicativo del interés que posee el gobierno chino en reforzar la relación de Pekín con Jerusalén.

La innovación es clave para la relación. La visión del Presidente Xi Jinping es convertir a su país en líder mundial en ciencia y tecnología en su búsqueda de prosperidad y rejuvenecimiento. Por lo tanto, se necesitan de experiencia y conocimientos del extranjero. Wang Qishan y Binyamín Netanyahu copresidieron el cuarto comité conjunto sobre innovación, el cual fue establecido hace 4 años para facilitar las comunicaciones entre ministerios, las agencias gubernamentales, universidades y centros de investigación.

Desde una perspectiva israelí, China es un destino importante para sus exportaciones, una fuente para el turismo entrante e inversor. El año pasado, el volumen comercial bilateral (incluyendo a Hong Kong) fue alrededor de $16 billones. Las cifras de la Oficina Central de Estadísticas de Israel muestran una tendencia al alza en el 2018. Desde enero hasta septiembre, el volumen de comercio bilateral alcanzó los $14.1 billones, en comparación con los $12.1 billones en el mismo período en el 2017. En lo que respecta al turismo, aproximadamente 114.000 chinos visitaron Israel en el año 2017, un aumento del 41% respecto al año 2016. Los estimados para el 2018 son positivos a pesar de una fuerte disminución en las llegadas de turistas en los primeros meses del año. Esto se debe en gran parte a los disturbios a lo largo de la frontera entre Gaza e Israel y las preocupaciones de los chinos sobre la seguridad a raíz de la decisión de Donald Trump de trasladar la embajada de los Estados Unidos a Jerusalén.

Las relaciones chino-israelíes también florecen en el sector de obras de infraestructura. Varias empresas chinas ya han invertido o invertirán en grandes proyectos. La corporación China Civil Engineering Construction (CCCEC), por ejemplo, participó en la construcción de la serie de túneles de la autopista Carmel en Haifa. El Grupo de Túneles Ferroviarios de China (GTFC) obtuvo una licitación para ayudar a construir el primer sistema de trenes ligeros en el área metropolitana de Tel Aviv. El año pasado, China e Israel firmaron un acuerdo de construcción de viviendas. Las compañías chinas también están involucradas en la construcción o administración de puertos israelíes. La compañía China Harbors Pan Mediterranean Engineering (CPME) fue elegida en el año 2014 para ser la constructora del nuevo puerto de Ashdod en el Mediterráneo. Un año después, Shanghái International Port Group (SIPG) obtuvo una licitación para administrar el puerto de Haifa durante 25 años a partir del año 2021.

La calidez de las relaciones chino-israelíes y la participación de las empresas chinas en la infraestructura israelí conllevan un cierto grado de riesgo para la seguridad. La transferencia de tecnología militar de Israel a China es motivo de preocupación. Varios acuerdos fueron cancelados hace unos años, principalmente en respuesta a las presiones ejercidas por los estadounidenses.

Actualmente, las preocupaciones en materia de seguridad se centran en la posibilidad que China pueda recopilar información sensible y de inteligencia desde sistemas civiles cuando, por ejemplo, el SIPG se encargue de la administración del puerto de Haifa. Si bien el gobierno israelí es capaz de proteger las industrias clave y los activos estratégicos, no ignora las recomendaciones por un mecanismo de revisión mucho más completo respecto a las inversiones extranjeras.

Además, la creciente presencia de China en Israel y en otros países del Medio Oriente a través de los cuales atravesará la Iniciativa Belt&Road, está generando un debate sobre las posibles repercusiones que pudiesen suceder. La mayoría de los académicos occidentales ven un vacío geopolítico resultante del giro estadounidense hacia Asia que pudiera ser llenado por China. A primera vista, semejante desarrollo no parece favorecer a Jerusalén, porque Pekín apoya a la causa palestina. Durante su visita, Wang Qishan se dirigió a Ramallah, se reunió con el Primer Ministro palestino Rami Hamdallah y pidió esfuerzos globales concertados para impulsar un acuerdo sobre la base de una solución de dos estados. Las dos partes están ampliando su cooperación dentro del marco de la Iniciativa Belt&Road. El volumen comercial chino-palestino alcanzó los $69.28 millones en el 2017, un 16,2% más que en el 2016.

En términos generales, China desea avanzar en el proceso de paz. En julio de 2017 Xi recibió a Mahmoud Abbas en Pekín y reveló un plan de paz de 4 puntos. Este plan es utilizado regularmente por la delegación china en la ONU como punto de referencia. Sin embargo, una intervención proactiva no está en la agenda de Pekín. Este prefiere mantener su distancia y dejar que otros asuman la responsabilidad de mediar en lugar de invertir su propio capital diplomático. La prioridad de China es la realización exitosa de la Iniciativa Belt&Road, en la que participan Israel, varios países árabes y los palestinos. Es prematuro decir si la iniciativa se convertirá en un mecanismo de integración para fomentar la paz.

China e Israel son muy diferentes en términos de geografía y orientación geopolítica, pero han encontrado campos en los que pueden cooperar en mutuo beneficio. Aunque se hace hincapié en las ramificaciones económicas y de seguridad, la cultura y la historia no pueden ser dejadas de lado. Las similitudes entre las civilizaciones, tal como se desarrollaron en el Valle Chengdu y en Mesopotamia en Asia Oriental, son muy características. Una exposición internacional relevante, titulada “La Mesopotamia de la Edad de Bronce y la Llanura de Chengdu”, se está exhibiendo actualmente en el Museo de la Universidad de Sichuan. Los objetos que se muestran incluyen artefactos del Museo de las Tierras Bíblicas en Jerusalén. Además, la relación histórica entre judíos, China y la antigua Ruta de la Seda está comenzando a ser explorada.

La postura de China frente al pueblo judío durante los horrores de la época nazi merece una atención muy especial. Cuando Netanyahu visitó Shanghái en el 2013, elogió la ciudad por haber sido refugio para los judíos que huían de la Europa ocupada por los nazis en las décadas de 1930-1940. De hecho, Shanghái recibió a más de 25.000 refugiados judíos de Europa. Esta histórica experiencia puede vincularse al tema de la educación del Holocausto en China. El país está dispuesto a aprender más y está aprovechando las lecciones de los israelíes sobre cómo recordar el Holocausto y combatir a sus detractores. Al aplicar estas lecciones a su recuerdo por la Masacre de Nanjing, China puede honrar su pasado y delinear su contribución a la paz realizada durante la Segunda Guerra Mundial.

 

El Dr. George N. Tzogopoulos es investigador asociado del Centro BESA, profesor de la Universidad Demócrito de Tracia y profesor visitante del Instituto Europeo de Niza.

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