Si Israel es, en realidad, la responsable por el ataque del 29 de abril de 2018 en Siria, les está enviando una señal que posee la determinación y se encuentra listo para batallar en una campaña para evitar que Irán consolide su posición en la arena norte y que esté dispuesto a actuar para frustrar una respuesta iraní.
Un simulacro de guerra realizado recientemente en el Instituto de Estrategia sobre Seguridad Nacional (IESN) intentó aclarar los límites de la campaña en curso en el frente norte y los posibles desarrollos hacia una escalada entre Israel e Irán y sus estados agentes. Otro objetivo fue el considerar una pregunta estratégica fundamental: ¿Es el área norte verdaderamente una unidad con dos frentes diferentes, Siria y el Líbano, o son dos frentes separados que operan de acuerdo a lógicas diferentes y que reflejan intereses distintos? Cada uno de los actores involucrados – Israel, Irán, Siria, Hezbollah, Rusia y Estados Unidos, posee un interés compartido en prevenir una escalada que pudiera conducir a una guerra. Sin embargo, la escalada tiene su dinámica propia junto a sus propios elementos asociados, los resultados no-intencionales junto a los errores de cálculo, tienen una influencia significativa sobre los eventos y desarrollos. El desafío más importante para la política israelí es el cómo resolver sus objetivos frente a Irán. Por lo tanto, ha llegado el momento que Israel renuncie a la comodidad de su posición de ambigüedad sobre Siria; el comprender que, en lo que a este respecta, el régimen de Assad es el menor de todos los males; y se esfuerce por abrir una brecha entre Assad-Irán y entre Rusia-Irán.
En la noche del 29 de abril de 2018 el ejército sirio informó que varias bases militares en la región de Alepo y Hama habían sido atacadas con misiles y calificó el ataque de “nueva agresión por parte de los enemigos de Siria”. Las fuentes informaron que el ataque fue dirigido a un aeropuerto cercano a Alepo, así como también a un almacén de misiles y a una base militar en el área de Hama que también era utilizada por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní y las milicias chiitas operadas por Irán en Siria. También se informó que el ataque impactó sobre un envío de armas desde Irán que incluía misiles tierra-aire. El ataque fue destinado contra una base cercana a la ciudad de Hama perteneciente a la Brigada No. 47 del ejército sirio, que se dice fue ampliado en tamaño junto a alojar un cuartel general para ser utilizado por Irán. Decenas de soldados, incluyendo a oficiales, murieron en el ataque y otros resultaron heridos.
Un mes antes, el Instituto de Estudios sobre Seguridad Nacional (IESN) realizó un simulacro de guerra para aclarar los límites de la campaña en curso en el frente norte y los posibles desarrollos hacia una escalada entre Israel e Irán y sus agentes estados. Otro objetivo fue considerar una pregunta estratégica fundamental: ¿es la plaza norte realmente una unidad con dos frentes – Siria y el Líbano, o siguen siendo dos frentes separados que operan según diferentes lógicas y que por ende reflejan intereses distintos?
Dos escenarios de escalada fueron examinados en el transcurso del juego. El primer escenario involucró las hostilidades entre Israel e Irán en suelo sirio como parte de una acción israelí destinada a evitar que Irán consolide su posición en el país y un intento por parte de los iraníes de desafiar las líneas de no retorno de Israel. El resultado fue una reacción en cadena de acciones y respuestas entre los dos países y los representantes iraníes y una participación variable por parte de Rusia, Estados Unidos y el sistema internacional. El segundo escenario se basó en una escalada en suelo libanés por causa de un ataque, atribuido a Israel, en un lugar de ensamblaje de misiles de precisión en suelo libanés.
Perspectivas principales
El juego reveló una gran cantidad de tensiones entre los diferentes actores derivados de sus respectivos intereses. Al mismo tiempo, la priorización de las necesidades a corto plazo en contraste a los intereses a largo plazo, además de la creciente importancia de los sentimientos de honor, visibilidad e imagen sobre sólidos intereses estratégicos, ha llevado repetidamente a los actores a tomar medidas contrarias a sus intereses más básicos.
La idea más significativa de este juego de guerra fue que cada uno de los actores involucrados, en este caso Israel, Irán, Siria, Hezbollah, Rusia y Estados Unidos, tiene un interés compartido en evitar la tal escalada que pudiera conducir a la guerra. Se deduce que aparentemente se espera que este interés compartido ejerza moderación en un esfuerzo por controlar el nivel de las escaladas. Los factores que restringen al eje iraní-sirio incluyen el interés fundamental del régimen de Assad en todo la plaza siria, así como también la preocupación por la capacidad destructiva de Israel, que pudiera dañar seriamente el proyecto conjunto ruso-iraní de preservar al régimen de Assad; La intención del Presidente Trump de retirar las fuerzas estadounidenses del este de Siria lo antes posible, justificando así la paciencia de Irán hasta la retirada de las fuerzas estadounidenses; y la necesidad de considerar los intereses de Rusia y sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo político en Siria. A pesar de estos factores, la escalada tiene una dinámica propia, particularmente dadas las reglas del juego, que obligan a numerosos actores a responder y tomar represalias contra las acciones de sus oponentes. Ante este contexto, elementos incidentales, la resultante no intencional junto a errores de cálculo, poseen una influencia significativa sobre los eventos y desarrollos.
Otra idea se refiere a los límites de la campaña. Israel no enfrenta necesariamente una “Tercera Guerra en el Líbano” o una “Tercera Guerra al Norte” (contra una coalición enemiga unificada en un solo frente libio-sirio), ya que ninguna de las partes involucradas tiene interés en expandir los límites de la confrontación en dos frentes y los intereses respectivos de los actores, tal como se entiende durante el juego, han resultado en distintos modos de conducta en cada teatro de acción. Israel e Irán prefieren combatir en suelo sirio, lo que en realidad pudiera resultar en una “Primera Guerra Siria” en la que Siria sirva como campo de batalla entre los dos países y el régimen sirio desempeñe el papel de actor secundario.
Israel ha operado de acuerdo al concepto de una campaña continua (“confrontación entre guerras”) y las acciones que ha tomado para hacer cumplir sus puntos de no retorno (a través de acciones militares enfocadas y efectivas) han tenido como objetivo presionar a Irán para que reduzca el perfil de su despliegue en Siria y aminorando su consolidación en el teatro de las acciones. Sin embargo, incluso con una política de contención y un deseo de evitar la guerra con Israel, Irán no puede continuar con su moderación y eventualmente buscará respuestas efectivas, con preferencia por las acciones clandestinas e impredecibles.
En los juegos de guerra del IESN, el objetivo estratégico de Irán era disuadir a Israel para que no ataque sus instalaciones nucleares y crear una zona de fricción como para ocupar Israel en sus fronteras y causarle severos daños acumulativos. Luego en los juegos de guerra, tras un daño significativo israelí a los objetivos iraníes en Siria (lugar que le pertenece a las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria), Irán optó por escalar el enfrentamiento con Israel. Esto tomó la forma de una serie de proyectiles, misiles y cohetes desde dentro de Siria contra las instalaciones militares en Israel y los esfuerzos realizados en un ataque terrorista en alguna instalación israelí en el extranjero. Se asumió que Irán preferiría abstenerse de lanzar misiles balísticos hacia Israel directamente desde su territorio para evitar vincular la campaña en Siria al tema nuclear y a la demanda de la comunidad internacional de que Irán limite su programa de misiles balísticos.
Las principales potencias desempeñaron un papel secundario en el simulacro y no utilizaron su poderío para detener el extenso deterioro en escalada. Los intereses de Rusia preservaran lo que ha logrado en Siria hasta el momento y evitara empantanarse al punto de no poder liberarse. Por lo tanto, puede esperarse que se adhiera a su papel como una fuerza mediadora y contenedora, mientras que al mismo tiempo es recompensada por sus esfuerzos de mediación desde las diferentes partes. En el enfrentamiento entre Israel e Irán, la importancia y el valor de Rusia se incrementan debido a su capacidad para hablar con ambas partes en un intento por evitar una escalada hacia una guerra a gran escala. Una fricción controlada sin una extensa escalada es beneficiosa para Rusia debido al papel central que desempeña en restringir a las partes, delinear las reglas del juego y demostrar su capacidad para salvaguardar al régimen de Assad y armarlo con sistemas avanzados de defensa aérea. Aunque Rusia todavía necesita a Irán para combatir en el terreno, puede esperarse que los intereses rusos e iraníes diverjan en un futuro cercano, debido a la lucha por la influencia en Siria y la naturaleza del futuro acuerdo político en el país.
Por su parte, es muy probable que Estados Unidos no se desviará de su política actual, por la cual permanece presente y ausente a la vez, invirtiendo en recursos mínimos requeridos sin enredarse en otra campaña militar en el Medio Oriente. A nivel declarativo, Estados Unidos busca destituir a Irán de Siria y limitar su influencia. En la práctica, sin embargo, le resulta cómodo a Rusia administrar la cartera de Siria y no tiene ningún deseo de enfrentarse militarmente a gran escala con Irán, lo que pudiera ser perjudicial para sus objetivos principales: la anulación o modificación del acuerdo nuclear y la reducción de la participación militar en áreas problemáticas. La administración Trump le permitirá a Israel libertad de acción, debido a que, entre otras cosas, exime a Estados Unidos de participar en una intervención militar a gran escala. Al igual que los estados árabes, las dos grandes potencias no están interesadas en utilizar la fuerza y otros elementos importantes del poder para expulsar a Irán y a sus representantes de Siria.
En el Líbano, existe un equilibrio de poder mutuo entre Israel y Hezbollah. La población libanesa se encuentra muy familiarizada con el trauma de 40 años de guerra intermitente en el país (la Guerra Civil del Líbano y la Primera y la Segunda Guerras del Líbano con Israel) y abriga serios temores de otra guerra. A diferencia del caso de Siria, en el que la opinión pública no posee voz ni voto, el delicado tejido religioso-sectario de la sociedad libanesa influye en Hezbollah como un cuerpo político, especialmente ante las elecciones libanesas. Al mismo tiempo, y a pesar de este factor limitante, es probable que Hezbollah responda con fuerza a un ataque israelí dentro del Líbano por razones de prestigio público, “honor” y un deseo de preservar su capacidad de disuasión frente a Israel y su imagen como el “protector del Líbano”. Irán tiene decidido seguir apoyando y armando a Hezbollah como brazo estratégico para el “día D”, pero bajo un riesgo controlado y un costo limitado. Cuantas más opciones operativas de Irán para atacar a Israel se encuentren bloqueadas, más buscará utilizar la matriz estratégica de Hezbollah con misiles tipo superficie-superficie y aviones no-piloteados (drones) de combate. El Presidente Assad no tiene interés en entrar en una confrontación directa con Israel, excepto en la defensa del espacio aéreo sirio contra las operaciones aéreas israelíes. Sin embargo, no intentará evitar que sus socios, Irán y Hezbollah, tomen medidas contra Israel.
Conclusión y recomendaciones
Si Israel es en realidad responsable del reciente ataque en Siria, está enviando el mensaje de que está determinado y listo para luchar junto a una campaña para evitar que Irán consolide su posición en la arena del norte y que actuará para frustrar la posible respuesta iraní, en el supuesto de que posea los servicios de inteligencia necesarios y las capacidades inmediatas de respuesta operativas.
El desafío más importante para la política israelí es el cómo resolver sus objetivos respecto a Irán, evitando que este logre obtener capacidades nucleares, reduciendo su potencial de consolidarse en Siria, frustrando el desarrollo de sus misiles balísticos y el lograr que sus agentes estados se masifiquen, cuando en la práctica, todos estos desarrollos se producen simultáneamente mientras compiten por atención y recursos. A largo plazo, la consolidación de Irán en Siria tiene implicaciones negativas para Israel. Al mismo tiempo, competir con Irán en la arena siria le presenta a Israel ventajas, que incluyen capacidades de inteligencia y accesibilidad operacional, alcance y libertad de acción y la capacidad de responder de inmediato durante un evento. Por lo tanto, Israel debe mantener su determinación de detener la consolidación y edificación de Irán y de sus agentes en Siria. Al mismo tiempo, después de la Segunda Guerra del Líbano, Israel ejerció moderación respecto a la reconstrucción de Hezbollah como el brazo estratégico de Irán en el Líbano, pero no obstante, logró disuadir a Hezbollah. Para mantener dicha disuasión, Israel debe adherirse a su política de respuesta inmediata dentro del contexto de un evento específico, además de una acción diplomática destinada a incluir a Hezbollah en la lista de organizaciones terroristas (también en la Unión Europea) y alentar a elementos internos que sirven para restringir a la organización dentro del Líbano. En cualquier caso, existen ventajas operativas y políticas para el ejército y otras acciones no tan importantes que utilizan una variedad de métodos, sin responsabilidades, a fin de interrumpir la edificación del poderío de Irán y sus agentes estados en el escenario del norte.
El ataque del 29 de abril ocurrió mientras Rusia trataba de buscar una respuesta adecuada al daño a su imagen tras el ataque por parte de las fuerzas de la coalición occidental a las instalaciones de armas químicas en Siria. Rusia al parecer fue sorprendida por el ataque del 29 de abril, que ocurrió muy cerca de las áreas donde pernoctan sus fuerzas al norte de Siria. El efecto fue fortalecer el deseo de Moscú de suministrarle a Siria con los misiles avanzados tierra-aire S-300. Particularmente si son operados inicialmente por equipos rusos, estos sistemas perjudicarán la libertad de acción de la fuerza aérea israelí en Siria y el Líbano. Como resultado, la naturaleza de la coordinación israelí-rusa, que evolucionó desde una coordinación operativa hasta la desconfianza y la coordinación estratégica, es muy probable que cambie. Israel puede ser percibido como un adversario amenazador al proyecto ruso en Siria como resultado de su determinación de intensificar la confrontación con Irán y sus agentes participes en Siria, incluyendo ataques a las fuerzas del régimen de Assad. Tal acción aumentaría las posibilidades de una confrontación directa entre las fuerzas israelíes, por una parte y la fuerza aérea rusa y las defensas aéreas en Siria, por la otra. En tal situación, Israel se vería obligado a considerar su respuesta a los intentos de interceptar sus aviones con baterías de misiles S-300 operadas por equipos rusos y las implicaciones para las relaciones entre Israel y Rusia de un ataque para neutralizar estas baterías.
La situación en Siria muy probablemente seguirá siendo caótica a medida que pasa el tiempo y presumiblemente ninguna de las partes estará dispuesta o podrá realizar la inversión necesaria para lograr estabilidad en el país. Aunque hasta ahora Israel se ha abstenido de indicar su situación final preferida en Siria, parece ser que, desde su perspectiva, las alternativas al régimen de Assad son menos estables que el propio régimen de Assad. Por otra parte, para desafiar a Israel y obligarlo a participar en una lucha y fricción a lo largo de sus fronteras, Irán parece estar dispuesto a “sacrificar” a Siria (y a Hamas en Gaza), pero se le ve menos dispuesto respecto a Hezbollah en el Líbano, que constituye uno de sus tentáculos estratégicos. Ha llegado el momento de que Israel renuncie a la comodidad de su postura de ambigüedad; entender que, en lo que a este respecta, el régimen de Assad es el menor de todos los males; y el esforzarse por abrir una brecha entre Assad-Irán y entre Rusia-Irán, con la premisa de que en este punto de la continua guerra civil y de poderes en Siria, Irán está jugando independientemente a expensas de los intereses de Rusia y del régimen de Assad. Reconocer al régimen de Assad, si es que toma medidas para eliminar a las fuerzas iraníes de Siria, pudiera ayudarle a hacerlo.