Entre haber comprado el Mundial de fútbol, enviar grandes cantidades de dinero a Gaza y utilizar a la cadena Al-Jazeera para avivar las llamas de la revolución, Qatar está consolidando su influencia regional.
El arresto del ex presidente de la UEFA, Michel Platini, en París este martes, sospechado de aceptar sobornos de Qatar a cambio de otorgarle la Copa del Mundo 2022, no fue una sorpresa para nadie.
Las sospechas surgieron inmediatamente después que se eligiera al pequeño emirato del Golfo para albergar uno de los eventos deportivos más grandes del mundo, y se pusieron en marcha después de los informes que Platini se había reunido con un emir de Qatar solo 10 días antes de la fatídica selección.
Podemos asumir que Platini no estuvo solo. Abundan los rumores que cientos de millones de dólares han pasado de Doha, la capital de Qatar, a los bolsillos de otros miembros del comité electoral de la UEFA para votar por Qatar sobre los Estados Unidos. ¿Llevará la investigación francesa a revocar el hospedaje de la sede de Qatar, después que ya hayan invertido $ 200 mil millones en la construcción de una gigantesca ciudad deportiva, siete nuevos estadios y quién sabe qué más? Todavía no está claro.
La decisión de Qatar de comprar la Copa Mundial de fútbol con un puñado de dinero en efectivo no debería sorprender a nadie. Desde hace muchos años, este país, que se encuentra sobre vastas reservas de petróleo y gas, es el más rico del mundo en términos de Producto Interno Bruto. Constantemente ejerce su riqueza ilimitada para comprar influencia regional y prestigio, de modo que nadie puede ignorarlo, incluso si lo intentan.
Su éxito ha sido mayor de lo esperado. El establecimiento de Al-Jazeera, hace 20 años, la primera red de noticias por satélite en árabe, permitió a Qatar hablar directamente con los pueblos árabes por encima de las cabezas de sus líderes. Avivó las llamas de las revoluciones, expuso la corrupción y llevó a los dictadores a intentar prohibir la red, pero fue en vano.
Al mismo tiempo, Qatar ha canalizado miles de millones de dólares para beneficio de organizaciones terroristas islamistas radicales. Alberga en su territorio la sede mundial de la Hermandad Musulmana bajo el liderazgo de Sheikh Yusuf al-Qaradawi, y ha sido sede de la oficina política de Hamás. Desde 2012 hasta 2018, transfirió más de $ 1.000 millones a Hamás en Gaza. Parte de este dinero se destinó a construir cohetes. Esta ayuda a Gaza está en curso, supuestamente para ayudar a proyectos humanitarios y promover los entendimientos de alto el fuego entre Israel y Hamás. En realidad, debemos asumir que parte de este dinero está llegando al ala militar de Hamás.
En un período de tiempo relativamente corto, Qatar, bajo la familia Al-Thani, se ha convertido en el niño salvaje del Golfo Pérsico y del mundo árabe. Su confianza se ha incrementado, entre otras razones, debido a la gran base militar estadounidense en su territorio y debido a sus canales abiertos de comunicación con todos, buenos y malos. Habla a Irán y a Israel. Los saudíes y otros emiratos impusieron un boicot a Qatar hace dos años debido a sus relaciones con Teherán. Los egipcios hicieron lo mismo debido a sus vínculos con la Hermandad Musulmana. Qatar, sin embargo, no se ha desviado de su rumbo.
La próxima semana en Bahrein, el vecino de Qatar, EE.UU. lanzará un taller económico de dos días para ayudar a fomentar la paz entre Israel y los palestinos. Si bien Qatar está utilizando sus recursos financieros para servir únicamente a sus intereses, la idea detrás de la conferencia de Bahrein es obtener apoyo para los palestinos y brindarles un horizonte para el desarrollo económico a largo plazo, que no es una alternativa a una solución política, pero podría ayudar a avanzar una solución. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, lamentablemente, recibió con los brazos abiertos la generosa oferta de ayuda de Qatar hace varios días, pero está rechazando la mano extendida de Bahrein.
Publicada en https://www.israelhayom.com/opinions/the-wild-child-of-the-arab-world/ y traducida, por Hatzad Hasheni.