RESUMEN: El “Acuerdo del Siglo” sugiere que un triángulo de comunidades árabes israelíes; disputadas por Israel y Transjordania durante las negociaciones del armisticio de 1949; puede convertirse en parte del estado de Palestina para el mismo momento en que sea establecido el estado. Esta sugerencia ha incrementado la ira de los árabes y judíos israelíes que lo ven como un intento de “transferir” a la población, aunque no se le requerirá a ningún residente que se encuentre bajo jurisdicción palestina que abandone su hogar. También es históricamente sospechoso, ya que tal interpretación depende de una lectura errónea en la historia de las negociaciones del armisticio.
El documento “Paz a la Prosperidad”, publicado por la Casa Blanca el 28 de enero de 2020 contiene sugerencias para un área que este llama las “Comunidades Triángulo”: Las Comunidades Triángulo consiste en las siguientes comunidades: Kafr Qara, Ar’ara, Baqa Al-Gharbiyye, Umm Al Fahm, Qalansawe, Tayibe, Kafr Qasim, Tira, Kafr Bara y Aquila. Estas, que en gran medida se auto-identifican como palestinas, fueron originalmente designadas para estar bajo control jordano durante las negociaciones de la Línea del Armisticio de 1949, pero finalmente fueron retenidas por Israel por razones militares que desde ese entonces han sido aliviadas. La Visión contempla la posibilidad, sujeto al acuerdo de las partes, que las fronteras de Israel vuelvan a trazarse de manera que las Comunidades Triángulo se conviertan en parte del posible Estado de Palestina. En este acuerdo, los derechos civiles de los residentes de las Comunidades Triángulo estarían sujetos a las leyes y resoluciones judiciales aplicables por las autoridades pertinentes.
No es de sorprender que esta “visión” atrajese duras críticas – no solo de los árabes israelíes, sino también de los judíos israelíes. La propuesta huele a un intento de “transferir”; es decir, un intento de “deshacerse” de un número sustancial de árabes que poseen ciudadanía israelí.
Gran parte de la comunidad árabe-israelí se identifica a sí misma como palestina, pero solo un porcentaje marginal de esa comunidad apoya activamente la lucha palestina en contraste con la fuerte retórica de sus representantes de la Knesset.
Si la sugerencia estadounidense es o no bienvenida para los árabes israelíes que viven en el “Triángulo”, esta se basa en una lectura defectuosa de la historia.
Tan pronto como fue firmado el acuerdo de armisticio con Egipto el 12 de enero de 1949 se hicieron arreglos para comenzar las negociaciones entre Israel y Transjordania. El proceso debería ser simple: cada país debía enviar una delegación a Rodas, donde las negociaciones se llevarían a cabo bajo la guía de Ralph Bunche. El 1 de marzo, mientras el ministerio del exterior y las FDI se encontraban en proceso de negociaciones, el Teniente Coronel Moshe Dayan y Reuven Shiloah, uno de los asesores más experimentados y cercanos del canciller Moshe Sharett, fueron enviados a Rodas.
Pocos días después del inicio de las negociaciones con Transjordania, el Primer Ministro israelí David Ben-Gurion recibió un mensaje personal del Rey Abdullah diciendo que deseaba negociar los términos del armisticio con Israel en secreto y en persona. Este insinuó que no podía confiar plenamente en su delegación para negociar como este deseaba en Rodas.
El rey le pidió al gobierno israelí que le enviara representantes a Shuneh, su palacio de invierno, no lejos de la costa oriental del Mar Muerto. Este insistió en mantener secreto absoluto con la prensa, la población, los otros estados árabes y con sus propios delegados en Rodas. Se acordó que las conversaciones en Rodas deberían continuar pero como cortina de humo.
Ben-Gurion instruyó al General Yigael Yadin (el entonces Jefe de Operaciones en las FDI GHQ) y Walter Eytan, director general de la cancillería, para que se reuniera con el rey y llegaran a un acuerdo directamente con él. Ambos habían estado involucrados en la negociación del armisticio con los egipcios en Rodas. (A ellos se les unió un joven oficial Yehoshafat Harkabi, quien se desempeñó como intérprete).
En el curso de los combates entre mayo y julio del año 1948, la Legión Árabe bloqueó el camino de Wadi Ara, el enlace directo entre Tel Aviv y Galilea – y se afianzó firmemente en las colinas que se alzaban al noroeste.
La delegación israelí tenía instrucciones de hacer todo lo posible para que la Legión Árabe se retirara hacia el sureste de dicho camino y se lo dejara a los israelíes. Tal como fue, la Legión tenía el control total de las FDI en esa región, obligando al tráfico a moverse por rutas mucho más largas e indirectas.
El gobierno israelí estaba preparado para pagar la recuperación de Wadi Ara y se suponía que el precio sería bastante alto. Sorprendentemente, el rey acordó sin dudaren lo absoluto retirar sus tropas a varias millas de distancia al sureste.
Walter Eytan discutió ese notable desarrollo en su diario: Para ese momento me sorprendió que cediera tan fácilmente en un punto tan importante para nosotros, cuando se dio cuenta de que podía exigir un alto precio a cambio, pero a medida que las conversaciones con él continuaron, comencé a entender (o creer que entendí) su enfoque. En toda el área de Wadi Ara no había una sola [ciudad] o pueblo árabe importante. Había quizás seis u ocho aldeas, de las cuales la mayor era Umm-el-Fahm y otras se llamaban Ara, Arara y nombres similares bastante desconocidos en el mundo exterior… Cuando regresamos a Jerusalén e informamos al Sr. Ben-Gurion y al Sr. Sharett, estos apenas podían creer lo que escuchaban.
Para el Rey, quien estaba ansioso por llegar a un acuerdo con Israel, el camino que su Legión había tomado iba hacia una encrucijada. A mi manera de ver, en realidad este no estaba perdiendo nada concediéndolo y pudiese ser beneficioso gesticular en beneficio de Israel.
Sin embargo, fue una historia totalmente diferente para el momento en que las dos partes llegaron a discutir el destino de tres ciudades árabes, Qalqilya, Tulkarem y Beit Guvrin, cuyos nombres eran bien conocidos en el mundo árabe.
El alto al fuego había dejado a las dos primeras en manos de la Legión Árabe y la tercera en manos de Israel. Mientras los israelíes estaban ansiosos por asegurar posesión de Tulkarem y Qalqilya, el rey estaba igualmente ansioso por reclamar Beit Guvrin.
El argumento israelí para tomar posesión de Tulkarem y Qalqilya fue ambiguo. Las ciudades estaban en manos de la Legión, pero las tropas de las FDI tenían para si sus alrededores inmediatos – incluyendo sus estaciones de trenes, que no se encontraban en el centro de las ciudades sino en sus límites en la parte occidental. Las estaciones, que estaban en la línea ferroviaria principal de Israel desde Jerusalén y Tel Aviv a Haifa, estaban peligrosamente ubicadas a pocos metros de los puestos de vigilancia de la Legión Árabe.
El segundo argumento fue que los campos cultivados de las dos ciudades estaban del lado israelí de la línea, entre las propias ciudades y el mar. Bajo el armisticio, a nadie, ni militar ni civil, se le permitió cruzar las líneas en ninguna dirección. Hacerlo provocaría enfrentamientos con las tropas israelíes y pondría en peligro el armisticio y las relaciones entre los dos países.
El rey vio estos puntos y no disputó su validez, pero se mantuvo firme. Este tenía una razón fundamental de no retirar la Legión Árabe de las dos ciudades. Eytan recordó su explicación de que “no podía permitir que se dijera en todo el mundo árabe que él, un rey árabe, había entregado Tulkarem y Qalqilya en manos de los judíos”. Así que Tulkarem y Qalqilya permanecieron del lado de la línea de Transjordania y Beit Guvrin del lado de Israel.
Cuando llegó el momento de delinear el mapa de las líneas de armisticio, el rey llamó a un oficial británico, el Teniente Coronel Coade, quien completó dicha tarea junto a Yadin. (Eytan relató que el grosor del lápiz azul que utilizaron para dibujar las líneas, incluso en un mapa grande, creó problemas luego).
El documento en su totalidad fue firmado por ambas partes y enviado a las delegaciones en Rodas, quienes lo incorporaron al acuerdo de armisticio oficial que se suponía debió haber sido negociado.
El acuerdo fue firmado el 3 de abril, 1949. Inmediatamente después, el Rey Abdullah se anexó Cisjordania y cambió el nombre de su país de Transjordania a Jordania.
Uno se pregunta si se examinó la historia del llamado “Triángulo” mientras se elaboraban los principios del “Acuerdo del Siglo”. El documento afirma que “estas comunidades, que en gran medida se auto-identifican como palestinas, fueron designadas originalmente para que estén bajo el control jordano durante las negociaciones de la Línea del Armisticio de 1949, pero finalmente fueron retenidas por Israel por razones militares que desde ese entonces han sido aliviadas”.
De hecho, las líneas de armisticio con Jordania fueron el resultado de intensas negociaciones con el Rey Abdullah que condujeron a un “acuerdo” territorial como compromiso. Tal acuerdo dejó a Tulkarem y Qalqilya en manos árabes y el “Triángulo” en manos israelíes.
El paso del tiempo y las consideraciones demográficas pudieran muy haber confundido algo a los estadounidenses, aunque el Acuerdo del Siglo en ningún caso está escrito en piedra. Según Jared Kushner, el plan es un marco pragmático y está sujeto a modificaciones.
El Dr. Raphael G. Bouchnik-Chen es coronel retirado quien se desempeñó como analista sénior en el área de los servicios de inteligencia militar de las FDI.