Derechos Humanos: A 72 años de la liberación de Auschwitz… ¿Perdimos el rumbo? – Por Juez Franco M. Fiumara

Transcurría 1945, año en el cual suceden varios acontecimientos estremecedores y otros esperanzadores. Así el 27 de enero, los soviéticos liberan Auschwitz y horrorizados encuentran a miles de personas esqueléticas encerradas en la  fábrica de exterminio creadas por los nazis para eliminarlas por su sola condición de pertenencia al judaísmo, acompañando a ellas miles de cuerpos asesinados que aún no habían podido ser cremados porque los guardias SS y sus colaboradores llevaron a otros miles de prisioneros en marchas de la muerte, huyendo cobardemente como ratas por tirante ante la embestida militar de uno de los aliados.

Las evidencias para condenar a los nazis detenidos eran de tal magnitud que sorprendieron la capacidad humana de juzgar, haciendo que en más de una oportunidad los jueces de Nüremberg se atragantaran o lagrimearan ante la exhibición de las mismas. Pese a ello, no faltaron los distorsionadores de la verdad conocidos mundialmente como negacionistas. Y niegan justamente lo que los jueces usaron como prueba para condenar, es decir el exterminio sistemático de los judíos europeos, cuyas sentencias y principios fueron ratificados por la resolución 95 de la recientemente creada Naciones Unidas cuyo “Leitmotiv” (leer artículo en Hatzad Hasheni: Naciones Unidas en vía de extinción – Por David Bittan) consistía en perseguir a los asesinos nazis en el lugar del mundo en que se encontraran para llevarlos a juicio y darles su merecido castigo.

Esta institución supranacional que en sus inicios generó esperanzas de progreso, bienestar y paz social, con el trascurrir de las décadas parece haber perdido el horizonte alejándose de los postulados de su creación, inclusive borrando con el codo lo que oportunamente se escribiera y firmara con la mano, como lo fue la Resolución 181 de la Asamblea General que diera sustento legal al nacimiento del Estado de Israel en 1948 que se constituyó legítimamente como una democracia de raigambre occidental con alternancia gubernamental de diversos partidos políticos. Pese a ello fue inmediatamente atacado por los Estados árabes circundantes constituyéndose en la primera guerra de agresión contra un Estado miembro de ONU desde que concluyera la Segunda Guerra Mundial.

Demás está decir que los Tratados Internacionales de Derecho Humanitario preexistentes a la contienda bélica a nivel mundial habían rotundamente fracasado, y que los Tratados Internacionales de Derechos Humanos-DDHH- parecen que van en el mismo sentido por erróneas políticas de la misma ONU, o por negligencia o inoperancia de varios de sus funcionarios. Sin hacer hincapié en la nefasta intervención de los Cascos Azules en Srebrenica, Bosnia, cuya inoperancia condujo a que 8372 bosníacos musulmanes fueran sacados de sus narices y exterminados por su pertenencia, causando indignación en la opinión pública mundial, generando tal repulsa que llevó a crear  los Tribunales Internacionales de la Haya, para someter a juzgamiento a los criminales detenidos. En uno de los procesos, numerosos testigos declararon que entre los terroristas que combatieron para los yihadistas que operaron en el sector, estuvo el mismísimo Bin Laden.

Y aquí tenemos una muestra de la doble cara de una misma moneda cuando por un lado naciones del mundo árabe apoyaron a este criminal de Al Qaeda en pleno corazón de Europa donde cometió con su brigada de muyahidines numerosos crímenes de guerra que llevaron al presidente Alija Izetbegović (entre otros de distintas facciones) al banquillo de los acusados, escapando del mismo como consecuencia de su muerte por una enfermedad terminal. Pocos años después sucedieron los atentados terroristas de las Torres Gemelas, conmocionando al mundo y poniendo en marcha una maquinaria legal y militar internacional sin precedentes desde la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, para vigilar al mundo e intentar desarticular a las células terroristas yihadistas en donde se encontrasen.

Salvo contadas excepciones de mentes perturbadas, la mayoría de las personas de bien se solidarizaron con las víctimas y apoyaron los esfuerzos para desterrar a los terroristas. Ahora bien, así las cosas, y sin ir más lejos, comenzado el año 2017, en la mágica ciudad de Jerusalén, mientras numerosos jovencitos se alistaban en uno de los sectores de la ciudad para cumplir con sus actividades cotidianas en representación y cumplimiento de las reglas legales del Estado de Israel, un criminal que responde ideológicamente a Hamas, utilizó un camión como arma letal y destruyó la vida de cuatro de ellos (Erez Orbach, Shira Zur, Yael Yekutiel y Shir Hajaj), dejando también un tendal de heridos, cuyas imágenes no logro borrar de mi mente, pese a estar acostumbrado, debido a mi profesión, a lidiar cotidianamente con la muerte.

Tanto Pilar Rahola como así también Ana Jerozolimski, en contundentes artículos describen con precisión los acontecimientos, pero también con distintas palabras, la indignación que les produce tanto los organismos internacionales como los referentes políticos de peso mundial o personas comunes que pululan en las páginas digitales, nada digan al respecto, o que peor aún, tratan como criminales a las tres jóvenes mujeres y al hombre que fueron asesinados por la barbarie terrorista, y se solidarizan con la causa de Hamas, lo cual mella la credibilidad de las organizaciones supranacionales que tendrían que salir contundentemente en contra del grupo terrorista palestino y sus secuaces, sancionarlos y tratarlos como lo que son: verdaderos y peligrosos subversivos ligados a otros grupos criminales como ISIS o Al Qaeda o Hermandad Musulmana, todos financiados o sostenidos por otros estados miembros de ONU ya sean de origen Sunita o Shiíta.

Y esto último descripto quedó demostrado en la sentencia dictada por el tribunal de distrito de Washington en Estados Unidos que condenó y ordenó a los gobiernos de Irán y Siria a pagar cerca de 200 millones de dólares por la responsabilidad en el asesinato de la pequeña Chaya Zissel Braun (quien tenía doble ciudadanía israelí y estadounidense) de apenas tres meses, cuya muerte la encontrara en manos del terrorista palestino Abdel Rahman Shaludi quien  usó  su vehículo como un arma letal impactando contra una multitud en la estación de Ammunition Hill, en Jerusalén. La relevancia jurídica de la condena radica en que se tuvo por demostrada a través de la prueba desarrollada que los gobiernos de Teherán y Damasco dieron apoyo financiero al grupo terrorista palestino Hamas.

Quiero manifestar que es un muy buen ejemplo a nivel mundial el accionar del tribunal referido, que en menos de tres años juzgó, hallo responsables y condenó, teniendo como contraposición en Argentina las eternas investigaciones sobre los atentados terroristas de la Embajada de Israel, Amia y ahora desde hace 2 años sobre la muerte del valioso fiscal Federal Alberto Nisman que investigaba el accionar de algunos sectores políticos de los Estados condenados en Estados Unidos sumado al grupo terrorista Hezbollah. Y si queremos profundizar, tenemos en trámite una investigación en la Justicia Federal Argentina por los crímenes cometidos en España por la dictadura de Francisco Franco, usando el principio legal de jurisdicción universal, pero nada se ha hecho aún sobre los crímenes de Hamas, y si se quiere mayor precisión, en particular sobre el atroz atentado con cohetes que arrojaba Hamas desde Gaza sobre Israel, y que destruyo la vida del niño israelí hijo de argentino,  Daniel Tragerman de tan solo 4 años. La  justicia argentina podría reivindicarse utilizando los mismos argumentos de la causa española y la ONU reaccionar ante el pedido de desesperado de sus padres y presionar a Hamas para que entregue a los asesinos. Claro, suena a una utopía, pero es solo demostrar el doble estándar imperante, siempre en contra de Israel, mientras el antisemitismo crece de la mano de regímenes dictatoriales antisemíticos que amparan terroristas, como es el caso en la actualidad el gobierno venezolano en América Latina.  

Mientras que Hamas o miembros de la Autoridad Palestina celebran estos horrendos crímenes y subsidian a sus familias por considerar a los criminales como héroes nacionales, en lugar de condenarlos o detenerlos para someterlos a proceso, en contraposición el Estado de Israel a través de sus resortes institucionales inspirados como dijera inicialmente a modo de espejo con las democracias occidentales, un tribunal mediando el debido proceso juzga a sus ciudadanos, y condena al joven soldado Elor Azaria por la muerte de un terrorista palestino que previamente había apuñalado al compañero del acusado, demuestra otro acto de institucionalidad manifiesta que debe ser tomada como ejemplo a nivel mundial (el periodista español Hermann Terscht, escribió el artículo “Israel, la dignidad y la jauría”, mencionando que más allá de la suerte del soldado Elor Azaria, Israel vuelve a dar al mundo un ejemplo inmenso de su grandeza, lo cual sostengo como cierto), más allá que el fallo pueda ser revisado por Cortes superiores y sea susceptible de modificaciones de carácter jurídico, como ejemplo, estado de emoción violenta por la descripción realizada del hecho y que puede acarrear hasta una absolución.

Por último y a modo de reflexión, el prestigioso politólogo italiano Gianfranco Pasquino, destaca que: “el terrorismo de matriz islámica —negar su motivación religiosa no sólo es absurdo sino también erróneo—, se ha convertido a esta altura en una constante en distintas zonas del mundo. Ese terrorismo, financiado por países árabes que se sienten amenazados y siguen estando bajo extorsión, está en condiciones de llevar a cabo ataques en muy diversos lugares de Europa, Estados Unidos, Oriente Medio y África (agrego yo en América Latina). Sostener que cualquier atentado es obra de “lobos solitarios” significa subestimar dos elementos. El primero es que, de todas formas, hay hombres dispuestos a matar, al grito de “Allah es grande”, porque han internalizado los preceptos de la guerra contra Occidente. Segundo, que estos lobos solitarios, cualquiera sea el modo en el que se haya producido su radicalización —en los suburbios parisinos, en un barrio-gueto de Bruselas, en cárceles, en, mucho más raramente, centros de recepción de inmigrantes—, encuentran con rapidez el apoyo de otros hombres y mujeres que comparten con ellos sus objetivos. Nada de esto está destinado a desaparecer ni, mucho menos, a ser erradicado o superado en 2017. Afirmar que el terrorismo no cambiará nuestra vida de occidentales es muy hipócrita y de ninguna manera tranquilizador. Cualquiera que viaje en avión sabe cuánto, para peor, ha cambiado nuestra vida.”

Y Marcelo Birmajer sostiene en el mismo sentido: “el fundamentalismo islámico ha superado en temporalidad al nazismo y su pretensión es hacerlo también en cuanto a capacidad destructiva, si es que puede imaginarse.” Alega la deficiencia de la administración del presidente Obama y de su fracasada delfín, Hillary Clinton, quienes “han demostrado una ambigüedad y falta de dirección, que tuvo su pico más alto de irresponsabilidad en el discurso de la universidad de El Cairo de 2009, donde Obama equiparó a las democracias con las dictaduras del mundo árabe, como si fueran apenas diferencias culturales aceptables, y su inevitable colofón en la completa incapacidad de la candidata Clinton para distinguir entre amigos y enemigos de USA durante su campaña electoral”. Y por esa confusión amnésica “cuando un fundamentalista islámico, Omar Mir Seddique Mateen, asesinó a más de cincuenta norteamericanos en una discoteca gay de Orlando, ni Hillary ni Obama llamaron por su nombre- terrorista fundamentalista islámico- al ataque y su ejecutor”, cometiendo un grave suicidio político en beneficio de Donald Trump. Concluye que “los fundamentalistas islámicos, que en todos los casos gritan Allah Akbar (Alá es grande), y se consideran enemigos de las democracias y la diversidad”.

Cuanta realidad demuestra Pilar Rahola cuando enfatiza en todos los aspectos sobre el crecimiento del “odio antisemita, antiisraelí, antisionista, o como quieran llamar al odio de siempre”, describiendo que su “…Twitter se llenó de monstruos de las dos orillas del infierno, desde nazis redomados hablando de “supremacismo judío”, hasta comunistas de hoz y martillo riéndose de los muertos y condenando a Israel a la destrucción. Incluso los hubo que hablaron de “autoatentado”, porque ya se sabe que los judíos se matan a sí mismos…”. Y agrega: “…el mundo de internet y sus insultadores con pasamontañas. Sí, pero no. Porque internet es el estómago público, y en ese estómago late un odio antisemita que sólo es explicable en términos atávicos. Por el lado nazi, sin sorpresas. Por el lado de la izquierda, llega a la patología de empatizar con un asesino fanático por el hecho de ser palestino. Es decir, hablan de libertad y aplauden al peor enemigo de la libertad: el totalitarismo. ¿Será que no se sienten tan lejos de esa ideología?…”.

Cuánta razón tienen los respetables autores citados y que ideas tan claras sobre la realidad, sanamente envidiable para algunos políticos timoratos que al no reaccionar como corresponde en tiempo y forma, solo producen potenciales criminales exaltados cuya intolerancia y distorsión de la realidad los llevan a cometer hechos criminales de distintas modalidades. Como el caso que me tocara vivir sobre amenazas solapadas a mi persona realizadas por el abogado neonazi argentino Hugo Daniel Rivas, quien declara públicamente en páginas digitales ser antisemita, reivindicando el accionar criminal de Hitler y sus secuaces, que luego de haber sido detenido como consecuencia de la denuncia por los delitos que cometiera y recuperara la libertad por la ser muy mala la ley sobre discriminación en este país, al recuperar la libertad en forma inmediata manifestó que “prefiere estar preso usando los símbolos –nazis- a estar libre negándolo, atacando nuevamente la DAIA, a los magistrados actuantes y sobre todo a mí, saludando a sus lectores con un rotundo“…Heil Hitler!!!…”, yendo contra toda normativa legal que parece no haber aprendido en la facultad respectiva, siendo de tal grado su ignorancia o potencial criminalidad, que no sabe que todos los no Arios, salvo contadas excepciones, estaban condenados a la esclavitud total con el resultado final muerte, y que algunos grupos determinados por las leyes nazis, estaban condenados por su sola condición de grupo de pertenencia, al exterminio directo, como el caso del judaísmo, cuya lógica hoy utiliza Hamas y escrita en su carta fundacional.

Por ello debemos no callar y reaccionar, denunciar todos los actos antisemitas o antisraelí, ya sea por identificación o sentido de pertenencia con la comunidad judía, o por instinto de supervivencia del género humano porque el odio solo genera odio y destrucción, y D-os verdaderamente es grande y solo pondera la vida y amar al prójimo como lo enseñan las sagradas escrituras de al menos dos de las más grandes e históricas religiones monoteístas, el judaísmo y el cristianismo- catolicismo, es decir hermanos mayores y hermanos menores.

Por todo lo expuesto es nuestro deber recordar a los supervivientes de la Shoá, rendir debido homenaje a las víctimas, ponderar a los “Justos de las Naciones”, educar como corresponde sobre lo que fue la Shoá y lo que significa el neonazismo y  el terrorismo en la actualidad, y combatirlo sin cansancio alguno para lograr al menos un suspiro de paz mundial.

 

Juez en lo Criminal; Doctor en Ciencias Jurídicas; Doctor en Ciencias Políticas; Becario Yad Vashem (Israel); Posgrado Universidad de Bari (Italia); Ufficiale della Ordine della Stella d`Italia; Cursos en Francia, Polonia, Alemania; Becario Personnalité d´ avenir (Francia); Docente, Investigador y Consejero UNLaM; Disertante, con publicaciones de libros y artículos.

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