Israel debe decidir qué hacer con Gaza- Por Jonathan Ariel

Durante más de una década, Israel ha evitado decidir si sus intereses están mejor atendidos manteniendo el ‘estatus quo’ actual de los ‘dos estados palestinos’, o ver a Gaza reincorporado a la Autoridad Palestina. El resultado es una situación de crisis crónica insostenible que le otorgará mucho más poder a Mahmoud Abbas y que sería una situación donde Israel saldría perdiendo.

En enero del 2006, los residentes de la Autoridad Palestina acudieron a las urnas en insistencia de la administración Bush, deseando se celebren elecciones allí como parte de su política para democratizar al Medio Oriente. El pensamiento de los estadounidenses fue que los palestinos, teniendo estos según los estándares árabes, una clase media relativamente populosa y bien educada, eran buenos candidatos para ser democratizados. La esperanza era que si los palestinos, siendo estos pesos ligeros tradicionales en el mundo árabe, pudiesen con éxito democratizar su sociedad, esto sería un catalizador para una democratización similarmente exitosa de los que son pesos pesados en el mundo árabe, como Irak, Egipto y Siria.

Tanto Israel como varios estados árabes, incluyendo Jordania, Arabia Saudita y Egipto, recomendaron posponer las elecciones con el argumento que existía un peligro verdadero a una victoria de Hamás. Estos le dejaron muy en claro a la administración estadounidense que Hamás, la filial de la Hermandad Musulmana palestina, promovía una agenda yihadista radical. Los estadounidenses insistieron en que las elecciones continúen y dado que ni Israel ni los estados árabes deseaban oponerse a los Estados Unidos, aceptaron lo que consideraban era una mala decisión.

Las elecciones se llevaron a cabo. Por supuesto, Hamás obtuvo la victoria, dándole a la Hermandad Musulmana su primera victoria electoral en un estado árabe (el partido AKP, que se considera a sí mismo como el socio turco de la Hermandad Musulmana, ha estado en el poder en Turquía desde el año 2003). Este evento sembró vientos de cambio que eventualmente se convertirían en la “Primavera Árabe”, un apodo erróneo si es que alguna vez existió uno.

Fatah, que gobernó a la Autoridad Palestina desde su inicio en mayo, 1994 y antes de que dominara la política palestina desde finales de la década de los años 60, se negó a entregar pacíficamente el poder. Un año después de las elecciones, la milicia de Hamás (Izz ad-Din Qassam) se apoderó de Gaza por la fuerza, asesinando o expulsando a todas las fuerzas de la Autoridad Palestina. Desde ese entonces, Gaza ha sido en realidad una entidad política separada.

Israel nunca ha decidido si sus intereses serían mejor servidos perpetuando y formalizando el status quo de dos estados palestinos, o viendo a Gaza revertirse al estatus quo anterior. Durante más de una década, Jerusalén se ha limitado a sí mismo a respuestas tácticas. Cuando la agresión de Hamás alcanza niveles inaceptables, las FDI adelantan incursiones militares limitadas para contener a Hamás y evitan diligentemente formular una estrategia coherente.

Inicialmente, esta política puede haber tenido algunos beneficios muy por encima de las conveniencias políticas nacionales. Sin embargo, los recientes acontecimientos en los últimos 12-24 meses han dejado claro que su vida útil ya expiró.

La priorización de la conveniencia política sobre los intereses de seguridad nacional ha creado una situación en la que Israel ha puesto el destino de los residentes al noroeste del Negev en manos del paniguado líder de Cisjordania Mahmoud Abbas. Este decide si más de 60.000 israelíes duermen en sus habitaciones o en salones de seguridad y refugios y si atienden sus cultivos o los ven arder. Si decide que le conviene reducir las tensiones, permite que más ayuda y fondos ingresen a Gaza, aliviando de alguna manera las terribles condiciones en el lugar. Si siente que le interesa aumentar las tensiones, actúa para reducir el flujo de suministros humanitarios. Gracias a una década de mala administración por parte de Hamás, las condiciones son tan malas en Gaza que unos pocos días de destrozos son suficientes para poner a Gaza al borde de una crisis humanitaria que amenace el gobierno de Hamás. En respuesta, Hamás hace lo único que puede hacer: aumenta la agresión contra Israel apenas por debajo de los niveles que pudiesen desencadenar una masiva respuesta militar israelí.

La única forma de terminar este juego del gato y el ratón jugado a espaldas de los residentes de las ciudades y comunidades rurales adyacentes a Gaza es que Israel tome firmemente una decisión. Debe elegir si sus intereses radican en perpetuar y formalizar la separación de Gaza de Cisjordania, o ver cómo este retorna a un control total de la Autoridad Palestina. Hasta que tome tal decisión, no puede comenzar a desarrollar una estrategia coherente, un requisito previo para lograr cualquier resultado deseado.

La historia ha demostrado que la estrategia israelí basada en acciones puramente unilaterales por lo general tiende al fracaso y no existe razón alguna para creer que esta vez sea diferente. En otras palabras, cualquier estrategia israelí basada en una acción unilateral, independientemente de si su objetivo es la reunificación o una separación formal, muy probablemente será inviable.

En cambio, Israel debe formular una estrategia en consulta con los estados sunitas moderados con los que desarrolla alianzas ‘de facto’ y asegurarse de que Jerusalén y esos estados estén alineados a este tema. Este es un requisito previo para obtener el tan apreciado apoyo internacional, o al menos la aceptación internacional, que sería vital para garantizar un resultado exitoso, independientemente de la opción que en última instancia se elija.

Una estrategia de reunificación requerirá derrocar a la administración Hamás. Desde una perspectiva puramente militar Israel puede lograr esto. Sin embargo, a menos que Israel pueda estar seguro de que no tendrá que cargar con la responsabilidad de volver a ocupar y administrar Gaza, sería una locura de primera magnitud emprender tal tarea. La Autoridad Palestina es apenas capaz de proveer un gobierno mínimamente funcional en Cisjordania ni mucho menos asumir la tarea masiva de rehabilitar las infraestructuras colapsadas de Gaza. Esto significa que Israel debe forjar un acuerdo internacional que incluya un férreo compromiso para proveer una fuerza internacional que asumiría responsabilidades en Gaza, garantice la seguridad pública y provea el nivel de gobierno competente requerido para su pronta rehabilitación física del lugar.

Debido a que no existe nada gratuito en este mundo y mucho menos cuando se trata de la diplomacia en el Medio Oriente, Israel tendría que hacer algún tipo de compromiso con la Autoridad Palestina en Cisjordania. Como de hecho los compromisos relativamente modestos que requerirán de un acuerdo interno minimalista son anatema para la base fundamental del gobierno actual, esto requerirá que el gobierno elija entre el interés estratégico y una conveniencia a corto plazo. Este es el tipo de elección que los políticos aborrecen y tienden a evitar durante el mayor tiempo que puedan.

Una estrategia de separación puede parecer más aceptable políticamente, pero este no es necesariamente el caso. Cualquier acuerdo que le otorgue a Hamás reconocimiento internacional, legitimidad y la ayuda financiera que necesita debe incluir al menos una desmilitarización aunque fuese parcial. Si no lo hace, sería un acuerdo extremadamente caro en lo que respecta a Israel.

Hamás solo acordaría a ello si teme que la alternativa sea su expulsión forzosa del poder. Hamás sabe muy bien que mientras Israel puede derrocarle muy fácilmente, no puede permitirse los costos económicos y políticos de convertirse nuevamente en la potencia ocupante responsable de gobernar a una población empobrecida y predominantemente hostil de más de 1.5 millones de habitantes. Por lo tanto, sin la amenaza del apoyo internacional eso sería un requisito previo para derrocar a Hamás si este rompe con el acuerdo, cualquier acuerdo de este tipo sería un desperdicio de tinta y papel.

Lograr tal apoyo pudiera plantear un problema político interno, ya que no sería gratis. Independientemente de la estrategia que elija el gobierno israelí, este requerirá de alguna forma un pago diplomático, lo que hará regresar el tema a sus comienzos: conveniencia política frente al interés estratégico nacional.

No decidir puede ser conveniente en lo que respecta a las políticas de la coalición, pero este ha perdido su último trocito de viabilidad desde un punto de vista estratégico. El estatus quo ha dejado a Jerusalén sin opciones efectivas para garantizar la paz y el bienestar de la zona sur de Israel, ya que no puede derrocar a Hamás ni alcanzar un acuerdo aceptable y viable con este.

Peor aún, ha creado una situación en la que Israel pudiera verse obligado a hacerle a Abbas el trabajo sucio. Este desea recuperar el control de Gaza, pero sabe que no tiene el poder para lograrlo. Sin embargo, al congelar los salarios y vetar los suministros humanitarios hacia Gaza, tiene el poder de intensificar las tensiones hasta el punto en que Israel y Hamás terminen combatiendo una guerra. El único ganador de tal guerra sería Abbas, ya que esta terminaría cuando Israel invada Gaza y elimine a Hamás, algo que este nunca puede esperar lograr por sí mismo. Luego aceptaría benevolentemente liberar a Israel de su carga de asumir responsabilidades de gobernar a la población de Gaza. Israel desperdiciaría sangre y tesoros y Abbas cosecharía los frutos.

Hasta que el gobierno israelí priorice la estrategia por sobre sus conveniencias, tome una decisión, formule una estrategia adecuada y efectiva para lograr dicha decisión y actúe para implementarla de manera efectiva, el estatus quo actual, que no le sirve a nadie más que a Abbas, será el que domine.

 

Jonathan Ariel es oriundo de Sudáfrica, se desempeñó como funcionario de inteligencia en la ANC y posteriormente trabajó junto a Mandela. En Israel, fue editor de noticias de Makor Rishon, editor en jefe de Ma’ariv International y editor en jefe del portal en inglés del diario en la red Jerusalem Online Channel 2 News.

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